Kara se encontraba terminando de ponerse presentable, quería sorprender a los invitados que irían aquella noche a la fiesta del aniversario de Laerthes y Dasha. Esa mañana se la había pasado convenciendo a Laerthes de que la dejara asistir al evento como a una invitada y no como a una empleada de servicio. Algo pareció cambiar dentro de su abuelo, como si el corazón se le hubiese ablandado con ella, así permitiéndole asistir. Kara pensó que por fin su abuelo estaba dando a torcer el pie y que todo ese tiempo que había estado tratando de ganar su corazón comenzaba a funcionar.
<<Mi madre tenía razón>> pensó alegremente.
No obstante, no le duro mucho la alegría porque tan sólo de pensar en Nix, se deprimía. Habían pasado ocho años y en ese tiempo nunca la había vuelto a ver. Ella nunca le llamó o mando una carta para saber cómo se encontraba. Lo único que sabía de ella era que Laerthes la había puesto en un trabajo que él le consiguió en una de sus empresas en México.
Kara pensó que con el cambio que estaba dando Laerthes podría pedirle que la dejara ver a su madre, no se lo pediría aun. Esperaría un poco más para decirle, o al menos hasta que la relación entre ellos fuera mejor.
Tenía puesto un hermoso vestido corto de color beige, con un moño pequeño negro ajustado a la cintura. Unos tacones bajitos color negro haciendo combinación con su pelo suelto y el moño. El vestido se lo había prestado Tess, una de las sirvientas que fue la única que le había agarrado cariño a Kara. Apenas y le quedó, un poco corto para su gusto debido a que Tess era un poco mas chaparrita que Kara. Sólo le faltaba ponerse la pequeña cadena que su padre le había dado, y estaría completa.
Comenzó a buscarla como desesperada cuando no la encontró en la pequeña cajita blanca que la había escondido bajo su cama. Saco toda su ropa del mueblecito que había al lado de la puerta, pero tampoco la encontró.
—No puede ser. ¿Dónde estás?—dijo angustiada. Era el único recuerdo que le quedaba de su padre junto con la foto de él.
Su pequeño cuartito había quedado hecho un desastre. La ropa botada y el colchón volteado fuera de su lugar.
Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Se sintió mal por haber perdido un objeto que era demasiado valioso para ella. Lo único valioso que tenía.— ¿Qué sucedió aquí Kara?—preguntó Tess cuando abrió la puerta del cuarto para ver porque Kara no había salido aun. La vio que estaba sentada en el suelo sobre su ropa con los ojos llorosos.
— ¿Qué te sucedió?—corrió hasta ella asustada.
—No la encuentro. La perdí—siguió sollozando.
—Pero, ¿Qué has perdido? ¿De qué hablas mi niña?
—Mi cadena, el único regalo que tenia de mi padre y ya no está.
—Tranquila, yo se que debe de estar por allí, en algún lugar. ¿Qué te parece si mañana buscamos mejor y ahorita disfrutas de esa gran fiesta que ya empezó?—le dio una sonrisa tranquilizadora. —El señor Laerthes me mandó a buscarte y dice que quiere verte. Estoy segura de que ese viejo cascarrabias al fin comenzará a verte como su nieta que eres. Anda que estoy segura que cuando te vean llegar, se les caerá la baba de lo guapa que estas esta noche—Kara asintió con una sonrisa y con la ayuda de Tess se levantó para arreglar el vestido que se había arrugado un poco. —Mírate, ya eres toda una señorita. Apuesto a que habrá muchos galanes allí afuera que querrán cortejarte—le hizo una mirada picara moviendo las cejas de arriba abajo.
—Basta Tess—susurró Kara sonrojada.
—Vamos muchachita que te esperan—Tess la sacó del pequeño cuarto desastroso para salir hacia el jardín donde se encontraba una carpa blanca. Conforme Kara se iba acercando, se escuchaba una música de fondo clásica y una mesa de catering al centro con varias mesas de cristal a los alrededores. También una pista de baile y muchos arreglos de flores que lucían elegantes sobre las mesas y en cada esquina del lugar. Los invitados hablaban entre ellos formando varios círculos, mientras que otros disfrutaban del delicioso banquete. Algunas personas se percataron de Kara asintiendo con la cabeza en forma de bienvenida, sin en cambio hubo una mirada que le llamó demasiado la atención, unos ojos color miel. Hombre alto de traje, pelo ondulado cobrizo y unos ojos que podían derretir a cualquiera.
Kara terminó por sonrojarse debido al contacto visual que hubo con él así que desvió la mirada buscando entre la multitud a Laerthes. Cuando lo vio fue directamente hacia él pero en el camino se le cruzó una persona, ella volteó hacia arriba viendo al mismo chico que se había encontrado hace unos segundos.
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¡Maldito seas! Ahora y siempre
Storie brevi||COMPLETA|| ||Fecha de publicación: 5 de julio|| Ya sólo quedaba una hora para salir de ese maldito lugar. Haber estado encerrada allí por quince años fue una de sus peores torturas. Pero al fin seria libre y cada una de esas personas que la mandar...