Capítulo 20.

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Lía...

Para ser honesta ya no sabía ni el maldito momento en el que vivía... Todo pasaba tan rápido alrededor de Mateo y lo mas triste es que yo no podía hacer nada...

Me encontraba en la espaciosa cama de la cabaña, enredada en las sábanas con un mar de lágrimas corriendo por mis ojos...

Eran aproximadamente las 10 de la mañana y desafortunadamente había pasado toda la estúpida noche al lado del bastardo que abuso de mí... que más podía hacer?
Intentar huir no era opción para mi pues Mateo era imposible de engañar y de escapar...

Me senté intentando verificar si Mateo se encontraba en la habitación y para mi buena suerte no se veia por ningún rincón..

Me levanté apresurada y corrí hacia la puerta para poner el seguro y al menos poder ducharme con un poco de privacidad.. aunque no es como que Mateo no me haya visto desnuda...

Las lágrimas se acumularon en mis ojos una vez más cuando me mire al espejo..
Era una Lía diferente, triste, aterrada, llena de odio... Mateo había destruido a la Lía anterior y eso jamás se lo perdonaría...

Tomé una larga y relajante ducha con agua caliente intentando olvidarme de mis penas y obtener un segundo de paz. Sin embargo las horrorosas imágenes atravesaban mi cabeza como espadas de doble filo y hacían que llorara de nuevo...

Escuche que alguien tocó la puerta y me alarme al instante, sólo Mateo se encontraba en la cabaña junto conmigo y éra una horrible sensación el saber que se encontraba cerca de mi con toda la fuerza y oportunidad de hacerme daño una vez más.

Tomé una toalla apresuradamente, envolviendo mi cuerpo en ella y corrí hacia la puerta del baño para asegurarme que estuviese cerrada...
Era una extraña sensación, como de suspenso, y los nervios se apoderaban de todo mi cuerpo acortando mi respiración y agitando mis latidos.

"Lía? " escuche por un instante...

Me petrifique ante su voz e internamente comence a entrar en pánico.

"Lárgate!!!" Exclame aterrada sabiendo que se trataba de Mateo...

"Abre la puerta Lía..." espetó con un tono amenazante que escalofrío toditas mis entrañas...

"No!!!" Respondí  haciéndome la fuerte...

Éra sorprendente la maldad que existía en éste hombre, no podía durar un segundo sin intentar asustarme o intimidarme, éstaba arta de el y deseaba con todo mi corazón desaparecer de la faz de la tierra...

Un silencio invadio la habitación y me suspuse que Mateo se había marchado por lo que mis músculos se relajaron un poco en cuestión de segundos.

Sequé mi cuerpo con la toalla velozmente y desenredé mi cabello con un sepillo rosado que se encontraba sobre el tocador del baño.

Me miré al espejo por última vez, suspiré hondo y con escalofrios en el vientre abrí la puerta del baño esperanzada de que Mateo no estuviese ahí esperando al acecho...

Para mi buena suerte me encontraba totalmente sola en la habitación con un silencio incómodo que rodeaba cada rincón del lugar.

En la cama yacía un hermoso vestido azulado con destellos plateados. Era casual pero muy formal a la vez.
Definitivamente Mateo lo había dejado en la cama con la intención de que me lo pusiese pero eso no íba a pasar. No pensaba darle el gusto en absolutamente nada, y si obsequiandome cosas éra la forma de querer sentirse mejor por la bajeza qie había cometido estaba totalmente equivocado.

"Maldicioooon!" Grité fuertemente al no encontrar por ningún estúpido rincón mi ropa original..

El muy maldito se la había llevado con toda la intención de molestarme sabiendo perfecramente que me reusaria a utilizar el vestido que el me había traído...

Te Encontré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora