25 de Diciembre, 1989.
-Victoria...
Había intentado llamarla mientras se removía con cuidado entre sus brazos. Se habían dormido hacía apenas dos horas, Alíz no sabía que hora era con exactitud, pero lograba estimar que era de madrugada por el ligero rayo de luz que se colaba entre las persianas.
Soltó un suspiró cuando la alfa bufó, aferrándola más a su pecho. Su espina dorsal vibró.
-Victoria...- se sacudió un poco más fuerte por cuarta o quinta vez y la aludida por fin abrió los ojos-. Baño.. Yo, necesito ir al baño.- tuvo que pestañar un par de veces para darse cuenta de lo que la omega entre sus brazos decía.
-¿Mph?.
Su cuerpo se tensó.
-¿Te encuentras bien? Te acompaño.- prosiguió, y antes de darse cuenta las mejillas de Alíz se incendiaron.
-No... Yo... Estoy bien, sólo--yo, necesito ir al baño.- antes de darse cuenta, Victoria había alargado su brazo hasta la lámpara en su mesilla de noche. La encendió-. Necesito lavarme...
-Lavarte...
-Si... yo--estoy.- chasqueó la lengua-. Es sólo que m-me siento... Húmeda y no me es cómodo.
Un gruñido se apoderó del pecho de la alfa. Le atrajo con más fuerza hacia ella.- Si me dices eso, no te dejo ir.
Estaban desnudas, y sus cuerpos se sentían calientes. Alíz no quería salir de aquella cálida y cómoda atmósfera.
Su omega quiso jadear al sentir aquella vibración en el pecho ajeno.
Victoria se sentía muy alfa
-Cariño...
-Te sientes tan bien.- le olfateó el cuello-. Y hueles increíble. Es sorprendente que aún no te haya marcado.
Alíz no creía que sus mejillas se incendiaran más de los que ya estaban; se equivocó.
-Oh Dios...
Ella sólo podía sentir la punzada ardiente en la boca del estómago; cosquillaba ligeramente. Victoria se sentía tan cálida y protectora.
Fue cosa de tres inspecciones más para que le soltara poco a poco las caderas.- No tardes, odio no sentirte a mi lado.
-Vale.
Desfrunció el ceño y dejó que Alíz se deslizara con cuidado fuera de la cama, completamente desnuda. Victoria intentó controlar aquél gimoteo que emanaba por salir al verla.
Alíz suspiró cuando llegó hasta el cuarto de baño, se dio cuanta de que le hormigeaban ligeramente las yemas de sus dedos. Le tomó unos segundos caminar hasta el lavamanos, jamás se había sentido tan incómoda. Sus muslos resfalaban a cada movimiento, y sentía los flujos deslizarse por sus zonas más íntimas. Estaba simplemente empapada.
Se limpió, con cuidado de no pasar a llevar las marcas que Victoria se había encargado de dejar. Le ardían.
Habían pasado otra Navidad juntas, cenando pavo y admirando la luna desde el balcón. Ella era simplemente fantástica, la hacía reír hasta querer ir al baño, la protegía, la refugiaba entre sus brazos cuando se sentía mal. Era su alfa. Y quería que lo siguiera siendo por el resto de sus días, definitivamente no sabía que haría sin ella. Sin sus dedos sobre sus caderas, sin su nariz olfateando su cuello y cabello, sin sus besos, sus abrazos, sin ella.
Victoria... Victoria sin duda alguna era su alfa.
Prefirió no mirarse al espejo antes de volver a salir.
Ella la esperaba sentada en su lado de la cama, con las sábanas cubriendole los muslos. Su pecho al descubierto, junto a las marcas que Alíz había dejado sobre él.
-Ven aquí.
Caminó hasta ella con su labio interior entre los dientes.
Victoria le sujetó las caderas cuando puso una rodilla sobre el borde de la cama; la sentó en su regazo.
-Quien lo diría. Hace unos días estabas aquí, rechazándome, diciendo que lo qué necesitabas era un hombre que te protegiera.- murmuró-. Y ahora estás aquí, entregándote.
Le fue casi imposible no enredar sus brazos en el cuello de la mayor.- Estoy aquí...
Victoria sujetó con más fuerza sus caderas.
-Conmigo...
-Contigo...
-Y no perdiendo el tiempo con alguien como esa beta de la cafetería.
Y agradecía al cielo no estar haciéndolo.
Estaba tan cerca que podía sentir su dulce aroma en el paladar.
-Quiero besarte.
Eso. Eso era lo que más amaba de Victoria. El pedir permiso, aún cuando sabía que no debía hacerlo.
-Si. Ya, vale.
-Quiero besarte ahora. Por favor.
Sus ojos se cerraron instantáneamente cuando la escuchó decir eso. Se aferró con mas fuerza a su cuello, le acarició la nuca.
Dios, era tan tierna, ahí, entre sus brazos, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos.
El corazón le martilleaba contra el pecho, lo sentía, fuerte y claro. Sentía a su alfa acercándose poco a poco.
Ya había perdido la batalla. A su omega le tomaron dos semanas asimilar su derrota, estaba enamorada de aquella mujer. De sus movimientos, de sus hermosos ojos zafiro. Estaba completamente loca.
-Algún día de éstos vas a matarme, maldita sea.
Quería decir que sí, que se moriría sin un beso suyo. Pero fue Victoria quien la hizo callar, cerrando la distancia entre ambas. Con un suave suspiro y la presión de sus labios contra los suyos.
La besó; suave y delicadamente. Moviéndose despacio, con cautela, sin apuros. Sus lenguas mezclándose, borró todo pensamiento cabal y la llenó de fuego por dentro.
Su omega suspiró.
Su alfa se estremeció.
Y ambas gruñeron cuando se separaron.
-Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. Quiero estar contigo.- susurró, sus labios rozandose a cada palabra-. Mierda, Alíz. Quiero, necesito marcarte.
La tenue luz de la luna capturó su rostro enrojecido.- ¿Qué te lo impide?.
Sus dedos abrazaron con fuerza sus caderas. Alíz logró darse cuenta que sus ojos brillaban más de lo normal.
Dio un leve respingo y su omega gimió cuando la pegó de espaldas a la cama y capturó la base de su cuello entre sus labios.
-Voy a marcarte, Alíz. Voy a hacerte mía, mi omega.
-Lo soy desde hace tiempo, ¿No te das cuenta?.
Victoria se separó, inspeccionando su rostro. Ambos zafiros brillaban cuál farola.- Voy a marcarte.
Se inclinó hacia delante, mordiendo la piel de su unión entre el cuello y el hombro; rompiendo y marcándola. Sus colmillos se sentían como dos cuchillos atravesando su piel; gimió, fuerte y claro el nombre de su alfa.
El fuego llenó su cuerpo por completo. Por un momento, Alíz la sintió más a ella que a sí misma. Eran una sola alma, Victoria estaba dentro y fuera de ella.
La sentía tan bien, tan pequeña, tan suya.
Se había convertido en su alfa. Y ella era su omega.
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Victoria
General FictionLas historias de amor siempre se basan en una relación socialmente favorable, chico y chica. Pero esto... Esto no es una historia normal. Ni siquiera puede llamarse ser una historia de amor. Esta es la cruda realidad, en donde el amor nos lastima y...