Capítulo 29

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Pov Anastasia

Entra y sale de mí, ambos estamos llegando al climax, cuando tocan la puerta. Christian no para, y yo menos, estamos sumidos en nuestros cuerpos, nuestros sentimientos por el otro. Mi cuerpo cede al suyo, y el suyo al mío, nos venimos suave y hermosamente, lo siento temblar en mis brazos. Vuelven a tocar la puerta, pero ninguno puede hablar, estamos agotados. Christian besa mi cara, y yo beso la suya.
-Te amo, bebé. Le digo al oído.
-Yo lo sé, y te amo más, con todo mi corazón. Me besa demasiado suave, como si fuera de cristal.
-Amor, tenemos que vestirnos. Han estado llamado. Le digo, pero él no me suelta.
-No quiero dejarte ir.
-No me voy a ir a ninguna parte, vístete.
-Mamá me va a regañar.
-Yo arreglo la habitación, vamos a limpiarnos y a vestirnos.

Ambos vamos a limpiarnos, y luego nos vestimos a la velocidad de la luz. Cuando termino de acomodar la cama, veo a Christian jugar con las vías.
-¿Qué le digo? Me dice preocupado.
-¿Le tienes miedo a Grace? Me río a carcajadas.
-Está muy preocupada por mí. No pensé en nadie más que en tí. Me sonríe.
-Acuéstate, y yo me sentaré en el sillón.

Se acuesta y estiras las sábanas, de repente abren de golpe la puerta y vemos a Grace entrar enojada.
-¿No escucharon que los estamos llamando?
-Mamá, estábamos dormidos. Lo siento en serio.
-¿Me estás mintiendo?
-¿Por qué lo haría? Grace pone los ojos en blanco, y nos señala una cámara en una esquina.
-¿Dormiste bien, cariño? Le dice con sarcasmo.

Me tapo la cara con las manos, y deseo que la tierra me trague. Mi cara está como un tomate, pero al quitar mis manos noto a dos enfermeras con cara de haberse tragado un sapo cada una. Es mío, muñecas.
Ese sentimiento me hace sentir mejor.
-Mamá, somos esposos, teníamos un año de no vernos, y Ana no podía dormir, yo sólo quería ayudarla.
-¡Christian! Le grito mortificada por sus palabras.
-Te entiendo, pero estás en un hospital. Cuando estés en tu casa puedes ayudar a Ana las veces que quieras.
-No lo dudes.
-Te puedes callar, por favor. Tapo mi cara otra vez.

***

Pov Christian

Siento pequeños besos en mi cara, pero no son los besos de Ana. Abro mis ojos, y observo dos faros grises que pertenecen a mi princesa. Sigue besándome la cara, cuando por mi estómago siento las manitas de Teddy.
Veo a mi lado, y Ana está dormida. Tomo a Teddy para que no se caiga y lo pongo en la cama junto a Phoebe.
-¿Qué les pasa, mis amores? Ambos me sonríen
-¿Tienen hambre? Fruncen el ceño.
-¿Quieren que despierte a mami? Fruncen el ceño.
-¿Quieren jugar? Sonríen ampliamente.
-Primero los baño, desayunan y luego jugamos.
-Ambos aplauden.

Los tomo antes de que Ana se despierte, y hago exactamente lo que les prometí.

***

-Y así está la empresa, Christian. Todo a salido muy bien gracias a Ros. Vuelvo a ver la sonrisa diabólica que tiene de ¿Qué harías sin mí?
-Gracias a ambas por no dejar que la empresa se viniera abajo, desde hoy yo volveré a tomar las riendas, y Ana estará en la editorial.
-¿Nuestras vacaciones?
-Cuando esté enterado de todo tú las puedes tomar, y Ana sabe que ella es la que manda.
-¿Cuál cara crees que harán Andrea y Gabriela cuando lo vean? Le pregunta a Ana.
-Andrea se pondrá feliz, Gabriela más.
-¿Por qué lo dices en ese tono?
-Desde que pasó el accidente ha sufrido tu muerte tanto como yo. Seguramente intentará seducirte. Dice Ros.
-Lo intenta y se va, ella sabe que no juego como ella.
-¿Cuándo debes volver al hospital?
-Cuando los resultados estén, Ros. La verdad estaba harto de estar ahí.
-Me imagino. Ana, hoy vas a tener dos reuniones de negocios; a menos que decidas ir tú, Christian.
-Prefiero que Ana se encargue de los negocios que ha hecho mientras termino de organizar las cosas aquí. Debo enviar un correo a todo el personal para que sepan de mi regreso. Tengo otros planes.
-Bueno, si no hay más, creo que deberíamos irnos, Ana. No te vuelvas a ir, Grey; esta empresa es muy aburrida sin tí.
-Dalo por hecho, Ros.

***

-Sí, estoy muy bien. De hecho, acabo de mandar un paquete a su nombre, espero poder agradecerle con eso todo lo que hizo por mí. Prometo visitarlo junto a mi esposa e hijos.
-Me alegro mucho, hijo. Estaba esperando noticias tuyas, me tenías preocupado.
-Estoy muy bien, regresé a mi casa, y a mi vida.
-Espero que sigas siendo ese gran hombre de negocios.
-Lo llamo desde mi oficina, de hecho.
-Qué alegría.

***

-Señora Grey, aquí están estas cartas que llega.... Andre se queda estática cuando me ve sentado en mi silla.
-Buenos días, Andrea. Supongo que aún no han enviado el correo con la explicación a lo que estás viendo.
-No. Responde rápidamente.
-Cuando lo leas, puedes preguntarme lo que quieras.
-Ha cambiado mucho, está muy cambiado quiero decir.
-Sí, y es por eso que necesito varias citas con Claude, por favor.
-Como usted diga, señor Grey. Sale de la oficina, y no me entrego las cartas. Vuelve a abrir la puerta y me las deja sobre el escritorio, vuelve a salir con cara de pánico.
-¿Tan feo estoy? Le hago un puchero a Ana.
-No estás feo, sigues estando guapo. Ya no tienes la cara con la que llegaste.
-La comida de Gail y la tuya me han hecho muy feliz.
-Precioso. Me tira un beso.

En ese momento la puerta se abre de golpe, y una Gabriela muy alterada entra. Ella llega y me abraza.
-Volviste, no puedo creer que estés vivo.
-Aparta tus manos de mí en este momento. El pánico se aferra a mis entrañas, pero ella se aparta.
-¿Que te pasó?, ¿por qué me hiciste esto? Llora desconsoladamente. Ni Ana, ni mi madre me reclamaron de esta manera.
-Pronto recibirás un correo con la historia, y te pido que no me tutees ni que tengas tanta confianza conmigo.
-Está bien, me disculpo. Pero es que no lo puedo creer.
-Puedes continuar con tu trabajo, Gabriela. Y recuerda tu posición de asistente.

Ella sale de la oficina, y Ana tiene cara de pelea.
-¿Te abrazó en mi cara?
-Amor, no quiero pelear. Ya sabes como es, además la puse en su sitio.
-¿Por qué la dejaste?
-Mi amor, ella se me tiró encima y luego se quitó cuando se lo pedí.
-Lo dejaré caer, Christian. Debo irme.

Se pone de pie, y la admiro. Sus pechos están más grandes, sus caderas perfectas. Paso mi pulgar por mi labio, no he tenido la oportunidad de verla desnuda como quisiera, no hemos tenido sexo desde esa vez en el hospital.
-Christian, ¿me escuchas?
-Discúlpame, ¿qué decías? Pone los ojos en blanco.
-Que si vamos a ir a la casa de tus padres. Me muero de ganas de hacerte el amor todo el día. Pero recuerdo que aún no logro sentirme a gusto con mi cuerpo.
-Seguro, amor. Sólo me avisas para ir por los niños.

Se acerca, y se sienta sobre mí. Su sexo se frota con el mio sobre nuestra ropa. Cierro mis ojos, y la siento morderme el cuello.
-¿Dónde estás, amor?
-Discúlpame, sólo te admiraba. Bajo la mirada.
-Esta noche vamos a hablar seriamente, señor Grey.

Solo quiero hacerte felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora