9.

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No comenté nada del musical en casa. Planeaba mantenerlo en secreto así no recibiría presión por parte de mi familia, ni de Chris. Me quedaría con el papel que el profesor Montanaro me asignara y no tendría que pasar por el terrible momento de audicionar frente a la clase. Tal vez suene tonto, puesto que estudio música. Pero aún no me sentía listo para enfrentarme a ese miedo.

Llegó el viernes, y con él, la clase de francés.

—Repitan conmigo.—dijo la maestra Pierre, que nos enseñaba como decir "estoy enamorado de tí",  qué cursi. —Je suis tombeé amoureux de toi

Je suis tombeé amoureux de toi—repetimos todos, no de manera perfecta, pero estábamos bastante cerca, todos excepto...

—Ye sui tombeamoru de tuá. —decía Christopher provocando mi risa.

—Vamos amigo, no es tan difficile —dije riendo más con su frustración.

—¿En que momento acepté inscribirme a este torpe idioma contigo?

—En realidad fuiste tú el que sugirió inscribirnos a francés para no quedar como un imbécil cuando conquistaras chicas francesas...

¡Silence! —reprendió la maestra .—Christopher, Joel. Siempre están interrumpiendo la clase. Sepárense.

—¿Qué? —dijo Chris sin creer que la maestra Pierre hubiese perdido la paciencia.

—Christopher, vas a sentarte junto a Samantha. Rebecca, siéntate con Joel.

Todos nos mitraban y yo no podía estar más rojo de la vergüenza.

—Ay, ¿no podría ser al revés? —reclamó Chris haciendo que la profesora se impacientara más.

—Deja de hacernos perder más tiempo y cambien de lugar. 

Eso hicieron, Becca no parecía tener problema por cambiar de lugar, ambos nos sonreímos. 

Pierre nos dejó practicar con los compañeros de banca.

—Eres muy buen. —dije impresionado por la fluidez.

—¿Tu crees? yo siento que exagero la pronunciación.

—El que exagera es Chris y por eso le sale terrible —ambos reímos en voz baja. —Aunque parece que no tarda en entender todo.

Miré a Sam y a Chris, ella le explicaba con mucha paciencia la pronunciación de cada palabra, y Chris escuchaba con atención y desde donde estaba pude notar como la mirada de mi amigo quedaba clavada en los labios de Sam... pero tal vez era simplemente por la atención que debía tomar. Rebecca también los miraba. Me fijé en su outfit, jeans básicos y un top negro, recorrí con la mirada la espalda, desde el cuello hasta donde iniciaba el pantalón... me reprendí a mi mismo mentalmente, me estaba comportando como Christopher.

—¿Sigue en pie la cita doble del sábado? —dijo Becca sacándome de los pensamientos.

—Claro que sí —sonreí. —Chris está entusiasmado de salir contigo. 

Sonrió mostrando sus dientes. —Qué lindo.

—Sí... yo también estoy emocionado... nervioso en realidad.

—¿Te gusta Sam?

—No... sí, bueno... es muy guapa e inteligente; y no lo digo porque es tu amiga. Es que... estoy nervioso, tengo miedo de arruinarlo todo, y nadie se merece una cita desastrosa —confesé.

—¿Por qué tendrías que arruinarlo?

—No soy una persona de muchas citas —hice una mueca, —no he salido con alguien en... un tiempo.

—¿Qué tanto es "un tiempo"? —arqueó una ceja.

—No quisiera decir eso —dije apenado.

—Si te sirve de algo, —dijo con mirada comprensiva. —yo no he salido con ningún chico desde hace un tiempo también.

—¿Qué? ¿Tú?

—¿Me veo tan fácil? —dijo seria.

—NO —dije de inmediato. —No no no. Es decir, es que... es extraño que una chica tan.. pues, que alguien como tu no, ah...

—Ya, estaba bromeando —dijo volviendo a sonreír. —No he tenido una cita en dos meses.

—Dos meses —dije. —Yo no he salido con alguien desde hace dos años —dije mirando al frente. —Seguro has de pensar que soy un perdedor...

No recibí respuesta de ella porque la maestra Pierre finalizó la clase. 

Chris y yo nos despedimos de Becca, Sam, y la pareja fabulosa (Richard y Mayte).

—¿Qué tal la clase de francés con mi cita? —preguntó Chris cuando estuvimos dentro del auto.

—Todo estuvo demasiado normal, ¿Te divertiste en la tutoría con Sam?

—Me trataba como a un niño —rodó los ojos.

—Te comportas como uno —reí.

—No es cierto —dijo con sus enormes ojos infantiles.

—Sí, es cierto.

—¡No! —reí ante su comportamiento.

Llegamos a donde siempre salíamos cuando teníamos ganas de comer fuera y pedimos lo de siempre, hamburguesa con papas, y malteada. Sí, tal vez suene asqueroso, pero jurábamos que era la mejor combinación.

Reconocí al tipo que nos trajo nuestras órdenes. Iba en mi clase de teatro, pero parecía no reconocerme (gracias a Dios).

—Dos hamburguesas con papas. Dos malteadas de chocolate ¿algo más?

—No —dije de inmediato tratando de no alzar la cabeza, pero no sirvió de nada por el popular de mi amigo... no podía culparlo.

—Yo te conozco —dijo a Chris y este sonrío amistoso, como siempre. —Eres Christopher Velez, voy contigo en la escuela... y contigo también —me señaló —estás en la clase de Montanaro ¿vas a audicionar?

—¿Audicionar? —preguntó Chris confundido.

—David, estás aquí para trabajar, no para socializar con los comensales —una voz cerca de la cocina llamó al mesero.

—Lo siento, chicos. Tengo que trabajar —dijo un poco apenado.

No miré a la cara a Chris, me hice el muy concentrado en comer las papas. Sentía su mirada acusadora en mí.

—¿No vas a decir nada? —dijo empezando a comer. Noté algo de reproche en su voz. Suspiré. —¿Era lo que me ocultaste ayer? ¿Por qué no querías que me enterara?

—Sabía que si te decía me ibas a forzar a audicionar para el protagónico...

—Yo nunca te he forzado a nada. Solo te reto y después aceptas, eres tú el que toma sus decisiones —dijo demasiado serio.

—Sí —dije aún sin mirarlo a la cara.—Pero es que en verdad no quiero audicionar. Si no lo hago, simplemente me asignan uno de los personajes menos importantes. Ya es suficiente carga para mí el saber que voy a tener que cantar, bailar y actuar en el teatro de la escuela.

—Estás estudiando música.

—Ya sé, ya sé que estudio música, pero no estoy preparado.

—¿Y cuándo vas  a estar preparado, Joey? Tienes que enfrentarte.

—No voy a audicionar —dije con decisión.

—Yo podría ayudarte. Tu madre y tus hermanos podrían ayudarte. Ya te hemos escuchado cantar, no lo haces mal, Joey. En verdad creo que deberías...

—No, no debería —dije más firme y el suspiró frustrado.

—Eres mi mejor amigo, siempre querré que seas el mejor.

Me quedé callado, y, afortunadamente, cambió de tema.

—¿Estás listo para mañana?

—Por supuesto que no. Pero ya no hay marcha atrás.

Pide un deseo » joel pimentel || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora