Justin Bieber

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Justin Bieber, una pesadilla viviente. No puedo dar ni un paso sin tener miedo a que me esté siguiendo, pegado a mí tal chicle a un zapato. Tres semanas encerrada y me estoy volviendo loca. Tan loca como él, y pensar en ello hace que esté perdiendo la cordura de a poco, lentamente mi sentido común va desapareciendo.

Mi teléfono vibra sobre la mesa de café situada en el centro de mi salón, leo quién llama y mi corazón late como si quisiera salirse por mi garganta. Es número desconocido, pero yo sé que no es ni lo mínimo desconocido para mí. Gracias a el he cambiado mi número telefónico dos veces por mes, esta es la séptima vez. Temo a que el reloj entone ese sonido cada vez que pasa una hora, me indica que Justin llamará una vez más en el día. Es imposible lidiar con su obsesión compulsiva, y todos salimos afectados, en especial él.

—Justin, podrías dejar de llamarme —descolgue la llamada para darle el gusto, quién sabe que podría hacer un psicópata como el.

Por más que esté asustada y tema por mi vida, no puedo hacer nada más que ser condescendiente con él. La policía no quiere proceder con esto, no tienen pruebas concretas, pero sé que Justin tiene el suficiente dinero como para sobornar a la maldita policía.

Oigo un jadeo al otro lado de la línea, Justin acaba de darle morbo el hecho de haber dicho su nombre mientras el oye.

—Me encantas —titubeó —Amame por favor, Lissie.

—No tienes permitido llamarme por mi apodo —digo cortando lo que está diciendo.

—Amame por favor, Elizabeth —después de eso, sólo oí balbuceos de su parte.

—Basta —hago una intercepción, éste se calla de inmediato —Deja de llamarme si no quieres tener problemas con la policía.

—Ellos no son problema, cariño —ríe, la risa se va apagando haciéndola grave. Mi corazón se oprime en su hueco, la risa amenazadora que se escapó de sus labios me resultó más que perturbadora.

La llamada se cortó a causa de Justin,
un sonido contínuo y sumamente aterrador se apoderó del salón.
Mi sistema nervioso comenzó a alterarse cuando pude oir el pomo de la puerta principal ser forcejeado.

El estuvo fuera de mi casa, espiando. Tener una vida tranquila no es una opción para mi, como mencioné, con Justin es imposible hacer cosas sin que el esté presente y a unos cinco metros de mí.
Sabe más de mi que yo misma. Sabe que champú y bálsamo utilizo, inclusive el perfume que uso y cuando lo uso. Ignoro su presencia y cuando no, puedo ver la cámara que cuelga de su cuello. Quién sabe que tipos de fotos tendrá de mí. No descarto la opción de que me haya tomado fotos desnuda, me dan ganas de querer vomitar cada vez que pienso que es lo que hace con esas fotos.

Me levanto rápidamente y me dirijo a la cocina para coger lo más próximo a mí, una sartén. Oigo como la persona entra a mi casa. Ahora sí. Mi corazón está apunto de salirse por mi garganta. Cuando le veo, trago saliva. Me oye y me observa con una expresión aterradora.

Él es el depredador, listo para agarrar con sus garras a la indefensa presa.

No me da tiempo para reaccionar cuando siento sus grandes manos alrededor de mí para contenerme, acerca un paño a mi nariz y huelo rápidamente. Un olor más fuerte que el del alcohol invade mis fosas nasales, forcejeo pero es inútil. Justin lo logró.

.

—Hola, nena —siento un leve cosquilleo en cuello cuando los labios de Justin lo rozan. Echo mi cabeza hacía atrás —Oh, no lo hagas más difícil, Elizabeth —una venda cubre mis ojos mientras que mi boca es cerrada por un pedazo de cinta.

Varios jadeos salen de mis labios, pero la cinta impide que sean sonoros. Grito pero es inútil, se ahogan en mi garganta.

—Por favor —murmuro sin exito.

—¿Cómo has dicho? No he escuchado, preciosa.

Suelto un último jadeo cuando Justin quita la mordaza de mi boca y las vendas de mis ojos.
Una sonrisa de loco psicópata adorna su rostro, cierro los ojos asustada.

—Abre los ojos —obligada, los abro.

Se acerca tan despacio a mí que creo que me desmayare. Su perfume inunda mi nariz, dejándome aturdida de lo delicioso que es.

—¿Te gusta? —ríe —Por supuesto que sí, por eso lo uso —su risa se intensifica.

Su dedo índice viaja por mi mandíbula a mis labios, pasa éste por el superior y después por el inferior. Veo sus intenciones cuando lame los suyos y muerde el inferior, retrocedo. Me lleva ligeramente hacía adelante y veo sus mejillas avivarse cuando finalmente sus labios se topan los míos. Su respiración erratica con la mezcla de los latidos desbocados de su corazón son lo único que se oye en la habitación fría y húmeda. Por inercia, sigo el beso que tanto ha esperado. Los labios de Justin se sienten tan bien contra los míos que olvido todo lo que está ocurriendo.

éste one shoot va dedicado a chilidrauhl, espero que te haya gustado.

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One Shots {2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora