12. Hermoso Atardecer

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Estaba tan asustada que ni podía gritar. Traté de zafarme de su agarre para huir pero no pude. La desesperación me ayudó a gritar por ayuda y alejarme tan siquiera un poco.
Entonces escucho una pequeña risa familiar.
"Valeria cálmate, soy yo," me reaseguró Mario.
Que bien, acabo de quedar como una ridícula frente a él.
"Mario me asustaste!" le dije algo enojada.
"Perdóname, pero se me hizo divertido y lindo."
Por un lado, no coincidía con él pero por el otro me hizo sonrojar al escuchar la palabra 'lindo/a'. Lo cual me parecía algo tonto pero tierno a la vez.
"Ya puedo quitarme esto?" le pregunté impacientemente.
"Aún no hermosa. Caminaremos algunos pasos más y luego yo te la quito."
"Okay."
Al comenzar, por poco me caigo, pero afortunadamente Mario me tenía bien agarrada de la cintura.
"No te preocupes, no te voy a soltar," me dijo acercándome más a él.
"Falta un poquito más... Está bien, ya llegamos," empezó a descubrir mis ojos.
Frente a mí, había un hermoso atardecer que me llenaba de asombro. Volteo a verlo y se encontraba sentado en la manta de picnic con la comida en medio. Lo acompañé y me dio un sándwich. Tal vez todo esto parecía algo simple pero para mí fue muy especial.
"Que hermoso lugar. Desde aquí se ve el atardecer perfectamente," fue lo primero que se me ocurrió en decir.
"Pero no se compara con la belleza que está frente a mí," me sonrió.
Bajé la mirada sonriendo y dándole las gracias.
"Empaqué varias frutas en la canasta para que escojas," me dijo cuando ya casi nos terminábamos el sándwich.
Comencé con el contenedor de sandía, hasta terminar con las fresas.
"Si quieres, puedes endulzarlas con un poco de chocolate," me sugirió.

-Narra Mario-
Miré como sumergió la fresa en el chocolate y la llevó a su boca. Aquella boca que se me antojaba probar desde el comienzo del picnic.
"Tienes de este- chocolate en tu-"
Ella se enrojeció al darse cuenta que tenía chocolate en las orillas de su sonrisa.
"Ya?" me preguntó.
No sé porque, pero me sentí muy atraído a aquellos labios rosados, como un imán atrae al metal.
"Um no, aún tienes poquito ahí," le mentí.
"Dónde?" preguntó limpiándose.
"Aquí..." agarré la servilleta de sus manos, acercándome más a ella.

Más Que Una Bautister || Mario Bautista [TERMINADA - Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora