3.

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Salimos media hora antes de lo esperado de la clase de francés, lo único que hicimos fue ese ejercicio de presentación.

Íbamos camino al estacionamiento cuando Chris empezó a hablar.

—Deberías salir con alguna de las chicas de francés, la cerebrito parece tu tipo de mujer.

El grupo de Mayte pasó a unos metros de nosotros, no nos tomaron importancia porque ni siquiera se despidieron, estaban muy concentrados platicando.

—No lo creo.

—¿Hace cuánto no tienes una cita?

—¿Para qué? —evadí la pregunta  —¿Para que me ilusione y al final me engañe con alguien que "sí la hace sentir bien"? Ya pasé por eso, gracias.

—Ay, amigo, deja atrás esos traumas del pasado, ¿qué no fuiste a terapia después de tu ruptura?

—Sí, lo hice. Y me ayudó bastante, pero estoy convencido de que si evito todo eso no volveré a estar así de deprimido.

—Jamás había escuchado tal mierda —protestó. Llegamos al Fiesta y subimos a él.

—En serio. No me interesa —rodó los ojos. No insistió más y pasamos todo el camino hablando de todo lo que pasó el primer día (además de Vanessa).

—Bueno, no es un buen primer día si no hay drama —dijo cuando estábamos afuera de mi casa. —Nos vemos mañana Joey.

—Adiós, Chris.

Estaba a punto de bajarme del auto cuando dijo:

—¿Tienes planes para el viernes?

—Por ahora no.

—¿Vamos a tomar algo donde siempre?

—Claro —sonreí.

—Hola a todos. —saludé a mi mamá y a dos de mis hermanos. El mayor, Emanuel; estudiaba la universidad en Guadalajara, a unas doce horas de la Ciudad de México, donde yo seguía viviendo, Emanuel sólo estaba en casa en Navidad y a veces en verano. Yo era el segundo de cuatro, Israel y Gabriel estudiaban la preparatoria. Comimos juntos y todos hablamos del primer día de clases.

Todo en la tarde transcurrió normal, hice la tarea en mi cuarto, no era demasiada, solo unos cuantos conceptos para la clase de Historia. Terminando decidí ponerme a tocar guitarra. Creo que fueron demasiadas horas ya que cuando menos me di cuenta ya estaba oscuro afuera.

Alguien tocó la puerta de mi habitación, dejé de tocar acordes.

—Joey, es hora de cenar —dijo mi mamá desde afuera.

—Gracias, ma'. Pero creo que paso —empecé a tocar otra vez.

—¿Estás enfermo? —dijo aun afuera más alto para que la escuchara sobre el sonido de la música.

—Es que no tengo hambre —contesté aún sin dejar la guitarra. Mi madre abrió la puerta y entró. Ahora sí dejé de tocar. Se sentó en la cama y me miró.

—¿Seguro que no estás enfermo? —me tocó la frente. —No tienes la temperatura alta.

—Sólo no tengo hambre.

—Cariño, te conozco desde hace 18 años, y desde que llegaste a casa has estado más callado que de costumbre. Y has tocado esa guitarra toda la tarde. ¿Qué va mal?

—La profesora de francés nos obligó a presentarnos en frente de toda la clase —dije como si eso fuera lo peor que un maestro pudiera hacer.

—¿Y qué tal?

—Salió bien después de todo.

—¿Y qué más?

Sabía que a mi madre no le podía ocultar las cosas.

—Vanessa está en mi clase de Historia —se me quebró la voz. —Te juro que trato de ignorar lo que pasó, mamá. Te lo juro. —me abrazó fuerte.

—Ya, Joey. Ya pasó.

—No pasó —dije separándome de ella. —Voy a tener que verla cada lunes, miércoles y viernes todo el año escolar. Tengo miedo de no poder con eso.

—Joel —dijo firme sin que sonara como a regaño —Deja de pensar que eres débil. Eres una persona fuete. Y no debes seguir permitiendo que esto te afecte. Ya caíste antes, ahora debes levantarte.

—Ya sé, y lo haré... Te lo prometo.

—Yo no debería ser la persona a la que le prometes eso —me sonrió. —¿Nada bueno pasó además de todo eso?

—Pues hablé con alguien —sonreí. —Creo que viene de algún lugar del Caribe, su acento es gracioso.

—¿Y ninguna chica guapa? —me miró sonriendo

—No —dije al instante.

—Eres un mal mentiroso, cielo.

—Todas las chicas que estudian música son egocéntricas, mamá.

Pide un deseo » joel pimentel || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora