El Tren de Medianoche

Capitulo 11

En fin, ya la medianoche había llegado, no me di cuenta cuando el tren estaba frente a nosotras. Kirsten atrajo mi atención llamándome mientras subía. Fui con ella, por si había algún demonio, o fantasma. Todo era más tétrico de lo que recordaba; no había nadie, todo estaba oscuro, el ambiente era frío y hostil. Sólo se escuchaba una bella melodía de piano, muy parecida a la de la película del laberinto del fauno, pero con algunos detalles diferentes. Conforme caminábamos, el sonido del piano iba aumentando.

Finalmente llegamos al último vagón. (Esto era lo que más temía) Se veía una silueta sentada, junto a ella estaba un reproductor de música de los antiguos, de esos que debes colocar un disco antiguo. Ni kirsten ni yo pudimos verle el rostro a la silueta. No hasta que se levantó, dio unos 4 pasos. (Cómo mencioné antes... había muy poca luz, pero con dificultad pudimos verle el rostro.) Y dijo con una voz aguda y tartamudeante. Una palabra, que nos dejó sorprendidas.

-Ayuden...Ayudenme.- La silueta cayó al piso dos segundos después de hablar, comenzó  a gritar y suplicar cuando fue arrastrada a un rincón muy oscuro. La música se había detenido, se encendió una luz detrás de nosotras, una voz grave y masculina inundó el vagón, ya sabía quien era. Kirsten me miró con nerviosismo. Pidiendo que saliéramos de aquél lugar.

-Vaya, vaya... Miren quien decidió volver, nada más ni nada menos que Claire Grappeone y... ¿Qué es esto? ¿Quién es?- Preguntó Ian frunciendo el ceño.

-Mi mejor amiga, pero ese no es el punto. Ian ¿Qué pasa? ¿Quién era esa sombra que pedía ayuda? 

-Pues... es increíble que ya no reconozcas la canción favorita y la voz de tu hermana, pensé nunca te olvidarías de ella. Así como te olvidaste de mi.- Dijo... Ahora me siento culpable.

-Ian... Lo siento mucho, pero tu fuiste quien me dejó ir.- Al oírme decir esto, se enfureció, se acercó a mi y me tomó de ambos hombros exclamando.

-¡Dijiste que serías mi hombro, que nunca me harías daño! Ahora veo, que son mentiras... Es cierto lo que dicen. Las personas que dicen jamás lastimarte son las que más te causan dolor. Ya me siento bastante dolido. Ahora déjame devolverte el favor.- Dijo, en su voz, claramente se escuchaba odio y remordimiento.- Veamos cuanto puedes resistir mi querida Grappeone, empezando por tu mejor amiga ¿no crees? 

-¡Estás loco si crees que dejaré que te metas conmigo!- Me tomó de la barbilla, se acercó a mi y susurró como si fuera un suspiro insignificante.- ¿Qué pretendes?

-De cualquier modo estoy loco, tu solo espera lo peor, Claire... Debiste escuchar a Mercury y alejarte cuando podías.- Se alejó un poco de mi, no me miraba si quiera.- Debiste olvidarte de mi cuando debías...

-¿Cómo demonios sabes eso? ¡Nunca te lo dije!- El sonrió de manera burlona, y volteó a verme.

-¿En serio?  Sabes que estoy muerto... Puedo ver a quien yo quiera, ¿qué crees que son esas voces que antes oías? ¡Siempre te he seguido! Y aunque digas que no, es verdad.- Dijo fríamente, pude notar como se hacía débil su voz.- Te vigilaba, porque no quería que te pasara nada malo. Porque...Finalmente, sentí que le importaba a alguien. Pero, luego me di cuenta de... ¡que sólo eran nada más que absurdas palabras! 

-Pero, aún se puede solucionar, Ian...¿No lo ves? Tienes oportunidad ser libre, sólo déjame ir, y... deja ir a todas estas almas.- Ahora lo entiendo, este tren no es más que una tortura, una prisión. Para todas aquellas almas que tienen problemas, y por eso es que Ian, es quien lo controla. Porque está cansado de sufrir, quiere ser libre pero no puede.

-¿A qué te refieres? ¡Eso está prohibido! No puedo hacerlo...

-Prohibido, está prohibido porque tu lo dices así. Tienes la oportunidad de ser libre, pero tu no quieres escucharme, puedes liberarme, liberarte y a todas esas personas que quieren descansar... Tal vez así, pueda encontrar a Gray.

-¿Gray? ¡Ella no está acá! Nunca estuvo aquí... debes dejarla ir.- Exclamó enojado, intentaba taparme mis odios, pero era inútil.

-¡No digas eso! Sé que está aquí, la silueta pidiendo ayuda, era ella, ¡lo sé!- Temí caer en la locura...Todo lo que decía era doloroso para mi, intentaba buscar a kirsten, pero no estaba, no me quedaba nada por hacer...