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Cuando faltaban sólo dos semanas de mi cumpleaños número 16, Adam me compro un teléfono, uno para volver a hablar como antes.

Y lo acepte.

Susurros.

Mis noches estaban llenas de susurros.

Noches de lluvia, noches de luna llena, noches sin estrellas, no importaba, no había noche que él y yo no habláramos.

Con el Pasar de los AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora