Capítulo XIV

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27 de Agosto, 1990.

Habían pasado diez días desde el insidente con Victoria. Y Alíz estaba bien.

Enserio lo estaba.

Desayunaba una porción de yogurt sin azúcar y cereales cada mañana. Gentrits había estado con ella en cada minuto, la acompañaba a sus compras diarias, le hacía la cena y siempre compraba una botella de Ron, que se la acababan juntas entre risas y empujones de hombros.

Y ya no se notaba la marca en su cuello. Bueno, no mucho.

Ahora se encontraba en el balcón de su departamento, con una parilla repleta de carne en frente. Gentrits llegaba tarde, como era de esperarse, y no se sorprendía de ello.

Su teléfono comenzó a sonar y lo tomó entre sus manos calientes.

-Eh, vienes tarde. Creo que ya se me a quemado la carne.- soltó de forma divertida-. ¿Has pasado a comprar pan? Oh, también necesito sal y unas cebollas.

Del otro lado se hizo un silencio. Tan largo que Alíz tuvo que apartar el teléfono de su oído para confirmar que no habían cortado. Volvió a pegarlo a su oreja.

-Creo que llegaré un poco tarde, tesoro.

Aquella no era Gentrits, no definitivamente no lo era. El tono de voz era ronco y lento. Y le dio un escalofrío en la espina dorsal.

-¿Quien es?.- preguntó fingiendo no saber.

-Victoria...

-Victoria... ¿Qué Victoria?.- cambió de lado el móvil, dejándolo atrapado entre su hombro y oreja derecha.

Le oyó bufar.- Victoria Helming. Dueña de un estudio fotográfico, hace dos años follamos en los baños para la fiesta de graduación. Vivo un piso más arriba. Tu al...

-Vale, claro. Esa Victoria. Bueno, dime... ¿Cómo puedo deshacerme de ti?.- fingió desinterés.

Oh, que entretenido era ver la carne quemada, ¿No, Alíz?.

-Yo sólo queria hablar contigo...

-¿Sabes? No me vengas con el cuento de alfa dañada sin inspiración. Lo que necesitas es un polvo.- su tono de voz era firme, pero en el fondo, se podía sentir un deje de diversión.

Victoria suspiró desde el otro lado.

-Bueno, ¿Quieres venir?.

No sabía si hacharse a reír o llorar.

Recargó su cuerpo en el barandal del balcón, sujetó su móvil entre los dedos.- ¿Que dices? No, claro que no. Me he cansado de estar siempre buscándote.

-Bien, estonces iré yo.

-¿Ahora?.

-Si es lo que quieres...

-Si es lo que quieres...

Le corrigió. Victoria gruñó.

Alíz lo pensó antes de hablar:

-Mañana, Tróvete, a las ocho.

-¿El motel? Bien... Mañana será entonces.

-Espero que llegues a tiempo, tengo una cita a las doce de la noche.- se mordió el interior de la mejilla para no reír.

-¿Que clase de persona tiene una cita a las doce de la noche?.- preguntó insegura.

-Una persona que necesita de alguien bueno para satisfacer sus necesidades. Ósea, una persona como yo.- arrugó la nariz cuando le oyó gruñir tras el micrófono.

-Dos rouns en una noche.- Alíz soltó una risita-. Eso es algo agotador. Aunque yo podría darte tres en una hora.

-No estés tan segura, cariño.- Victoria soltó una estruendosa carcajada. Alíz mordió su labio inferior.

-Vale, mañana a las ocho será. Y ten por seguro que no te dejaré libre hasta pasado las tres de la madrugada.

Alíz se carcajeó antes de cortar la llamada. Quitó la carne de la parilla, dejándola a un lado dentro de una bandeja de cristal. Para ese entonces el timbre del departamento estaba siendo tocado con frenesí.

-¡Ya va! Joder, que desesperada eres, Gentrits.- le gritó. El timbre no dejó de ser tocado.

-¡Hija de puta! ¿Porqué siempre tardas en abrir? Me duelen los brazos, tuve que cargar siete bolsas yo sola por todo el edificio.

Alíz se echó a reír, tanto que le dolieron las costillas.- Eso es una verdadera pena.

Ambas rieron




1 capítulo.

Se acerca el final, nenas.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora