Capítulo XII

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8 de Agosto, 1990.
Siete meses después.

Había pasado de ser un simple dolor de cabeza y jaquecas, a hacer que cada tarde, luego del trabajo, Victoria se recostara en su cama con una toalla húmeda en la frente y aspirinas en su mesita de noche.

Después de todo, no eran solo los efectos secundarios de los supresores. Si no que también se trataba de que la chica sufría de fuertes migrañas.

Había comenzado con su tratamiento en abril, Alíz la obligaba a tomar sus pastillas cada noche. Le abrazaba el torso y le besaba el pecho, la hacía sentir en casa.

Había tenido mucho trabajo últimamente, atendía a muchas personas, tenía muchos clientes, y siempre dejaba un pequeño espacio para atender a quienes no podía hacerlo antes.

Pero, milagrosamente, aquél día llegó más temprano de lo usual. Se presentó en la puerta principal con el cabello atado sobre la nuca, gafas de sol y respiración pesada.

Alíz le sonrió cuando se adentró en la sala. Cerró la puerta a sus espaldas.- ¿Porqué has llegado tan temprano?.

Le ayudó a quitarse el abrigo y le deciso el moño acariciando sus cabellos. Ella se relajó enseguida.

-Le he dicho al viejo que cancele todas mis citas, hoy deseaba pasar tiempo con mi chica.

Se puso de puntillas para lograr besarle el lóbulo de la oreja.- Gracias...

Victoria se giró y sujetó sus caderas con fuerza.- Me duele la cabeza como la mierda.

Alíz empujó sus hombros suavemente para que lograra sentarse en el sofá a sus espaldas.- Túmbate, cariño. Necesito explorarte para saber que te pasa.

Ella rió amargamente.- ¿Tú a mi o yo a ti?.

-Oh, calla.

Para cuando se subió en su regazo, Victoria ya estaba de espaldas en el sofá, con las manos tras la nuca. Soltó una pequeña risita cuando sus traviesas manos le hicieron cosquillas en los costados.

-Basta, vas a arruinar mi número de enfermera sexy.- soltó una carcajada cuando Victoria removió sus dedos a propósito.

-Es el peor número que he visto. Ni siquiera te has comprado un disfraz.

-Compraré uno, lo prometo.

Volvió a reír.

Ella la miraba de una manera atenta, se veía tan tierna con las pequeñas arrugas a los costados de sus ojos y sus mejillas sonrojadas.

La empujó suavemente hasta hacerla caer de espaldas, recargando su peso con cuidado sobre el de la débil omega.- Has eso de nuevo.

Ella giró su rostro, confundida.- ¿El qué?.

-Eso... Vuelve a reír.

Apretó los labios negando con la cabeza.- Mh mh .

-Venga ya, hazlo.

Ella volvió a negar.

Sus manos le hicieron cosquillas a los costados de las caderas. Alíz soltó una carcajada y Victoria sonrió triunfante.

-He ganado.

-Vale...- cogió aire-. Definitivamente has arruinado mi número.

Victoria se inclinó y le lamió la mordida.- ¿Sabes que me ayudaría con la jaqueca?.

Jadeó.- ¿Que cosa?.

-Tú... Bajo mio, en éste sofá.

-¿Quieres tener sexo sobre el sofá? ¿Otra vez? Venga, que la última vez terminaste con un dolor de columna terrible y tuve que pisotear tu espalda.

Victoria gruñó contra su cuello.- Quiero hacerlo.

Su omega gimió impaciente.- Bien, vamos a hacerlo.

-He ganado, otra vez.

-Y tu premio es alcanzar el lubricante del escritorio.- su mirada era divertida y sensual. Perfecta.

-¿El que tiene sabor a chocolate?

-Ese mismo.

Victoria sonrió y se levantó con cuidado, caminando hasta el escritorio a un lado del sofá. Abrió el primer cajón y entre sus dedos sujetó el tubo color café.

-¿Sabes? He pensado en comprar de esto con sabor a coca-cola.- Alíz rió ante el comentario de su alfa.

-Lo tendré en cuenta.

Se lanzó sobre ella y atrapó sus caderas con firmeza. La omega podría jurar que sus dedos quedarían marcados nuevamente en su piel. Ya no le importaba.

-Voy a hacer que todos los vecinos sepan mi nombre, voy a hacer que tiembles, que llores, que rueges por más.- Alíz tembló bajo sus brazos.

-Oh, Dios... Mierda, deberías ser ilegal.

-Lo soy, cariño, lo soy.

La besó.



3 capítulos.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora