Capítulo 26

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Pov Anastasia

Abro mis ojos lentamente debido al calor que siento. Una cabellera cobriza impacta en mi rostro, sus brazos me envuelven. ¿Es él?
Cierro mis ojos e intento razonar lo que está pasando. Lo siento besar el medio de mis pechos, y abrazarme más fuerte.

-Sé que estás despierta, así que te pido que me escuches. El día que volvía a casa, mientras esperaba el cambio del semáforo; observé a una señora ser asaltada, así que me bajé del auto para ayudarla. Cuando crucé la calle, dos autos me impactaron.
Hace un mes desperté en un hospital, la mujer que intenté salvar y su esposo estuvieron conmigo hasta entonces. Pagaron los gastos médicos, y luego me dejaron solo. Llamaron a Taylor, pero nunca nos vimos, intenté comunicarme con alguien, pero todo cambió aquí. Busqué a mis socios, pero me creían un indigente.
Durante una semana viví sentado en un parque, sin comida, sin tí. Hasta que un señor me dio su ayuda, me llevó a su casa y me alimentó. Vivía en su cafetería, durante el día era mesero, y de noche le cuidaba el local. Cuatro días atrás recibí un salario que me permitió volver. Y aquí estoy, perdóname, mi amor.
-Déjame verte. Él levanta su rostro, ha perdido mucho peso, tanto que cuesta creer que es él.

Me incorporo, y veo su cuerpo. Tiene una cicatriz en su costado izquierdo, seguramente donde alguno de los autos lo golpeó.
Tiene el pelo muy largo, y se ve muy descuidado, y demacrado.
-¿Me dejas prepararte un baño? Quiero cuidar de él.
-Me encantaría, nena. Pero antes, ¿me regalarías un beso?. Me sonríe, pero eso hace que se vea aún más delgado.

Tomo su rostro entre mis manos, y le beso toda su carita. Él suspira mientras por mis mejillas bajan lágrimas de compasión y agradecimiento. Él me acuesta en la cama, y nos abandonamos en un hermoso beso.

***

-¿Qué quieres comer, amor? Yo cocinaré lo que quieras.
-Mataría por tenerte debajo de mí mientras te hago el amor. Pero elijo un buen café, con galletitas.
-Eso no es comida, Christian.
-Amor, son casi las dos de la madrugada. Te juro comer todo lo que quieras mañana, ahorita sólo quiero estar en esta cama contigo y nuestros bebés.
-Ya te lo traigo, entonces.

Cuando llego a la habitación, los niños están sentados en el regazo de su padre viéndolo fijamente. Ellos siempre han tenido una conexión con él.
-¿Papi? Dice Teddy.
-Sí, campeón. Soy yo.
-¿Thi? Pregunta Phoebe.
-Sí, princesa.

Ambos se abrazan al cuello de Christian, y él les acaricia la espaldita. Entro a la habitación, y dejo la bandeja en una mesita. Él tiene los ojos cerrados, y noto que mis niños también.
En cuestión de minutos, los mellizos están dormidos. Ayudo a Christian tomando a Teddy, y llevándolo a su cuarto, mientras él acuesta a Phoebe.
Vuelvo a la habitación, y él se está tomando el café que le preparé.
-No hay café en el mundo tan bueno como el que me haces tú.
-¿Pasaste mucha hambre?
-Al inicio, ya después aunque tuviera comida no sentía hambre.
-¿Tuviste muchas pesadillas?
-Bastantes, nena. No puedo dormir bien, si no estás tú.
-¿Tus padres ya saben de esto?
-Papá y Elliot. John los llamó.
-¿Taylor?
-También, ya nos amenazamos mutuamente.
-¿Ocupas algo?
-Dime cómo estás.
-Alegre de que estés aquí, pero aún no lo creo. Siento ganas de volver el tiempo atrás y no dejarte ir a ese viaje. Por cierto, ¿ el cuerpo de quién era? Le pregunto con un nudo en la garganta.
-Don Rolando decía que las cosas siempre pasan por algo, creo que el que me pasará esto me ayudó a ver el otro lado de la moneda. Me tocó confiar en alguien desconocido, saber que el mundo no es amable con nadie. También veo que mi esposa es toda una CEO ahora, y eso me hace sentir muy orgulloso de tí. Por otro lado, seguramente del hombre que estaba asaltando a la señora.
-Todo ha sido gracias a Ros, yo sólo firmo. Tienes a una amiga excelente, Christian.
-Siempre lo he sabido. Ahora, tengo muchas preguntas que hacerte.
-Dime.

Solo quiero hacerte felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora