Flor Cosmos

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Naruto era un buen niño... a veces, de vez en cuando hacia travesuras como cualquier nene de su edad, están en pleno desarrollo descubriendo el mundo y jugando, él era un niño muy querido por sus padres, le daban todo lo que requería para existir; vivir en una bonita casa en un segundo piso, comida de calidad y saludable, ropita; no de moda y de segunda mano pero siempre andaba bien vestido, juguetes y principalmente amor por parte de sus padres.

Así que a Naruto no le faltaba nada, era la luz de los ojos de Minato y el Anhelo tierno de Kushina; ellos lo querían mucho, más que a nada en el mundo, no porque fuera la reencarnación de Minato, ni por sus particulares marquitas o esas coquetas y largas pestañas, tampoco porque su hijo naciera como doncel y eso lo hacia el único en toda la aldea para ser la envidia de muchos otros padres y menos por ser descendiente del apellido Uzumaki. Lo amaban más por ser el lazo que los unía como pareja y familia, una familia de tres, que bonito número, tres.

A pesar de sus diferentes roles como shinobis de la aldea de la hoja eran padres y lo disfrutaban. Aunque tuvieran que enfrentar situaciones difíciles.

_ ¡Cielo santísimo! ¡NARUTO! ¡VAS A VER!_ Miró a su hijo que tenía la carita llena de lodo dentro de la casa con las manos pintadas de barro hasta los codos mientras le dedicaba una mirada imperturbable a su mami._ ¡NIÑO COCHINO, ESO NO SE HACE!._ El habanero sangriento entro en acción y Naruto lo sabía por su cabello y palabras crueles._ ¡¿tienes algo que decir!?._ Con el ceño fruncido y las manos hechas puños en las caderas.

Naruto herido se echó a llorar y para recibir consuelo se fue corriendo hacia la cocina donde estaba su papi con un delantal rosado preparando la comida dándole la espalda.

_ ¡Naruto! ¡Mi corazón de melón!, ¿Qué sucede?_ se giraba y con rapidez, limpio sus palmas apresuradamente en el delantal para inclinarse y extender los brazos para así recibir a su pequeño que llorando se arrimaba corriendo ocultándose en su abrazo protector. _ Ya, ya, ya paso, tranquilo.

_Minato_ Por la entrada estaba Kushina con todos los pelos parados demostrando su enojo y causa aparente de los lloriqueos de su hijo.

_Kushina, no te pongas así, asustas a Naruto, ¡míralo como esta!

_ ¡si vieras lo que hizo en la sala estarías como Yo!

_Sea lo que sea que haya hecho no creo que sea razón suficiente para enfadarte tanto te vas hacer vieja más pronto_ entrecerró los ojos aun con su nene en brazos_ Creo que te estoy viendo unas canas.

_ ¡TKS, MINATO, DATTEBANE!_ Mas cabreada aun.

_ Está bien, iré a ver que hizo, pero insisto en que no debió ser tan grave.

[***]

_Okey, lo admito, me equivoque, pero podemos solucionarlo, ¿de acuerdo?_ Tenía un ligero tic en la ceja y la boca chueca intentando mantener una sonrisa.

Los tres estaban parados en el umbral de la puerta viendo el desastre que había hecho el pequeño, había lodo por todos lados y cuando se refiere a todos lados es a ¡todos!; en los sofás, en el techo, encima de la mesa para café, hasta dentro de los cajones y por encima de la tele, cabe destacar que también había ranitas y sapos saltando por todas partes, de los charcos a las plantas que había en la sala, pertenecientes a la mujer pelirroja. Y no eran precisamente ranas y sapos de tamaño común, sino de las grandes.

_ Te lo dejo solo un rato en lo que voy al mercado mientras haces la comida ¿y no puedes cuidarlo? _ Con el ceño fruncido y agarrándose el puente de la nariz.

_Claro que puedo cuidarlo, ¡Míralo!, esta ileso._ Defendió simplón el rubio de cabello un poco más largo mientras alzaba al pequeño.

_ La próxima vez me lo llevare de compras conmigo. Ahora limpien este desastre._ Dicto firme.

Rubí SangranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora