Cuarta Parte: EL SEÑOR DE LA LUZ - CAPÍTULO 138

200 25 0
                                    

CAPÍTULO 138

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO 138

—Todavía no puedo creer que estés viva— le dijo Lug, apretando su mano mientras caminaban rodeando el palacio hacia la tienda donde estaba instalado Zenir—. ¿Cómo es posible? Yo te vi muerta en los calabozos de Bress, estabas muerta.

—No era yo— le respondió ella.

—Sí, eras tú. Yo te vi con mis propios ojos.

Ella le sonrió y le rozó suavemente la mejilla con la yema de sus dedos.

—Bress quería romper tu vínculo conmigo, por eso envió a Murna a torturarte y confundirte. Él quería que me odiaras— Dana apartó la mirada, avergonzada—. Yo casi hice el trabajo por mí misma con aquella escena fabricada en Faberland.

Lug la tomó de los hombros y la besó.

—Nunca dejé de amarte, nunca. Después de Faberland, estuve herido, terriblemente dolido, pero nunca, ni por un momento, podría odiarte. Te amé entonces, te amé cuando estuve ausente y te amo ahora— le murmuró al oído.

Ella se largó a llorar en su hombro.

—He llevado una vida vacía y solitaria, enterrada en vida todos estos años, torturada por la culpa.

—¿Culpa?

—Culpa por haberte engañado, por haberte alejado de mí cuando debí estar a tu lado para protegerte.

—Lo que hiciste fue para salvarme la vida, Dana. Lo que hiciste fue el sacrificio más grande que una persona puede hacer por otra a la que ama profundamente. Tardé un poco en comprenderlo, pero finalmente lo supe cuando llegué a la península Everea. Obligué a Zenir a que me tradujera el mensaje de la celda de Marga en Yarcon. Cuando entendí que te habías apartado de mí para evitar que cayera en el abismo, me invadió por un lado la alegría de saber que me amabas y por otro la desesperación por haber roto mi promesa.

—¿Qué promesa?

—La promesa a mi madre, la promesa a mí mismo. ¿Recuerdas cuando nos conocimos, cuando estábamos en la cúpula abandonada en Cryma?

Dana asintió.

—Me dijiste que las últimas palabras de mi madre habían sido: "Haz que mi hijo cumpla su promesa". ¿Recuerdas que me diste una caja que contenía una carta de mi madre?

Dana volvió a asentir.

—La carta contenía la promesa. La carta decía: Escucha, no importa lo que pase, confía en ella. No importa si recuerdas o no todo lo demás, solo recuerda que debes confiar en ella sin importar lo que pase. Promételo. Pero yo rompí esa promesa separándome de ti, permitiendo que cayeras en manos de Bress. Te abandoné, te dejé desprotegida. Traté desesperadamente de llegar a la isla lo antes posible... corrí, corrí y corrí... pero al llegar, Bress me mostró tu cuerpo muerto con marcas de tortura...— la voz de Lug se quebró y no pudo seguir.

LA PROFECÍA ROTA - Libro III de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora