—Sigo sin entender porque tienen que hacer este tipo de reuniones—dijo Karla con hostilidad.
—Por qué es gente con dinero y puede hacer lo que quiera con el, así que ya deja de quejarte y sigue lavando los trastos—Tess la regañó. Estaba harta de escuchar sus quejas acerca de ¿Por qué tenía que hacer tales cosas ella?, ¿Por qué tenían que trabajar para esa gente?, ¿Por qué no recibían un salario justo?, ¿Por qué no podían tener las mismas comodidades ellos también como la gente rica? Todos los días era lo mismo desde que Karla había entrado a trabajar en esa casa.—Ya son las tres, pueden tener su descanso—dijo Beatriz entrando a la cocina.
—Pero aun no hemos terminado—protestó Sebastian, el cocinero.
—Dije que pueden irse, no me hagan perder la paciencia o de lo contrario se les recortara de su salario. Agradezcan que hoy estoy de buen humor—poco a poco fueron desocupando la cocina, cada quien dirigiéndose a sus habitaciones o al jardín. —Y no quiero verlos rondando por aquí, al primero que sorprenda será despedido sin contemplaciones.
Tess fue la única que se quedó sorprendida por las órdenes de Beatriz. Nunca antes había dado descansos, al contrario, les ponía más trabajo. Beatriz se percató de que Tess aun seguía para bajo el arco de la entrada.— ¿Qué?—espetó el ama de llaves.
— ¿Qué es lo que planeas?
—Nada que te interese a ti metiche. Vete antes de que termines en la calle—Tess no dijo nada y se retiró.
Beatriz se quedó sola en la cocina mirando el reloj cada cinco segundos hasta que unos toques en la puerta sonaron. Cuando abrió, vio a Marina allí parada con un maletín negro. Ella le sonrió y entró sin que Beatriz le hubiese dado permiso.
— ¿Alguien te vio entrar?—preguntó Beatriz.
—No—puso el maletín en la barra de granito blanco y comenzó a sacar varios productos sin etiqueta. — ¿No hay alguien cerca?
—Todos se fueron antes mis amenazas. No creo que se atrevas a desobedecer mis órdenes.
—Eso está mucho mejor.
— ¿Me estás dando la garantía de que cada una de esas cosas funcionara verdad?—Beatriz enarcó la ceja derecha al ver los envases extraños que sacaba.
—Por supuesto que sí. Te voy a dar una demostración rápida y veras el efecto que puede crear en segundos—Marina tomó una pequeña toallita de las que había en su bolso y le untó un poco de la crema que se encontraba en un frasco. —Solo es cuestión de esperar un poco.
— ¿Cuál es su funcionamiento exactamente?—preguntó con desconfianza.
—Tranquila, no va a pasar nada—dijo Marina al notar recelo en sus palabras. —Lo único que va a hacer esta hermosa crema es hacerte dormir—una sonrisa enorme apareció en sus rostro.
— ¿¡Que!?—gritó ante la confesión de la mujer. — ¿Qué me acabas de hacer?—preguntó entrecerrando los ojos y perdiendo el equilibrio.
—Deberías aprender a desconfiar de la gente más seguido—guardo rápidamente sus cosas de nuevo.
—Ayúdame a llevarla—se dirigió a otra persona que se localizaba en la puerta trasera.
—Se lo tiene bien merecido, ya me tenia harta esta vieja loca—dijo Karla.
— ¿Siguen sin haber nadie en la puerta trasera?—Marina sacó una bolsa negra grande con cierre y la extendió en el piso.
—Vengo de allí y solo encontré a Clara, pero la mande a que hiciera unos encargos por mí—ayudó a poner a Beatriz sobre la bolsa y luego comenzaron a cerrarla. — ¿No se va a asfixiar?
—No lo creo—ambas se quedaron mirando por unos instantes. — ¿O crees que si?—Karla se encogió de hombros.
— ¿Y si bajas un poco el cierre? – preguntó Karla.
— ¿Para qué?
—Para que disfrute de la vista cuando la llevemos cargando allá afuera—dijo con sarcasmo. — ¿Cómo que para qué? Pues para que respire babosa.
— ¿Pero no dijeron que les daba los mismo si la llevábamos viva o muerta?
— ¿Qué acaso no pusiste atención a las indicaciones?—Karla se llevó una mano a la cara.
—La verdad es que no, solo puse atención a la paga que por cierto, es muy buena.
—Baja el cierre y vámonos de aquí antes de que nos vea alguien—Marina dejó un sobre blanco sobre la barra, donde anteriormente había dejado sus cosas, dirigido a Tess. Karla tomó las dos esquinas inferiores mientras que Marina las superiores y la sacaron de allí.
Perdón por no subir ayer, la computadora de Marian se descompuso(si se llega a enterar estoy segura que me mataria) y no tengo teléfono😥. Es difícil conseguir Internet a está hora y por suerte tengo todos sus archivos respaldados en una memoria, de lo contrario no de que haría.
~MISHU
ESTÁS LEYENDO
¡Maldito seas! Ahora y siempre
Historia Corta||COMPLETA|| ||Fecha de publicación: 5 de julio|| Ya sólo quedaba una hora para salir de ese maldito lugar. Haber estado encerrada allí por quince años fue una de sus peores torturas. Pero al fin seria libre y cada una de esas personas que la mandar...