Cuarta Parte: EL SEÑOR DE LA LUZ - CAPÍTULO 143

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CAPÍTULO 143

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CAPÍTULO 143

—No puedes estar tocándola para siempre— le dijo Lug.

—No necesito eso, solo debo tocarla hasta poder implantar las instrucciones que necesito— le respondió Math, confiado.

Dana inhaló aire de pronto y pestañeó varias veces como si despertara de un sueño. Su mirada perdida se enfocó en Lug.

—¿Dana?— intentó Lug—. Dana, debes alejarte de él.

Dana no se movió.

—Ahora mismo, Dana— la urgió él.

Ella solo lo miró fijamente por un momento. Luego, lentamente, muy lentamente, se volvió hacia Math.

—Quiere que te alejes de mí para poder matarme— le dijo Math.

Ella giró más hacia Math. Levantó su mano libre y le acarició la mejilla:

—No te preocupes— le dijo—, yo te protegeré.

—¡Dana!— le gritó Lug, desesperado—. ¡Te está engañando! ¡Te está manipulando! ¡Debes alejarte de él!

Dana hizo caso omiso de las advertencias de Lug y levantó el puñal en su mano derecha hacia él.

—¡Dana! ¡Dana, por favor, escúchame!

Math, con la mano firmemente en su hombro, sonrió. Con su otra mano, acarició el cabello de Dana. Dana entrecerró los ojos, complacida, volvió su rostro hacia el de él y posó sus labios en los de él. Él le agarró la cabeza, besándola con lujuria mientras Lug sentía que le hervía la sangre. Lug apretó tanto los puños que las uñas se le clavaron en las palmas casi lastimándolas.

—¿Harás algo por mí?— le susurró Math a Dana al oído.

—Claro, lo que sea— respondió ella, acariciándole el cuello.

—Mátalo— le ordenó él, dirigiendo su mirada hacia Lug. Ella lo miró también y alzó su puñal otra vez.

—Dana, no, no lo hagas, debes ser fuerte, debes romper la conexión— le suplicó Lug.

Dana dio dos pasos hacia él, con el puñal aun en alto, separándose de Math. Lug vio la oportunidad para cortar la influencia de Math sobre ella e inmediatamente entró en su mente. Horrorizado, percibió las instrucciones grabadas a fuego en su mente: matar a Lug. Ése era el único objetivo de su vida entera, su única obsesión, nada podría detenerla.

—No necesito explicarte lo que pasa cuando intentas revertir mis instrucciones en una mente— dijo Math.

No, no necesitaba explicarlo. Lug lo sabía muy bien, había matado a Goster tratando de que soltara a Ana. Si intentaba alterar las instrucciones grabadas en la mente de Dana, solo la mataría.

—Solo podrás detenerla matándola— dijo Math—, nada más evitará que cumpla su objetivo.

—Por favor...— murmuró Lug, mientras una lágrima rodaba por su mejilla—. Por favor libérala—. Lug extendió sus manos a los lados del cuerpo con las palmas abiertas—. Tócame a mí, pero deja que ella se vaya, no la hagas matarme, por favor...

La sonrisa en el rostro de Math se amplió satisfecha. Dana dio otro paso hacia Lug.

—Por favor...— volvió a suplicar Lug. Prefería morir antes de que Dana tuviera que vivir con la culpa de haberlo matado. Si Dana lo mataba, la responsabilidad sería enteramente de Math, pero Lug sabía que ella no lo entendería así. No, ella sufriría y se castigaría de por vida por algo que nunca hubiera podido evitar. Lug la amaba demasiado. Prefería morir o vivir como esclavo de Math a permitir que Dana sufriera.

Dana dio otro paso hacia Lug con el rostro decidido. No había duda en su mente. Debía matar a Lug. Si Lug la detenía, ella buscaría otra oportunidad y otra y otra. No importaba cuánto tardara en conseguir matarlo, tenía toda la vida para cumplir su objetivo.

Los ojos de Math se abrieron sorprendidos de pronto, su sonrisa se desvaneció. Sin saber bien lo que sucedía, Math cayó de rodillas al suelo. Lug estaba tan sorprendido como Math. Math se desplomó, quedando boca abajo en el suelo, una flecha clavada en su espalda. Tarma salió de entre los árboles con su arco en la mano. Sacó otra flecha y la colocó en el arco estirando la cuerda, lista para disparar otra vez si era necesario.

—Está muerto— le dijo Lug.

Tarma bajó el arco y dio vuelta el cuerpo con una rama para comprobarlo por sí misma.

—¿Lug?— lo llamó Dana confundida, mirando el puñal en su mano.

—¿Dana? ¿Dana, estás bien?— le preguntó él, ansioso.

—¿Qué sucedió?— preguntó ella, mirando el cuerpo de Math.

Lug fue hasta ella y la abrazó con fuerza, besándola insistentemente.

—Te amo tanto, tanto.

Dana le devolvió los besos sin comprender la desesperación de Lug, no recordaba nada después de haber apuñalado al sacerdote. Sin soltar a Dana, Lug se volvió hacia Tarma:

—¡Tarma! ¡Dónde te habías metido!— le gritó, entre enojado y aliviado.

—Dijiste que la única manera de matar a Math era tomarlo por sorpresa, me escondí entre los árboles para hacer precisamente eso— le respondió ella sin amedrentarse ante su enojo.

—No, te dije que te encargaras de uno de los sacerdotes y que yo me encargaría de Math. Por tu culpa Math casi se sale con la suya.

—Math no tenía oportunidad alguna, estuve apuntándole todo el tiempo y no podía fallar a esa distancia— respondió Tarma, disgustada ante la acusación de él.

—Entonces, ¿por qué no le disparaste?

—Necesitaba que Dana se separara de él para no correr el riesgo de herirla con la flecha— explicó ella.

Lug suspiró y se calmó un poco.

—Lo siento— dijo—, por un momento pensé... Gracias por salvarnos.

—No, gracias a ti por haberme dado la oportunidad de hacer justicia. Se lo debía a Eltsen.

Lug asintió.

—¿Qué quieres hacer con los cuerpos?— preguntó Tarma.

—Quemarlos lo antes posible para poder volver al palacio a disfrutar de la cama de Eltsen— dijo Lug, abrazando a Dana.

Tarma sonrió.

—¿Alguien quiere explicarme lo que pasó con Math?— protestó Dana.

—Tarma se hizo cargo de él— dijo Lug por toda respuesta.    

LA PROFECÍA ROTA - Libro III de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora