— ¿Qué haces tú aquí?—preguntó Krischnan extrañado al ver a la castaña parada frente a su puerta. Llevaba un vestido color negro que le llegaba sobre la rodilla y un escote que dejaba mucho que desear.
—Pues vine a verte tontito—dijo la chica con una sonrisa seductora.
— ¿Cómo obtuviste mi dirección?
—Pues te contaría, pero es muy larga la historia y no vine aquí para decirte como obtuve tu dirección—pasó su mano por su cuello muy lentamente haciendo que él se estremeciera.
—Lo que pasó en la oficina, se queda allí. No hay nada entre los dos y eso te lo aclare antes de que te enrollaras conmigo—dijo en tono molesto.
—Lo recuerdo, pero jamás dijiste que no se podía volver a repetir—Phoebe lo empujó hacia dentro quedando pegada a su pecho.
—Es mejor que te vayas, tu amiga llegara en cualquier momento y no quiero que nos vea juntos—se alejó de ella dirigiéndose a la puerta indicándole que se marchara.
— No me digas que ahora te importa. Hace unos días me habías dicho que te gustaba tener a una mujer diferente cada noche en tu cama y que nosotras no seriamos la excepción—se acercó de nuevo a él pero esta vez para cerrar la puerta. —Sólo que hay un problema—comenzó a desabotonarle la camisa.
— ¿Cuál es?—preguntó con la voz ronca cuando ella empezó a acariciarle el pecho.
—Tú me tuviste sobre tu escritorio, mas no sobre tu cama— lo miró fijamente con las pupilas dilatadas. Se sentía una tensión entre ambos y cada uno respiraba agitadamente. —Además, no me interesa si Verónica llega a verme aquí—se encogió de hombros. —Anda, quiero que me muestres tu habitación—lo tomó de la mano y él la llevo por un pasillo hasta la última puerta que era donde se encontraba su cuarto.
—Esta será la última vez que este contigo, después de esto no quiero volver a verte cerca de mi—dijo arrancándole el vestido.
—Sus deseos son ordenes señor Stark— rodeó su cuello y junto sus labios con los de él. Los dedos de ella se amarraron a su cabello, mientras él viéndola fijamente a los ojos sacaba sus pantalones por completo, de inmediato su garganta se sintió seca, su corazón palpitaba con fuerza y en su parte baja una erección crecía hasta casi ser dolorosa.
Una sonrisa maliciosa se instaló en el rostro de la mujer, quien bajo lentamente la mirada por el cuerpo masculino frente a ella.
—Se ve bien—murmuró mientras su mano tocaba la erección. Él cerró los ojos y soltó un gruñido placentero.
Krischnan se encontraba durmiendo sobre la cama aun desnudo. No tardó mucho en despertar y notó que seguía oscuro, trató de buscar a su compañera pero la falta de luz le impedía ver donde encontraba, ya que en la cama no se encontraba. Cuando quiso levantarse sintió algo duro y frio alrededor de sus tobillos y su espalda le dolía como los mil demonios. Se sentía muy adolorido y débil, tanto que ni siquiera podía sentarse para quitar lo que tenia atado en sus pies.
—Será mejor que no te muevas ó el dolor aumentara.
— ¿Phoebe? ¿Dónde estás?—preguntó con los ojos entrecerrados para poder ver dónde estaba la mujer.
—Aquí, pero no te preocupes que ya me voy—dijo ella desde las sombras del cuarto.
— ¡No! Espera… —gritó él.
— ¿Qué? Pensé que una vez que tuviéramos sexo, ya no querrías volver a verme—dijo con voz inocente.
— ¿Por qué estoy amarrado de los pies?
—Ah eso… Tal vez te lo explique mañana o cuando despiertes, si es que lo haces—Phoebe caminó hacia la cama con una jeringa en la mano.
Krischnan sintió que lo tomaba del brazo fuertemente. — ¿Qué haces? ¡Suéltame! ¡Ay!—exclamó cundo sintió la aguja enterrarse en su cuello.
—Buenas noches cariño, sueña conmigo—Phoebe le dio una sonrisa malévola mientras que él iba cerrando sus ojos poco a poco. —Esto fue más fácil de lo que pensé. Los hombres son tan estúpidos.
No suelo escribir este tipo de escenas porque hay ocasiones en que no se me da 😅. Aparte de que aún me da pena 🙈🙈.
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¡Maldito seas! Ahora y siempre
Proză scurtă||COMPLETA|| ||Fecha de publicación: 5 de julio|| Ya sólo quedaba una hora para salir de ese maldito lugar. Haber estado encerrada allí por quince años fue una de sus peores torturas. Pero al fin seria libre y cada una de esas personas que la mandar...