Capítulo 20

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Pov Anastasia

-Gracias por las bragas, señor Grey. Le digo en cuanto recupero el aliento que este hombre y ese beso me robaron. Le acaricio el cabello que tiene cerca de su frente.
-De nada, recuérdame hacerlo más seguido.
-¿Vamos a desayunar? Le pregunto suavemente.
-No sé si pueda levantarme de esta cama después de ese beso. Activaste cada terminación nerviosa de tu esposo.
-Los niños tienen hambre, vamos. Me levanto y le tiendo mis manos para que se levante. Él las toma y me sonríe.

***

Pov Christian

Un mes después

Dios la amo, la amo más que a mi vida. Acabo de llegar a la empresa, y tengo en uno de los bolsillos de mi saco una foto de nuestros hijos, detrás hay una nota: "Ten un buen día, papi".
Quisiera pasar con ella todo el día, pero lamentablemente la empresa me necesita más que nunca. Estamos a punto de romper récords, y tengo demasiado trabajo por hacer.
Pero antes, tengo que devolverle el gesto a mi princesa.

-Andrea, puedes venir por favor.

***

Por dicha terminé todo lo que tenía que hacer, lo malo es que no he salido de esta oficina, y es casi media noche. No pude avisarle personalmente a Ana que llegaría tarde esta noche. Apago todo, y me dispongo a encaminarme a casa.
Ana y yo vivimos en la casa nueva hace unas tres semanas, hemos estado trabajando en los cuartos de los niños, quisimos hacerlo nosotros mismos. Mi pequeña ha trabajo desde casa, ya que se cansa constantemente.

Cruzo la puerta principal, y hay mucho silencio, supongo que Anastasia está dormida ya. Subo y entro a nuestra habitación. La encuentro acostada y profundamente dormida tal como lo predije.
Está hermosa, su cuerpo ha cambiado muchísimo, pero cada día la veo más hermosa, más brillante.
Me quito toda la ropa, y me pongo mi pantalón de pijama, me muero por abrazarla, y es lo que hago. Huele de maravilla, y está muy calientita. Te amo, princesa.

***

-Bebe, déjame levantarme. Hanna me llamará dentro de poco. La escucho decir, pero no le hago caso, me acurruco más en ella.
-Christian, por favor. Ya no eres un niño, levántate.
-No quiero, y no lo haré. La abrazo más.
-No te lo estoy preguntando, te lo estoy pidiendo. Levanto mi cabeza, y destapo uno de sus pechos. Se me hace agua la boca, la miro dejándole claro mis intensiones.
-Ni se te ocurra, es tarde. Frunzo mi ceño, ella sabe que conmigo va a perder. Me lo meto en la boca, y lo degusto. Estiro mi mano y froto su sexo con mis dedos.
-No seas malo, bebé. Ya caiste, mi amor.

Subo y la beso como si mi vida dependiera de ello, coloco mis manos en cada lado de su cara, y me como su boca. Su vientre está muy grande, por lo que es muy incómodo hacer el amor con ella en la parte de abajo, así que la tomo de las caderas, y la siento en la cama. Me quito mi pantalón de pijama de un solo movimiento y la acerco a mí.

-Señora Grey, déjame hacerte el amor antes de irme. Te necesito. Ella me regala una sonrisa, y se sienta sobre mí. Devora mi boca de la misma forma en que lo hice yo con ella. Sin pensarlo mucho la penetro, y siento la gloria.
-Christian, amor. Gime sobre mí, ella se desliza de arriba a abajo, y también, hace círculos con sus caderas. Se siente delicioso.
-Ana, sí pequeña. Así, no pares, amor. Ella me folla sin piedad, como nos gusta a los dos. Está tan apretada, y húmeda, sólo para mí.

***

-Anoche no te sentí llegar, ¿por qué tardaste tanto? Me dice Ana nerviosa, cosa que no me extraña. Últimamente está dudando mucho de sí mismo, y de mí.
-Porque estuve en la oficina trabajando, cariño. ¿Por qué estás tan nerviosa?.
-No me gusta preguntarte cosas tan estúpidas, sólo no me gusta que llegues tarde, y menos sin avisarme nada. Me reclama.
-Está bien, princesa.

Continuamos desayunando, y luego salgo hacia la empresa, hoy tengo una reunión con la embajada, lo cual requiere de mi presencia. Además, tengo pendiente las entrevistas de una nueva asistente ya que Oliva se fue a otro departamento.
Al llegar al lobbie de mi planta, me encuentro con el representante de la embajada, y con varias rubias esperando la entrevista. Todas me miran como si fuera un helado con pies, sin embargo, no detallo a ninguna, porque no me interesan.

***

-Señor Grey, mucho gusto. Mi nombre es Gabriela, y vengo por la entrevista. Chica número 5, y ya me estoy cansando.
-Mucho gusto, tome asiento y hábleme un poco de usted.
-Bueno, vivo en Seattle hace 10 años, pero soy de Italia. Tengo 27 años, y estudié administración de empresas y economía. Vivo acá sola, ya que mi familia vive en Italia.
-¿Por qué decidió venir por el trabajo si se puede dedicar a otras cosas?
-Mi padre fue el que me hizo estudiar todo eso con el fin de heredar su empresa, así que nunca he aspirado a dedicarme mucho a ello, esa es la razón.

Le pregunto varias cosas más que necesito saber, y sé que es a ella a quien necesito en ese puesto. Es bastante inteligente y centrada en lo que sus anteriores trabajos aparenta.


***

-Señor Grey. Abre de golpe Taylor la puerta y lo peor se cruza por mi cabeza.
-¿Qué les pasó? Dime Taylor. Le exijo gritando.
-Será mejor que nos demos prisa, la señora Grey se resbaló saliendo de la tina esta tarde, y parece que tendrá a sus hijos.
-¿Ella está bien? ¿Mis hijos? Salto en busca de mi saco y busco mis cosas.
-Ellos están bien, pero debemos apurarnos.

Salimos corriendo, y Taylor vuela sobre las calles de Seattle, internamente le pido a Dios que nos ayude, que no les pase nada a ninguno.
Llegamos en tiempo récord al hospital y paso dando gritos cuando encuentro a mi mamá.
-Mamá, ¿dónde están? Dime que todo está bien.
-Cálmate, Christian. Estábamos esperándote. Ana sufrió una caída esta tarde, de modo que le ocacionó un casi aborto, ahora tenemos que sacar a los niños antes de que sea muy tarde, ellos están bien, pero hay que darnos prisa.

Mi mamá me guía entre las personas, y me dice que tengo 10 minutos para hablar con Ana mientras preparan el quirófano.
Abro la puerta, y ahí está ella con Kate. Ambas están llorando y en cuanto Ana me ve, solloza aún más fuerte. Me acerco y la abrazo suavemente, intento buscar paz que no tengo en mí.
-Perdóname, Christian. Fue mi culpa. Me dice en medio de sus sollozos.
-Amor, no tienes nada que explicar. Ahora vamos a hacer lo que es mejor para los tres. Todo saldrá bien. Le beso la frente cubierta de sudor frío.

Y así pasamos durante casi una hora, en cuanto entramos al quirófano muchos doctores la tratan a la vez. Veo como abren el estómago de mi esposa para poder sacar a mis hijos, siento que me voy a desmayar, pero debo estar con Ana.
Ella apreta muy fuerte mi mano, y mientras repite que ama, escuchamos un grito lleno de euforia, mi mundo se detiene.
-Señor Grey, aquí está su hijo. Felicidades. La doctora me hace cortar su cordón umbilical. Lo tomo entre mis brazos, y siento que mi cuerpo sufre de parálisis, sólo existe él en este momento. Mi bebé. Mi campeón. Se lo tiendo a Ana en cuanto mi niña grita su llegada al mundo, y repito el mismo proceso que con el niño. Mi princesita.
Los cuatro estamos en nuestra burbuja, y siento lágrimas rodar por mis mejillas, no hay definición para lo que siento. Es el mejor día de mi vida sin duda.

***

Dos semanas después

Los niños han estado evolucionando muy bien, han estado en el hospital debido a lo prematuros que son. Tanto Ana como yo, hemos elegido sus nombres. Theodore y Phoebe Grey. Los bebés más hermosos de este mundo.
Hoy les darán la salida, gracias a que ya estaban muy bien desarrollados, y a su estado actual.
Estamos esperando a que nos entreguen a nuestros hijos, cuando vemos a mi mamá con ambos en sus brazos. Trae sus ojos llenos de lágrimas, y los besa como si su vida se fuera en este momento.

-Les entrego a este par de angelitos, son lo más hermoso que mis ojos han visto desde hace mucho tiempo. Nos vemos luego mis amores. Les da un último beso, y tomo a mis hijos en brazos, ya que Ana ha estado sufriendo con la herida de su cesárea.
Nos despedimos y vamos directo a nuestra casa.

Solo quiero hacerte felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora