Capítulo 19

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Pov Anastasia

Sé por Mia que Christian se quedo a dormir, está en la sala con Elliot y Ethan. Muchas personas optaron por quedarse a dormir, por eso ellos están ahí. Sólo yo tengo un cuarto para mí sola.
Son casi las 3 de la mañana, y me muero de hambre, así que bajo a la cocina y me como un pedazo del pastel que quedó.
Cuando voy a volver al dormitorio, veo a Christian abrazando una almohada, y no se ha quito la ropa que traía, él odia dormir así.

Luego de que terminó la fogata, él se fue a caminar solo, me dijo que ocupaba pensar. Sé que he sido muy dura con él, incluso después de que demostró que todo era parte de un plan, y que nunca dudo de mi amor. Se ha enfrentando a eso él solo, por no querer molestarme a mí.
Ya no quiero verlo tan mal, ha perdido peso y se ve muy triste.

Mi cama es muy grande, y sé que conmigo puede dormir más cómodo y con menos ropa.
Así que me acerco con cuidado de despertar a Elliot, que está roncando casi encima de Christian.
Le acaricio el cabello, y el abre los ojos de golpe.
-Ven. Le susurro bajito.
-¿Ana? Me dice dormido
-Ven o te quedas aquí. Se levanta y se frota los ojos como un niño pequeño. Me dirijo al dormitorio y él se queda en la puerta.
-¿Esto es para fingir también? Me dice de mala gana y medio dormido.
-Cierra la puerta y ven. Me siento en la cama y lo veo entrecerrar los ojos por la luz de la lamparita.
-Ana, me muero de sueño, ¿son los bebés? Pongo los ojos en blanco y me vuelvo a levantar. Con cara seria le levanto la camisa y se la quito. Cuando voy a abrirle el pantalón, él me detiene.
-¿Tienes ganas de sexo? Le pego por el brazo.
-Sólo quiero dormir, quítate esa ropa y ven, rápido. Me acuesto y apago las luces. Escucho el sonido de la faja contra en suelo. La cama se hunde, y él se queda estático en su lado de la cama.
Estiro un pie, y acaricio uno de los suyos. Él me devuelve el gesto como tentando el terreno.

Me vuelvo lo más que mi vientre me permite, y lo jalo hacía mí, pero pesa mucho.
-Acércate, no te voy a morder Christian. Le reclamo.
-¿Me vas a dejar abrazarte en la intimidad de esta habitación en donde no tenemos que fingir?
-Sí.
-¿Cómo yo quiera?
-Como tu quieras, sólo abrázame y durmamos.

Él se enrolla a mí como una hiedra, mete su mano por debajo de mi pantalón de pijama y la deja sobre mi sexo. Coloca su cabeza en mi pecho, y se acurruca junto a mí.
Yo le acaricio la espalda, pero al llegar a su trasero, meto mi mano y le toco, y pellizco.
-Me duele. Me dice con esa voz de consentido que usa cuando tiene sueño.
-Duérmete. Le digo bajito.
-No me dejes solo.
-No, amor. Sólo duerme.

Y juntos, nos entregamos al sueño. Pero poco antes de que amanezca por completo, los niños se mueven demasiado, de modo que nos despiertan a ambos.
Christian saca la mano de mi sexo y acaricia mi vientre, él sigue casi dormido.
-Mmmmm, princesa duérmete. Aquí estoy, bebé. Deja su mano quieta, y la pequeña no se mueve más.
Está tan dormido que no se dio cuenta que estoy despierta. Cierro mis ojos, y vuelvo a dormirme.


Abro los ojos debido a la luz que entra por la ventana, estoy tan calientita y cómoda que no quiero moverme de aquí nunca.
Muevo mis pies para ir despertando a Christian, pero él ni se inmuta. Le rasco la espalda con las uñas suavemente, pero no se mueve.
Me incorporo, y lo veo en un sueño profundo, pero debemos levantarnos.

-Christian, cielo. Despierta. Le acaricio la cara. Él no se mueve, está imposible.
-Christian Grey, vamos. Tu familia nos estará buscando por todas partes por tu culpa.
-Ana, déjame dormir. Me refuña.
-No señor, son las 9 de la mañana ya, el desayuno era a las 8:30 a.m, tenemos que bañarnos y bajar rápido. Así que, levántate. ¿Por qué me estabas ignorando?
-Porque me gusta que me toques , si me levanto ¿puedo bañarme contigo?
-No, y ya en serio. Voy a bañarme yo primero. No te vuelvas a dormir.

Me levanto y busco entre mis cosas mi gel de baño, mi cepillo de dientes y mi ropa, paso de lavarme el cabello hoy, lo haré en la noche. Luego de hacer mis necesidades, me lavo los dientes, y me meto a la ducha.
Cuando estoy saliendo, me doy cuenta que no tengo ninguna toalla. Mierda.

-¿Christian?, ¿sigues aquí? Me puedes hacer un favor.
-Dime, amor.
-Se me olvidó sacar la toalla del armario, ¿me puedes pasar una? Siento mi cuerpo completamente ruborizado. No quiero que me vea desnuda, tomo una toalla de manos y la envuelvo por mis pechos, corro y me meto en la ducha, por dicha las baldosas tienen la parte de abajo un color más oscuro.
Él entra, y lo primero que ve son mis manos sosteniendo la toalla. Sus labios se curvan en una sonrisa de medio lado.
-¿Es en serio, princesa? Tú te lo pierdes, ten. Me tiende la toalla desde la puerta.
-Pásamela. Abro un poco la puerta de la ducha.
-No, ven tú. Estoy muy cansado para caminar. Maldito.
-No quiero salir, ven tú. No seas así, tengo mucho frío. Lo escucho suspirar, pero camina hacia mí.
Mete el brazo por el pequeño espacio que dejé, y me da la toalla. Se da la vuelta, y sale del cuarto de baño.

Rápidamente me cubro con la toalla, y me seco. Pongo mi sostén y me doy cuenta que no traje las bragas. Bien Anastasia, felicidades.
Me pongo el vestido, y salgo casi corriendo en busca de mis bragas.
Christian está sentado en la cama, pasándose las manos por el pelo.

-Ya puedes usar la ducha, yo te espero. Él solo me observa de esa manera en la que me derrite.
-Sí, señora Grey. Me dice desanimado, pero se levanta y cierra la puerta de la ducha.

¿Por qué me cuesta estar con él? No puedo acercarme, y tampoco quiero decirle que lo haga él. Parecemos dos niños comportándonos así.
Busco en mi maleta mis bragas, pero no las encuentro. Busco por toda la habitación, incluso reviso en las cosaa de Christian. Como no me ve, agarro su camisa, y la abrazo para sentir su aroma. Pero escucho que cierra la ducha, por lo que guardo todo y me siento porque estoy cansada.

Christian sale sólo con su pantalón, y toma la camisa que hace poco estaba a mi poder.
¿Y si él las tomo? Tiene ese manía, no sería la primera vez. Lo miro con el ceño fruncido.
-¿Qué te pasa? Me dice cuando se percata de que lo estoy viendo.
-¿Dónde están mis bragas?
-No lo sé, ¿estás segura de que las trajiste?
-Sí, Christian. Dámelas, no seas inmaduro.
-¿Ahora soy el inmaduro? Yo no las tengo, mientras te duchabas bajé por mi maleta, y luego volví, te pasé la toalla y ya.
-Estoy segura de que las traje, tendré que decirle a Kate o a Mia que me presten unas. Qué pena.

Me levanto, y me dirijo a la puerta.
-Ana. Me dice, y lo vuelvo a ver
Tiene mis bragas entre sus manos.
-¿No que no las tenías? Le reclamo.
-No creo que las de Kate o las de Mia te queden como te quedarían estas, así que ten. Camino hacia él, y cuando voy a tomar las bragas, él levanta el brazo, y con la otra mano me señala su mejilla.
-Tengo que tener un premio antes de dártelas, sino, pasarás el día sin bragas. Pongo los ojos en blanco, pero me pongo de puntillas y le doy un besito en la mejilla que me acaba de señalar.
Luego señala su otra mejilla, por lo que le doy otro beso. De repente me toma por la cintura y me acuesta con mucho cuidado en la cama.
-¿Qué haces? Le pregunto nerviosa.

Lo veo arrodillarse y tomar cada una de mis piernas para ir subiendo las bragas. Arrastra su nariz a lo largo de mis piernas conforme va subiendo. Me acomoda el vestido, y sube a la altura de mi cara. Me mira con sus ojos llenos de palabras, palabras que no me dice.
Acaricio sus mejillas con ambas manos, y él cierra los ojos y besa mis manos.
-¿Por qué nos hacemos tanto daño, Ana? Permíteme estar junto a tí, bebé.

No lo tolero más, me incorporo y lo empujo a él a la cama, tomo su rostro entre mis manos, y le beso toda la cara. Cuando beso su boca, siento como recupero el alma, el sostiene mi espalda con una mano, y con la otra sostiene mi rostro. Nos abandonamos en ese beso, le digo sin palabras que lo amo, que lo extraño, que me lleve a casa junto a él.

Solo quiero hacerte felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora