❃Capítulo 2

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Fandral era un idiota. Lo sabía. Era el idiota que se comportaba como un despreocupado y mujeriego, pero era el mismo hombre del cual se había empezado a interesar. Loki no lo recordaría con exactitud, no podría decir cuando fue el momento preciso en que un sentimiento cálido y extraño para su ser empezó a hacerle cambiar de idea sobre las expectativas que tenía sobre aquella cosa que se llamaba amor. Sentía el amor de madre que le daba Frigga, el amor leal y sincero que Thor le ofrecía, e incluso un sentimiento de pertenencia que le brindaba Odín, ya que como tal, nunca había sido tan afectuoso.

Conocía a Fandral desde que empezó a hacer uso de su conciencia. Se había convertido en uno de los mejores compañeros y amigos de Thor desde que el entrenamiento como guerreros los unió en el palacio. Loki por obvias razones era menor y, además, desde ese entonces ya mostraba lo que lo iba a diferenciar de su hermano. No mostraba el entusiasmo para las batallas, sino para la sabiduría. No gustaba de grotescas luchas cuerpo a cuerpo, en cambio, prefería las ilusiones y el uso de la magia. Siempre estuvo apartado a los demás cuando Thor no estaba a su lado y el único que se detuvo alguna vez a preguntar que tal estaba fue Fandral. Era lo poco que compartían. Y así fue durante mucho tiempo. Poco a poco las conversaciones se volvieron un poco más formales, y claro, el guerrero lo hacía por cortesía, aún por más veces que el joven príncipe mostrara no querer intercambiar palabras con alguien. Para Loki, Fandral no era más que el estimado amigo de su hermano y nada más.

Pero, llegó un momento en el que todo pareció cambiar. Al principio eran tan sólo miradas: cuando leía un libro en el jardín y el guerrero pasaba por allí acompañado de una o tal vez dos doncellas, entonces alzaba la vista y sus miradas se cruzaban por segundos; cuando paseaba casualmente por el campo de entrenamiento y su vista se dirigía para observar despectivamente a los guerreros, y entonces, sus miradas volvían a encontrarse. Frandal se acercó primero, como era de esperarse. Había ocasiones en que lo alcanzaba en los pasillos y trataba de entablar una conversación algo más interesante, incluso íntima a veces. Antes de que Loki pudiese medir la situación, ya contaba con la confianza y amistad de Fandral.

Loki jamás hubiera pensado que todo terminaría así. Había hallado un gusto en aquella compañía, seguro por el buen y delicado trato que Fandral parecía tenerle. Únicamente a él. Y en aquel entonces, Loki, el dios del engaño, se había envuelto en la mayor ilusión sin darse cuenta, sin querer saber lo que el contrario pretendía verdaderamente sobre él. En un comienzo, lo había creído tan sólo una broma de muy mal gusto. Fue cuestión de tiempo antes de que notase que, en realidad, la declaración de Fandral era algo serio. ¿Quién más sería lo suficientemente atrevido y sin temor a perder, al declararse al incomprensible y distante corazón que parecía poseer el príncipe Loki? Más allá de quién se trataba, no tuvo la duda en hacerlo, aún sabiendo que a quien se declaraba era a alguien de su mismo género. Algo que se convertiría en escándalo, sin duda. Para Fandral, toda aquella fantasía le había parecido tan lejana, sin embargo, su personalidad no le iba a permitir esconder lo que había empezado a surgir dentro suyo. Únicamente Fandral se hubiera atrevido a hacer tal locura.

Loki recuerda bastante bien el día en que el guerrero llegó a su encuentro con una flor. Había sido un acto cursi de parte de Fandral y Loki no hizo más que considerarlo una gran ignominia a su persona. ¿Qué se creía al intentar conquistarlo como a cualquiera de las doncellas que caían rendidas a sus pies? Vaya que aquella ocasión Fandral descubrió por primera vez el verdadero trato férreo y gélido que Loki podría mostrar. Y sí que aprendió la lección, aunque sin saber que, realmente, Loki conservó aquel pequeño detalle. Fue así como, poco a poco, empezó a crearse y hacerse crecer el sentimiento.

