Pide un deseo » joel pimentel || TERMINADA

2.

—Se cortó el cabello —dije como si habláramos de una chica común y corriente. Christopher iba pateando una piedra que se encontró en el camino.

—¿Sigues extrañándola? —me miró y dejo atrás su distracción, di gracias por eso porque empezamos a caminar más rápido.

—Sólo a veces. Quiero decir, a veces hasta sueño el recuerdo de cuando terminó conmigo, y es cuando las cosas se vuelven a poner mal.

—¿Sigues pensando que es perfecta?-dijo rodando los ojos.

—Siempre supe que no era perfecta. Pero aún así sigue siendo muy atractiva —por más que se haya portado mal conmigo, seguía siendo muy guapa.

—Ay, Dios mío —dijo Chris con expresión asqueada. —Mira, amigo, es un poco linda, sí. Pero tienes que admitir que hay culos y piernas que son...—lo interrumpí porque me daba vergüenza que alguien viera los movimientos que hacía Christopher con las manos para representar el trasero y piernas de las mujeres.

—Sí sí. Ya me lo has dicho muchas veces —dije precipitadamente.

Vanessa no era de esas típicas chicas que parecen sacadas de una revista, era bastante normal, aunque su atractivo principal, además de su sonrisa, era el pecho, y ella aprovechaba al máximo de su atributo y siempre había más de un chico... o chica, que no podía apartar la vista de su potente escote.

—¿Fantaseas con ella? —dijo Chris mirándome seriamente.

—Cielos, Chris.

—Es importante saberlo, tal vez te sigue afectando porque recuerdas esos momentos con ella.

—No fantaseo con ella, Chris —susurraba y veía a todos lados para asegurarme de que no lo escuchasen.

—Entonces no entiendo el maldito problema.

—Ya no puedo pensar nada positivo cuando la veo.

—Eso es lo que debes sentir por las ex novias que te rompieron el corazón, ¿no?

—Es una mierda —dije frustrado. —Odio que con su mera presencia en la clase de Historia, me desmoroné al pensar en lo que hizo. Y ¿sabes algo? Sigue teniendo esa maldita sonrisa que cautiva a cualquiera. Imagina la vergüenza que hubiese pasado si me pongo a llorar.

Llegamos al edificio donde tendríamos la clase de francés, empezamos a subir los escalones en silencio. Christopher se detuvo y me miró.

—Mira, Joey, si quieres podemos saltarnos la clase de francés por hoy. Podemos ir a tomar un café, o algo así.

—No, es el primer día. Además necesito tener la mente ocupada. —tenía razón, si nos íbamos, me la pasaría todo el camino pensando en lo que pasó, y empezar a aprender algo de lo que yo no tenía ni idea más que bonjour,  me tendría lo suficientemente entretenido por lo menos dos horas.

Estábamos doblando el pasillo cuando la profesora abría la puerta del salón.

...

—Hola, soy la profesora Charlotte Pierre, nací en Saint-Tropez y bueno...—dijo la profesora  suspirando. Empezó con un discurso sobre lo hermosa que es Francia y aprender el nuevo idioma.

—Oh, no —se quejó Chris para que sólo yo lo oyera. Las bancas eran de dos plazas, así que como era de esperarse, nos sentamos uno al lado de otro. —La cantaleta que sueltan los profesores explicando lo importante que es aprender un segundo idioma, lo romántico que es aprender una lengua como esa, los orígenes del idioma y blah blah blah. Despiértame cuando empiece lo importante —se acomodó para tomar una siesta mientras la profesora seguía hablando de lo apasionante que era aprender a hablar francés.