《Cóseme por dentro》Stein [Soul Eater] /Vulpex/

2. Tentáculos

-Unos días antes-

-Maldita sea, esto es hilarante.- Siendo estudiante del Shibushen, este chaval no tenía nada que hacer contra mí. O al menos eso se suponía.

Actualmente estamos en vacaciones de navidad. Yo vivo sola en un apartamento destinado para alumnos, cerca del colegio.
Pero en mis tiempos libres me voy a las afueras de la ciudad a luchar contra maleantes, enemigos del Shibusen, o incluso contra maestros con sus armas, que aprovechaban la distracción de las vacaciones para arrebatar almas humanas ilegalmente y hacerse poderosos.

No tengo arma. Yo soy mi propia arma, y mi propio maestro.

Es una historia un poco larga de contar, así que la resumiré.
Soy huérfana, mis viejos la palmaron en algún momento de mi infancia (del cual no me acuerdo, era pequeña), y llegué a parar a un orfanato.
En el que al parecer tuve que tener un par de episodios extraños junto con los otros niños, porque me terminaron llevando a inspección médica, y me diagnosticaron que tenía... lo según ellos era un "alma complicada".

Básicamente, no tenían ni idea de lo que me pasaba.
Pero eso para mí no es un problema en realidad. Como un maestro de almas, tengo la capacidad de ver las almas y percibirlas (solo un poco, estoy practicando), y expandir mi onda de alma en la batalla (En realidad... solo puedo hacer cosquillas con mi alma. ¿Algo es algo, no? Les puedo matar a cosquillas. En realidad ni eso).
Y además, también puedo convertirme en un arma, pero cuando peleo solo convierto partes de mi cuerpo como mis brazos o mis piernas, porque no tengo a nadie que pueda usarme para pelear.
Soy una guadaña (Y por ende, se podría decir que una maestra de guadaña).
Y respecto a la armonización de almas, nunca lo he probado con nadie.
Nadie es capaz de armonizar su alma con la mía. Supongo que es por eso de que es "complicada".
Ni lo sé, ni me importa.

El caso es que me estaba dando un paseo por una llanura arenosa, muy lejos de la ciudad.
Se respiraba una paz tranquilizadora. Eso si, no vayas a respirar muy fuerte, que en vez de aspirar paz te atragantas con arena. Y no es que esté deliciosa, precisamente.

Vi una silueta a lo lejos, estaba de rodillas en la arena. No se apreciaba muy bien, podría ser un niño, o un adulto... Quizá necesitaba ayuda.
-Claro, claro que si campeona, seguro que necesitaba ayuda-

Al acercarme comprobé que era un chaval de mi edad, año arriba año abajo. Parecía estar llorando, así que llamé su atención posando mi mano en su hombro.

-Hey, ¿Necesitas ayuda?
Entonces sus sollozos se convirtieron lentamente en una risa.
Cuando me di cuenta, algo que me sujetaba por el cuello me alzó y quedé unos centímetros por encima del suelo. Oh, genial. Tenía que habérmelo esperado.
Y a mi que no me apetecía pelear.

Entonces me di cuenta de algo que me dejó de piedra.
Lo que me sujetaba el cuello eran tentáculos, tentáculos que nacían en su espalda y se movían.
Debían ser unos cinco o seis, en ese momento estaba más preocupada por el aire que me faltaba que por contar las viscosidades que salían de su cuerpo. No era capaz de asimilar la situación, nunca había peleado contra algo así. Esas cosas no parecían ser un arma, porque formaban parte de él; debía tener cuidado, no sabía hasta que punto podrían hacer daño.

El chico se estaba riendo, tenía una mirada maniática, era como un depredador que había atrapado a su presa.
-Lo siento gatito, esta leona no va a dejarse atrapar tan fácilmente- Pensé, y repentinamente me puse en movimiento.

Me impulsé hacia delante dirigiendo hacia su cara una patada, que frenó con una mano. Me empujó hacia atrás, seguía agarrándome con sus tentáculos; transformé mi brazo derecho en la hoja de una guadaña y sus tentáculos me soltaron tras eliminarlos con un corte limpio.