Capítulo 31

4.7K 230 3
                                    

Lo contemplo dormir, es hermoso. Sus pestañas son igual de largas que las de sus hijos, y desprende esa paz cuando duerme.
La vida de Christian ha sido tan dura desde su nacimiento, nunca he sentido lástima por él, porque siempre me ha parecido alguien fuerte y capaz de cualquier cosa.
Él nunca se da por vencido, sale adelante, es tan capaz, inteligente.
Meses atrás soñaba con su rostro, con su calor, con sus palabras, con su amor. Llegaba a casa y sentía que mi vida se desplomaba día a día. No permití que me vieran llorar o flaquear, pero solo yo sé lo destrozada que estaba, lo mucho que se llevó conmigo Christian. Siempre dormía en su espacio de la cama, ya que no soportaba sentir su ausencia, toda su ropa tuvo que ser sacada y donada porque no podía verla y no tenerlo a él. Sin embargo, conservé varias camisas que tenían su olor.
Ver fotos me rompía el alma, si bien estuvimos separados, jamás podría comparar el dolor de saber que esa persona no estará más, no podrás molestarlo, extrañarlo y tener la esperanza de volver a sus brazos. Estar en su oficina y saber que era él quien debía estar ahí, trabajando, haciéndome el amor.
Saber que tus hijos no conocerán a su padre es muy doloroso, más cuando ha sido el mejor papá del mundo. Christian ama a sus hijos, da su vida por ellos dos, son la luz de sus ojos.
Siento las lágrimas bajando por mis mejillas, ¿en qué momento lo dejé de amar? Lo seguí esperando incluso muerto, mi amor por él es ciego, estúpido, enfermizo. Amo a este hombre desde antes de conocerlo, amo a este hombre con toda mi alma, amo su risa, su calor, su protección, sus detalles, su forma de ser; Christian es la persona más increíble que conozco. El único hombre que me ha desnudado el alma, y sé que he sido la única que ha recorrido cada espacio de su ser.
¿Por qué él no logra verse por medio de mis ojos?, ¿por qué no entiende de una maldita vez que nadie podrá ocupar su lugar?
A este hombre le juré amor eterno, le juré mi compañía por siempre, porque no existe en este mundo un hombre que me ame tanto.

-¿Por qué estás llorando? Me dice Christian con su cara llena de sueño y preocupación.
-¿Me abrazas? Se incorpora y me pega a su pecho.
-¿Qué pasa?
-Júrame que no te vas a ir nunca.
-Me estás asustando, Ana. No me iré a ninguna parte.
-Te amo.
-Yo también te amo.
-Christian, te amo. Hundo mi rostro bañado en lágrimas en su pecho.
-Yo también te amo, Ana. ¿Qué pasa?
-Cuídame siempre, ámame siempre, permanece siempre conmigo. Estoy en medio de una catarsis.
-Anastasia, ¿qué sucede? Intenta subir mi rostro, pero lo evito.
-Te amo mucho.
-Yo también te amo, nena.
-Perdóname por todo, por no ser la esposa que mereces, por no valorarte, por no entenderte.
-Eres perfecta para mí, siempre lo has sido. Soy yo el que no está a tu altura.
-El día en que no encaje en sus brazos, el día en que no sienta mariposas cuando te vea, el día en que no seas tú lo único que quiera durante todo el día, el día en que no te tenga en mis pensamientos; ese día puedes decir que no lo estás. Ahora mismo me duele el alma de lo mucho que te amo.
-Yo te amo más.
-¿Puedo pedirte algo?
-Sí.
-Hazme el amor, necesito sentirte, sentirte en nuestra cama conmigo.
-Señora Grey, ¿le he dicho que está muy mandona?
-Te lo ruego, Christian. Te necesito.

***

Siento su calor, su respiración. Su miembro está dentro mío, pero no me molesto en sacarlo. Me acurruco en su costado, con cuidado de no lastimarlo. Lo siento abrazarme colocando su mano en mi trasero, me acaricia suavemente.
-Tengo que hacer algo que debí hacer hace mucho.
-¿Qué es eso, bebé? Lo observo esperando su respuesta.
-Despedir a Gabriela.
-¿Por qué estamos hablando de ella?
-Ya firmé su carta de despido.
-No me gusta ser así, pero no diferencia entre lo profesional y lo personal.
-¿A qué te refieres?
-¿En serio, Christian? Ella vive enamorada de tí.
-Nunca he sentido nada por ella, y lo sabes.
-Escúchame bien, tú eres mío. Lo veo fijamente.
-Eso lo sé, Ana. Si la despido es porque no hace no hace bien su trabajo, y vive dándome órdenes, cosa que ni tú que eres mi esposa lo haces.
-No entiendo por qué no les queda claro de una vez que eres casado, eso es muy feo. Christian sale de mí cuando se subo encima de él.
-Yo tampoco, pero si puedo evitar malos entendidos lo haré.
-Te lo agradezco, una mosca menos encima de tí. Le lleno la cara de besos.

Solo quiero hacerte felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora