Capítulo 4.- El Orgullo

365 36 8
                                    

"El Orgullo solo es un pequeño idiota experto en cerrar las puertas de las posibilidades y el perdón"

—¡Despedida! –susurra como haciéndose la idea. Oh Haydee como lo siento, ese imbécil de Destino no se saldrá con la suya. ¡Cállate por un demonio! Puede que hoy estés riendo pero te juro que eso acabará muy pronto ¡Deja de hablar! No vuelvas a decir que no tengo poder, porque claro que lo tengo. Aquí entre nos, acérquense porque lo que menos quiero es que ese bueno para nada escuche, el muy condenado tiene razón, todos ellos tienen poder, yo solo existo, yo solo corro, pero qué más da no es tiempo de ponerse sentimental. Volviendo a mi estado natural ¿qué demonios pasará? Oh... no se supone que nombre a los innombrables ¿qué me está pasando? Lo digo no seré la empleada del año – sabes que sin mí estás muerto –su voz recobra fuerza y su mirada se hace punzante. Oh, oh, creo que Presunción  está apareciendo por ahí, deja a mi Haydee en paz.

—Haydee nadie en ésta vida es indispensable.

—Sabes que solo eres un pelele con nada de talento para los negocios, solo corriste con la suerte de ser el primogénito de un señor que sí sabía hacer su trabajo –es obvio que Haydee está hablando antes de pensar, esas no son palabras sabías. Retracte, devuélvete, volvamos a empezar. ¡Verdad! Yo puedo hacer eso... si, si, lo sé, no puedo quebrantar la regla principal.

—Y tú solo eres una ladrona, la por siempre becada. Muy inteligente y por siempre nadie –ya va, ya va, Andrew párale ahí, con mi Haydee no te metas.

—Ahh –exhala un grito ahogado –sabes no te daré el gusto de que me despidas, yo renuncio –Ok, ok, esto se está saliendo de control, reconciliación, amor, amistad ¡Vengan! Estos dos los necesitan. Por qué nadie se aparece. Casi les estoy rogando que hagan su maldito trabajo. Ok perfecto, púdranse.

—¿Renunciar? Pero si ya te despedí –sonríe de la forma más odiosa posible.

—Veremos quien hace más rápido la carta –el semblante de Andrew cambia –y ah verdad. No tienes secretaria.

De inmediato Haydee comienza a correr hacia la puerta con Andrew siguiéndola, les digo que estoy con el ojo cuadrado nunca había visto algo así. Andrew está a punto de salir antes que Haydee pero ella no pierde el tiempo de clavar su reluciente tacón aguja en su pantorrilla.

—¡Tramposa! –grita desde el suelo quejándose del dolor. Haydee solo sonríe mientras le pasa por un lado.

            Lo primero que hace al llegar a su escritorio es escribir un mensaje al grupo privado en Skype de las secretarias. "No se les ocurra ayudar a Andrew a hacer una carta de despido, inventen que las impresoras están dañadas, demórense mucho. Tan solo denme unos minutos" Sé que las caras del gran grupo de secretarias es un poema, todas comienzan a escribir exigiendo una explicación, pero Haydee no tiene tiempo para eso.

            Andrew pasa por al lado del escritorio de Haydee con aquella mirada de querer matarla. Cojeando continua caminando, ya está llegando al escritorio de Tania la recepcionista del piso 99. Ella es tan linda como bruta.

—Haz una carta de despido para Haydee Ramírez –dice amargado y quejándose del dolor.

—¡Para Haydee! –todo en ella ha temblado de la sorpresa, incluso sus dos enormes silicones que tiene como senos. Bueno esos tiemblan más que nada, no sé cómo le hace para siempre hacerlos rebotar. ¿De qué cosas hablo? Volvamos a lo nuestro.

—Sí. Muévete con la carta.

—Pero yo no sé hacer eso –dice inocente.

—¿Qué se supone que sabes hacer? –grita molesto.

En Horario Laboral. Maldita Competencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora