Capítulo IX

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Eran las tres de la mañana cuando sintió aquél fuerte portazo desde la sala principal. Eran las tres de la mañana cuando vio a su alfa entrar hasta la cocina con pasos tambaleantes. Eran las tres de la mañana cuando se levantó y la vio, sobre la encimera, con una botella de Ron entre los dedos. Su aspecto era casi terrorífico.

-Victoria...- le llamó en un murmullo, ella no volteó a verla-. Hey, cariño, ¿Te encuentras bien?.

La chica bebió un largo y tortuoso trago de su botella. Se relamió los labios antes de volver a hablar:

-¿Que hacía ella aquí?.- su voz era grave, casi rasposa. Y le quemaba la espina dorsal.

-¿De que estás hablando, amor?.- preguntó con suavidad, y se acercó para acariciarle el hombro.

Ella se apartó enseguida, bebió el resto de vino hasta dejar la botella completamente vacía.

Y fue el estruendoso golpe que provocó el cristal contra la pared lo que la hizo retroceder dos, tres... cuatro pasos.

-¡¿Me tomas por tonta?!.- rugió.

Bajó de la encimera tambaleante y se sujetó de la nevera para no caer.

-No, no, no. Realmente no sé de que estás hablando.- trató de acercarse, para poder sujetar sus brazos y ayudarla a mantenerse de pie. Victoria la apartó enseguida.

-Elizabeth...

Quedó estática en su lugar. Eso tenía mucho más sentido. ¿Cómo era que ella sabía de eso?.

-Ella... ella ha venido a disculparse...- no acabó de hablar cuando una fuerte mano golpeó su mejilla, creando un pequeño sollozo desde la boca de su estómago.

-¡NO JUEGUES CONMIGO!.- le sujetó el antebrazo con fuerza, ella sollozó-. No soy tonta, se perfectamente que has estado viéndote con ella.

-¿De que... estás hablando?.- preguntó con un hilo de voz, le ardía la mejilla como la mismísima mierda.

-¡DE QUE TE HAS ACOSTADO CON ELLA! ¡Eres una completa puta!.- el agarre en su muñeca se intensificó al grado de hacerle bastante daño. Ahogó un gemido de dolor, de súplica-. Aprovechas el momento exacto cuando me voy al trabajo, y metes a esa maldita mesera a mi casa. ¡ESTÁS FALTÁNDOME EL RESPETO!.

-¡NO LO ESTOY HACIENDO!.- de pronto, el departamento se convirtió en una catástrofe de gritos por parte de ambas y sollozos por parte de la omega-. ¿Es que no lo sientes? Estoy sufriendo con todo esto, amor. Por favor, vamos a descansar, mañana estaremos mejor y esto sólo será un malentendido.

Volvió a golpear su mejilla, tan fuerte que la dejó plasmada contra la superficie de cerámicos.

Volteó a verla directo a los ojos.- ¡TE ODIO! ¡ERES UN MONSTRUO! ¡UNA BESTIA!.

La mandíbula de Victoria se tensó, su respiración se volvió irregular, y su corazón comenzó a latir con rapidez, tomó un cuchillo que se encontraba sobre el lavaplatos y rápidamente se giró para enfrentar a su débil y vulnerable omega.

-¡A MI NO ME GRITAS!.- Alíz retrocedió; arrastrándose por el suelo. Su mano aún sujetaba con fuerza la zona dañada de su rostro.

Y era ese el efecto principal de la droga; enojo.

-¡Te grito porque llegas a casa a las jodidas tres de la mañana y para peor toda borracha!.- la mirada de Victoria cambió drásticamente, ahora era más fría y terrorífica.

De pronto, todo fue un torbellino de recuerdos; Elizabeth, Clainz, drogas, alcohol, un cuchillo, sus caderas.

-¡ERES UNA MALDITA PUTA Y APRENDERÁS A NO GRITARME!.

Se lanzó encima de Alíz, sujetando ambos brazos sobre su cabeza, lastimado sus muñecas.

-¡Victoria, no!.

Alíz comenzó a moverse con desesperación para lograr salir del fuerte agarre. Pero fue imposible, la alfa de Victoria era mucho más fuerte y poderosa para una débil omega.

-Te enseñaré a respetarme.- habló entre dientes.

Cómo ella dormía con sus diminutas camisetas y sus cortos shorts de seda, se le hizo mucho más fácil acceder a su destino.

Tomó el cuello de la castaña y lo tiró hacia atrás. Pasó el objeto afiliado por su garganta hasta detenerse en sus clavículas. Dio un corte lento y doloroso por su pálida piel.

La omega gritaba de dolor y eso sólo aumentaba la rabia de Victoria. Pasó el cuchillo por la otra clavícula, ésta vez más fuerte y doloroso. Alíz gritó. Tan fuerte que Victoria sintió el desgarre en su propia garganta.

Y claro que sentía su dolor, lo sentía en el fondo de su pecho. Pero no le importaba, ya no.

Enojada, Victoria golpeó fuertemente la mandíbula de la menor. De un rápido movimiento soltó su cuello y estampó otro golpe en su nariz.

-¡Cállate! ¡Y deja de moverte!.

Alíz sollozó.

Victoria tomó fuertemente el muslo de la chica, pasando la punta del cuchillo por aquella zona, su omega gimió de dolor.

-Amor, por favor.- rogó sollozando.

Ella solo la ignoró y clavó con más fuerza el cuchillo en su muslo, causando que un charco de sangre se derramara por toda la cocina.

Limpió la sangre de sus manos con su camiseta, se levantó del suelo y miró a la chica en el suelo; incrédula.

-Eso es lo que eres.- rió.- Una puta.

Sus palabras eran cómo diminutas agujas clavándose en su corazón.

-Victoria, alfa, amor. Por favor, ayúdame.

-No. ¿Porque debería ayudarte?.- sonrió sádica. La miró con súplica en sus ojos.

Fue en ese momento que la puerta de la sala principal fue abierta con cuidado. Y la parlanchina voz tan conocida para Alíz se hacía presente, agradeció a cada cielo de que ella estuviera ahí.

-Alíz, carajo. Llevo más de dos horas esperando que contestes el puto móvil, no me quedó de otra que venir hasta aquí. Y por lo visto estás despierta, eso es bueno, porque si no me vería como una completa idiota hablando sola por tu departamento...- calló al momento de llegar a la cocina del lugar. Aquello frente a sus ojos era una completa escena del crimen.

Alíz, en el suelo, su cuerpo ensangrentado, sollozaba, temblaba. Estaba tan vulnerable.

Dirigió su vista a lo que parecía ser la causante de todo aquél lío. Su aspecto causaba escalofríos a quien la mirara directamente a los ojos, era un verdadero desastre.

-¿Que mierda...? ¡¿QUE HAS HECHO MALDITO MONSTRUO?!.

Exclamó con desesperación, lanzándose hasta donde estaba la chica, casi sin vida.

-Oh, Dios. Oh, Dios. Alíz, cariño, ¿Puedes escucharme?.

-Gentrits, es hermoso verte...- arrastró las palabras, su voz era débil.

Victoria no había salido de su trance desde el momento en qué aquella chica había llegado.

Gentrits se giró a verla, odio era lo que podía identificar en su mirada.- ¡LARGO DE AQUÍ!.- se levantó de su lugar, empujando por los hombros a la chica-. ¡Vete! ¡Espero que sientas lo mismo que está sintiendo ella en éstos momentos! ¡ERES UN ASCO DE PERSONA! ¡Un asco de alfa!.- le cerró la puerta en la cara, y desde su lugar, Alíz podría haber jurado que le golpeó la nariz.

Gentrits llegó nuevamente a su lado, y la ayudó a levantarse.

Aquella noche volvió a dormir con una camiseta de Victoria entre sus brazos. Y con vendas cubriendo su cuello y muslos.

Gentrits definitivamente deseaba con toda su alma que Victoria sintiera lo mismo en ese momento.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora