24 de Diciembre, 1989.
Suspiró pesadamente cuando aquella chica de hermosos obres verdes dejó su té caliente frente su rostro. No la miró, no la saludó.
Victoria le había dicho que no se metiera en problemas, que andara con cuidado, que sólo gritara si algo sucedía, que ella estaría ahí enseguida.
—¿Sucede algo?.— mierda, mierda, mierda.
Resulta que tu novio casi me mata por estar espiandote desde fuera.
—Nada importante.— pasó sus manos por el cabello, suspirando.
—¿Quieres hablarlo? Te he estado viendo, y no luces de la mejor forma.
¿Ahora quien espiaba a quien?.
Negó suavemente con la cabeza, jugando con el té sobre la mesa.
Ella se sentó a su lado, sin ninguna intención de querer irse.
—Debe ir a trabajar, no me gustaría hacerle perder tiempo.— ella no se inmutó. Bufó—. ¿No entiendes la indirecta?.
—¿Debería?.
La chica era igual de terca que su psicóloga; incluso peor.
—Quiero que te vallas, no puedo volver a tener problemas por tu culpa.— su mirada se mantenía intacta sobre el pedido en su mesa.
—¿Problemas?.— arqueó una ceja, confundida. Luego entendió todo—. ¿Hablas de Héctor? Oh, Dios. Lo siento, él suele ser muy...
—No, no es por tu novio.— mintió—. Si me permites, debo irme.
—Quédate.— casi suplicó—. Es mi tiempo libre, quédate. Por favor.
Su omega tembló, gimió y se estremeció. ¿Ella enserio le había pedido eso?.
Y claro que quería quedarse. Pero no deseaba desprender el dulce aroma de Victoria en sus ropas. El lugar apestaba a incienso de canela y café.
—No puedo... Debo--debo irme, ahora.— se levantó, con cuidado—. Fue un gusto verla de nuevo.
—Ni siquiera me has mirado.
Se giró, viéndola directamente a los ojos. Apartó la mirada enseguida.— ¿Contenta?
—Alíz...
Su nombre sonaba como la gloria desde sus labios. Mierda.
—Quédate.
—Debo irme, adiós.
Al primer paso una débil mano en su muñeca la detuvo enseguida.— Alíz, quédate. Por favor.
—No puedo, señorita...
—Elizabeth, supongo que nunca te dije mi nombre.
Elizabeth. Elizabeth. Elizabeth. Era el nombre perfecto, encajaba a la perfección con la chica.
—Ya. Vale.— se soltó del agarre—. Debo irme.
—¿Con ella?.
—¿Disculpa?.— volteó a verla, casi tan rápido que su cuello pudo haberse roto.
—La rubia, ¿Es tu alfa?.
¿Era aquello justicia o venganza? ¿Era enojo lo que había en su voz? ¿Eran sus feromonas llenas de impotencia lo que llegaba a sus fosas nasales?.
—¿Te importa?.— frunció el entrecejo.
La chica no apartó su mirada, ella tampoco lo hizo.— ¿Tu que crees?.
—No debería importarte. No es de tu incumbencia.— se giró, dispuesta a salir.
—Sería una pena que alguien destruyera su hermosa relación...
—No tenemos una relación, no es mi alfa, no tengo su marca en mi cuello.— su voz sonaba firme, sin balbuceos, sin ninguna intención de dejarla ganar.
—Creo que ella se toma muy enserio su papel. Es una pena que sea beta, si no te hubiese reclamado hace bastante tiempo.
Salió de la cafetería, hecha una furia. ¿Era posible enfadarse con alguien que has estado viendo desde hace meses? ¿Alguien de quien estás enamorado?.
Sujetó su cabello con fuerza y dio vueltas en su lugar. Llena de frustración.
—¿Te irás? ¿Así sin más?.— basta, basta, basta—. ¿Irás con ella?.
Su omega gritó, chilló con fuerza.
Elizabeth se acercó y abrazó su cintura con potencia, casi lastimandola.
—¿Donde está ella ahora? ¿Ya se olvidó de ti?.
—Apartate.— empujó sus brazos con fuerza, fue imposible separarla.
—No...
—Apartate.— aquella voz, aquél rugido, aquél aroma. Aquellas manos apoderándose de sus caderas, separandola de la beta. Abrazandola contra su pecho. Gimió.— Mia.
—¿Tu eres Victoria? Un gusto.— le tendió su mano, ella no la recibió—. Como sea, dile a tu omega que deje de acosarme, por favor.
—Te agradecería si dejaras de seguirla cada vez que sale de éste café. Y no te procupes, me encargaré de que no se acerque a gente cómo tú.— le dedicó una sonrisa socorrona—. Ahora, si me permites, iré a pasar tiempo con mi omega.
Estaba ahí, otra vez. Estaba ahí, como lo había prometido. Estaba ahí, y Alíz calló rendida a sus pies, porqué, después de todo, ella era su alfa y no quería separarla de su lado.
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Victoria
General FictionLas historias de amor siempre se basan en una relación socialmente favorable, chico y chica. Pero esto... Esto no es una historia normal. Ni siquiera puede llamarse ser una historia de amor. Esta es la cruda realidad, en donde el amor nos lastima y...