Capítulo 2.- La Soledad

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"La soledad está ganando terreno, pero en sus ojos se ve su envidia a la amistad"

—¿Qué haces aquí? —Estamos que lo matamos con la mirada ¿Cómo se atreve a meterse en nuestro territorio?

—No acostumbro a darle explicaciones a secretarias. —Mira a Haydee de arriba abajo, para luego reírse de lado y mirar algún punto en la puerta. Estoy molesta por la forma prepotente de vernos, pero aquí entre no, este tipo está para comérselo.

—¡Ahg! ¡Púdrete! —Sabe que McKengsly es desagradable siempre, así que le da la espalda, mientras comienza a textear en su celular.

—¿Cómo una secretaria puede hablarle así al dueño de...

—Me sé cuántos millones hay en tu cuenta de memoria —Interrumpe—. Sé que perdiste hoy una buena cantidad, que tienes la loca idea de comprar alguna acción de éste edificio, y qué de seguro no estás aquí en visita a ningún amigo, pues de esos no hay en tu vida, y sé que para mí fortuna no dependo de ti.

—La vida da muchas vueltas Señorita Ramírez, muchas vueltas.

Sentimos que nos lanzó un conjuro o algo así, por suerte la puerta se abre y él se baja con una gran sonrisa en su rostro.

¿Qué demonios hacía ahí? Haydee no demoró en enviarle un mensaje a Andrew. Yo podía fijar mi atención en él y descubrir que tramaba, pero había decidido hace mucho dejarle a Ian mi parte automática, si llegas a saber la historia de cada quien, te das cuenta que todos sin excepción tienen algo bueno, yo quería saber lo que es odiar, así que decidí no saber nada de Ian, solo sé lo que Haydee y Andrew ven, así junto con mi equipo odio a Ian, aunque es difícil. Primero porque a mí no me ha hecho nada, pero nadie puede herirme, con excepción de aquel demente que habló de un lugar en el que me detenía. Ojala y existiera un lugar así, uno donde descansar, pero la realidad es que siempre estoy trabajando, no hay poder sobrenatural que me detenga, pero de nuevo comienzo a divagar.

Ian es tan apuesto, de ojos azules oscuros como el mar, cabello castaño oscuro, cuerpo magistral y sonrisa tan seductora, que no entiendo cómo es que vive tan solo.

***

Andrew toma el traje que Haydee ha dejado para él encima de su cama, es increíble verlo cambiarse de ropa, o bañarse, lo digo... soy realmente afortunada. Toma el frasco de aquella colonia naranja, lo ve y lo ve, para finalmente rociarse un poco en su cuerpo.

—No huele mal, la loca tenía razón. —dice mirándose al espejo

Ve su reloj, brinco de la felicidad, luego ve el celular y ahí está ella, con su inútil mensaje de nos vemos en la fiesta. Él ya sabe que estará en la fiesta, se supone que todo el edificio Montgomery estará ahí. No sé qué pensará, pero se queda mirando un rato la foto de ella y luego dándose un último vistazo a su cabello, toma las llaves de su auto y sale de la habitación.

***

El salón de fiestas luce increíble, todo es tan elegante y costoso. Se supone que es la fiesta de los diamantes Van der Price. Paris debo admitirlo parece una muñeca con todos esos diamantes encima, y aquel vestido largo rosa que solo podría lucirle bien a ella. Andrew va directo hacia ella, pero Haydee lo toma del brazo llevándolo a otro lado

—¿Qué ocurre?

—Ya sé porque nuestro amigo estaba en el edificio —dice sonriendo.

—¿Y bien?

—Roberth Jona comenzó a trabajar con Van der Price.

—No lo creo —exclama incrédulo—. Es el mejor amigo de McKengsly.

En Horario Laboral. Maldita Competencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora