Capítulo 15.- Persuación

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            "La Persuasión es quisquillosa y escoge a aquellos que pueden poseerla. Tiene la facultad de convertirte en un camaleón y adecuarte a cualquier situación. Su mayor objetivo lograr que los demás piensen lo que crees conveniente, su arma letal tu impactante y segura personalidad. Es la rata de las ratas, pero he de admitirlo, es una condenada lista. Acá en mi tierra la llamamos La Reina de las Timadoras".

            Y aquí estamos en una bella calle solitaria, llena de hermosas mansiones. Una bola de paja podría pasar volando a nuestro alrededor, lo único que oímos es nuestra respiración, porque lo jadeos de Thor ya se han perdido. ¿Qué se supone que hagamos? Lo sensato sería correr, llamando el nombre del can por doquier. Haydee al parecer no conoce los formalismos naturales de los seres humanos tanto como yo, y eso que es ¡humana! De verdad a ésta niña el fracaso le quemó las neuronas. No creo que sea sensato sentarse en la acera con aquella cara inexpresiva, y ¡ajá! Ahora saca el celular ¿acaso va a llamar a Thor? Perra llamando a perro. Ja, Ja, Ja, Sí lo sé, es un mal chiste, pero déjenme ser feliz. Ok ¡No! Ya estoy harta del llantén, una lágrima más y te dejo, me oíste Haydee, una lágrima más y bye, bye contigo. ¡Muérete Miedo! ¿Qué si sé que ella brincaría si la dejo? Claro que lo sé, pero que se aguante.

            —Mon deja tu absurdo discurso. Nunca imaginarás lo que me acabó de pasar —se mira las uñas y ¿está riendo? —Perdí al perro de McKengsly —Está ahí riendo a carcajadas.

            —No entiendo.

            —Es que mi vida es tan cómica Mon, no sé cómo, pero ahora estoy sentada en la calle, sin enorme perro en mis manos. Mejor río para no llorar, pero es que si escribiera mi vida desde que salí de Mongomeri crearía una de las mejores comedias —continua riendo y hasta se pone la cartera debajo de la cabeza y se acuesta por completo en la acera. Bueno me he quedado con el ojo cuadrado.

            —¿Qué harás? No entiendo nada de perro, me imagino que es la mascota de McKengsly, ni idea de por qué lo tenías tú y menos sé cómo fue que lo perdiste, pero recupéralo o date por muerta.

            —¡Nah! Esperaré que vuelva, todos los perros eventualmente regresan a sus casas. Lo que menos quiero es darme mala vida.

            —Haz lo que quieras. Por cierto en serio no te perdonaré lo de ayer.

            —Mon ya te dije que dejes ese tema. Yo debería ser la ofendida. Todas fueron muy groseras al irse cuando McKengsly llegó, me recordó a la secundaria —vuelve a reír. Los recuerdos de la juventud siempre son lindos, aunque esos no son muy lindos que se diga —. McKengsly por fastidiarnos podía acercarse para decir alguna estupidez y todos nos íbamos como si apestara, ay ¡qué tiempos! ¿Crees que esté pagando todo?

            —¿Lo dudas? Haydee ayer te veías muy amigable con él, tal parece que te cae bien ¿acaso se acabó el odio hacia McKengsly?

            —No —responde de inmediato —. Bueno... no lo odio, así en letras mayúsculas. Digamos que lo tolero. A veces parece hasta débil y ayer le dio un beso a una chica que fue ¡guao!

            —Sí, lo vi. Mejor dicho la chica no perdió el tiempo para anunciarlo en su Twitter, también tiene un espacio para ti en tu muro, aunque te llama la "vieja latina de barrio".

            —¡¿Qué?! —ahora sí nuestros ojos cambiaron de tamaño ¿qué pasó?

            —Debo colgar Haydee, hablamos luego. Cuéntame como acaba lo del perro de McKengsly. 

En Horario Laboral. Maldita Competencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora