—Mansión Harrelson.
—Qué bueno que contestas querida, te he estado tratando de localizar desde la semana pasada.— ¿Quién habla?—preguntó Beatriz con el ceño fruncido.
— Soy la proveedora de Priste, Marina. ¿Me recuerdas?—dijo la mujer con voz chillona, al otro lado del teléfono.
— ¡Oh si! ¿Qué desea?—rodeo los ojos al recordar a Marina, quien había conocido en la plaza, en uno de sus días de descanso.
—Voy a estar por la mansión Harrelson en unas cuantas horas. ¿Te gustaría ver todos los productos que me han llegado?
—No creo conveniente que usted venga a esta casa. El señor podría enterarse y se armaría un lio. Además ahorita estoy ocupada dirigiendo al personal para tener preparada la cena de esta noche.
—No te preocupes, prometo entrar por la puerta de atrás y no quitarte demasiado tiempo.
—Ya le dije que no puedo, entienda—la paciencia de Beatriz estaba a punto de acabarse. Era una señora con la edad de cincuenta años y su tolerancia tenía un límite no muy grande.
—Vamos, no se agobie. Puedo hacerle varios descuentos, y unos cuantos productos gratis podrían ir a su bolso. Priste es una marca muy reconocida y popular por su funcionamiento. Tendrá los resultados que quiera en menos de una semana y eso está garantizado.
— ¿A si? Pues yo estuve investigado de sus productos y nadie sabe de ellos.
—Es una marca reconocida pero no en el continente europeo. Recuerde que yo vengo de América—se escuchó una risotada de Marina.
—Bien, pero si sus productos no me ayudan a mejorar este aspecto de mi cara y a desaparecer las cicatrices, la demandaré por estafa—gruñó Beatriz.
—Descuide, yo sé lo que le digo, en menos de una semana se verá como una jovenzuela.
—Venga a las tres de la tarde, en esa hora los criados tienen su hora de descanso y no andan rodeando por la cocina.
— ¡Oh! Esta más que perfecto Beatriz. Gracias por colaborar con Priste y hacer la diferencia.
—Sí, si… Lo que diga. Hasta luego—el ama de llaves puso el teléfono en su lugar y se dirigió a la cocina, no sin antes pasar por el enorme espejo que se encontraba enfrente de las escaleras. Miró su rostro con horror, aquel que había despreciado desde el día en que Laerthes le ocasionó esas horribles cicatrices. Había probado todos los productos que conocía y ninguno le había ayudado a mejorar su apariencia. Llegó a recurrir a la cirugía, cuatro para ser exactos, pero en vez de ayudarla, empeoró su situación. Y cada vez que se miraba recordaba a Kara, quien había sido, según ella, la culpable de la tragedia en su rostro.
—Mirarte no hará que desaparezcan. Ponte a seguir trabajando, quiero todo en orden para esta noche—dijo Dasha cuando la descubrió frente al espejo.
—Si señora—inclinó su cabeza ante ella y siguió su camino.
Rowena se encontraba sentada en el sofá color crema— que se encontraba en su habitación— tomando una copa de vino. Le gustaba embriagarse cuando se encontraba sola. Pensaba en sus largas vacaciones que tendría la siguiente semana. Ir a los cabos y andar por todo México era una experiencia que le apetecía desde hace mucho tiempo, sobre todo cuando su sobrino Odell le mandaba cartas desde esos lugares. Vaya que disfrutaba leer cada una de esas palabras que le escribía, imaginándose todos los hermosos paisajes que disfrutaba con la quita-hombres de Nix, era así como la había catalogado ella. Por más que fuera extraño, Rowena siempre sintió una fuerte atracción hacia Odell, y habría podido engatusarlo si no hubiese sido por Nix quien lo apartó de su lado. Cuanto la odiaba al igual que a su hija.
—Lo bueno es que ahora las dos están muertas—dijo dando un trago a su copa. —Se lo merecían por ser unas perras—cada palabra se arrastraba una de tras de otra.
El teléfono comenzó a sonar haciéndola tirar el vino en la alfombra.— ¡Diablos!—recogió su teléfono de la mesita que tenia a un lado y contestó. — ¿Qué quieres?—grito enojada a la persona que estaba llamándole por haberla interrumpido de sus pensamientos.
— ¿Nos vamos a ver esta noche?—dijo una voz varonil.
—Oh… eres tú—dijo Rowena con una risa picara. —Por supuesto que no, tengo algo muy importante que hacer esta noche.
— ¿Entonces? ¿No voy a poder follarte como tanto te gusta?
— ¡Calla! Eso no se dice por teléfono.
—Bueno… pues en una hora voy a estar en el lugar donde siempre. Te voy a estar esperando hermosa—se escucho el sonido de un beso y colgó.
Acabo de escuchar el vídeo que subió mi hermana, me gustaron sus palabras y aunque dijo que no iba a contestar a los comentarios, trataré de hacerlo, pero debo decirles que conforme voy subiendo los capítulos, yo también los voy leyendo y cada vez estoy sorprendida y luego hay cosas que no entiendo.
Marian dijo que si no llegaba hasta el final nunca entenderia, así que aquí estoy yo, tratando de atar cabos.~MISHU
(Escogí un sobrenombre ya que Marian dejo claro en el vídeo que no puedo revelar nada sobre mi, o algo asi entendi).
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¡Maldito seas! Ahora y siempre
Historia Corta||COMPLETA|| ||Fecha de publicación: 5 de julio|| Ya sólo quedaba una hora para salir de ese maldito lugar. Haber estado encerrada allí por quince años fue una de sus peores torturas. Pero al fin seria libre y cada una de esas personas que la mandar...