Todos en el glorioso castillo, sabían que ahora el guerrero Fandral había hecho amistad también con el menor de los príncipes, pero nadie se percataba de lo que significaba en verdad. Se veían a escondidas, donde ningún asgardiano pudiera descubrir el secreto que se tenían entre manos. Loki después de todo terminó cayendo por Fandral, al igual que el último pétalo de flor que se desprendió de esa dichosa rosa. Había encontrado algo valioso, algo que nunca creyó abrir paso a su interior. Sin cabida a dudas o cuestiones, ese amor fue el que le ayudó a sobrepasar todo.

— Yo no pertenecía aquí. Siempre había sido diferente. Mi vida fue una mentira...

— No es así, Loki. No puedes tomar esos pensamientos tan precipitadamente —Fandral interrumpió antes de que Loki pudiera continuar recalcándose esos pensamientos a viva voz. Se había dejado caer a su lado, tratando de que su agarre le hiciera tranquilizar un poco. Quería ver más en aquel rostro que se desvanecía y mostraba por primera vez un dolor tan real y tan profundo. Quería poder encontrar aquellos ojos, llorosos y perdidos, que parecían tratar de descifrar incontrolablemente el significado de su verdadero ser—. ¡Loki, tú no eres uno de ellos! —alzó la voz intentando captar la atención del contrario, al cual le costaba aún creer en sus palabras.

Loki no podía evitar que todas esas contradicciones llenaran su cabeza, desatando una confundida y desenfrenada batalla en su mente. Lo había tenido todo y, ahora, parecía que ese todo había sido parte de una farsa. Se dio conocer a buen modo, y no obstante, se sentía incapaz de seguir creyendo o confiando. Era una verdad que había vuelto lo que hasta ahora conocía, en una mentira. Una mentira que estaba destinada a existir en el acontecimiento que le mantenía allí vivo en Asgard.

— ¿Cómo podrías seguir queriendo a alguien como yo...? A un jotun —logró pronunciar, aún tratando de acomodar el desorden que llevaba dentro suyo.  Su voz había temblado, ligeramente, por la opresión que sentía en su garganta.

El dios de las travesuras, en ese momento como nunca antes, se encontraba tan vulnerable, en un estado que Fandral tuvo que presenciar con dolor. No quería verlo así.

— ¡No eres uno de ellos! —repitió casi queriendo sacudir a Loki para hacerlo entrar en razón.

Lo tenía de frente, ambos yacían en el suelo, incontrolables por sensaciones que no hacían más que querer hallar consuelo y paz. Fandral tomaba los hombros de Loki con firmeza, tratando de poder encontrar sus ojos con los suyos cada que se daba la ocasión. Estaba allí a su lado porque iba a demostrarle de su parte que no estaba solo.

— Así tus venas te digan que eres uno de ellos —prosiguió Fandral—, yo jamás te dejaré de considerar diferente. Aún si por cosas del destino tú no estuvieses aquí, y en cambio, te encontrarás al otro lado de la línea donde tenga que considerarte mi enemigo, seguirías siendo el mismo para mí. Y estaría seguro, que así cuando nuestros ojos se crucen dentro del caos de la batalla, podré asegurar que estoy enamorado de ti, de lo que eres, de todo lo que hace tu esencia. No lo olvides.

Loki pudo haber respondido con dificultosas palabras, incluso con algún leve sollozo, pero nada de eso fue posible ante el beso que se forzó Fandral en formar ante ambos para poder dar consuelo. No se resistió, dejó qué pasara mientras sentía que las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas, tratando de llevar consigo la inconformidad que ahora parecía irse desvaneciendo con la lentitud de aquella muestra de amor incomparable.

Hasta ese momento, Loki pudo valorar el verdadero significado que ese amor conllevaría. Fandral pudo demostrarlo y él pudo confiar. Y sabía que no estaba solo, y no porque sólo tuviera a Fandral; Thor, Frigga, Odín. Tenía el apoyo de ellos, algo que en algún momento llegó a dudar. Ahora no había más incertidumbre en su corazón.

Inestable [FrandralxLoki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora