Capítulo 16.- Vanidad (parte 2)

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Justo ahora pánico y temor son los reyes del salón. Yo estoy que me hago pis en las pantis, aunque bueno yo ando rueda libre, pero eso no les incumbe. El silencio reina y las miradas de bueyes a medio morir pasan de un lado a otro del baño. Entonces un grito proviene de afuera y ¡corran piojos que llegó el peine!

            —¡Haydee por un demonio! ¿Qué pasa allá?

            Mi Haydee se muerde las uñas ¿hay forma de que salga de ésta? ¿Qué hacen? ¿Qué está pasando? No me gustan esas miradas, estas tontas secretarias como que no son tan tontas. ¡Ay!!!!!!

            ¿Cómo vinimos a parar afuera del baño? Nos empujaron, eso pasó. Abrieron la puerta y nos lanzaron afuera.  ¡oh, oh! El león nos está viendo.

            —¡Uy! Te sangra la nariz — Que excelente acotación, mi mano se plasma contra mi frente y es que esta mujer es tonta, de broma y se pone a señalar a McKengsly y reírse en frente de él.

            —Fíjate que no lo sabía. ¿Qué pasa en ese baño? Llego a Titanium y solo escucho risas irritantes, gritos y ¡más gritos!

            —¿Qué haces aquí? —Retira un poco su cabello de su cara y habla tranquilamente —¿Qué pasó con Patricia? Ay McKengsly, Ay Kengsy, Kengsy. No te dije que aprovecharas que disfrutaras el día de hoy —ustedes no están viendo esto, pero yo me muero de la risa y es que la cara de McKengsly es de otro mundo, está que le da un infarto, con una de sus manos sujeta un pañuelo que retiene la sangre que brota de su nariz, pero sus ojos están que salen explotados —¿Cómo fuiste a desaprovechar esa oportunidad? Es que de verdad no sé...

            —¡CA-LLA-TE! —lleva sus manos a su cabeza y es que la presión de gritar como que le ha afectado en la nariz —Haydee me vas a venir matando. Saca a todas tus escandalosas amigas del baño y lárgate. No quiero verte ¡muévete!   

            —Como ordene jefe.

            Las valientes secretarias que nos lanzaron al matadero, ahora están al borde del llanto. Entramos, tomamos nuestras cosas y un poco dolidas, aunque debería ser muy dolidas, salimos del baño. Nos persiguen diciéndonos cuanto lo sienten. Que tuvieron miedo y bla, bla, bla.

            —Pensamos que tú y el jefe se llevan bien ¿qué podría pasarte? —dice la pelirroja.

            —¡Bien! ¡Nos llevamos bien! Ya vieron cómo me trata. Si pudiera tenerme comiendo pantano lo haría. Aunque... —ahí vuelve la Haydee que se pierde en sus pensamientos —sí ha tenido la oportunidad de humillarme más y no lo ha hecho.

            —Tal vez le caigas bien —señala la dientona.

            —Caerle bien —saborea la frase y piensa y analiza —¡Nah! Algo raro debe tener preparado, ese tiene un plan perverso lo sé. Debe haber una razón de peso para que me tenga trabajando aquí y lo averiguaré.

            —Podemos ayudarte. En más podemos contarte muchas cosas del jefe hoy mientras estemos en el club.

            Lo digo estas suricatos son inteligentes, perspicaces. Haydee está a punto de asentir, pero se acuerda de lo que le hicieron, cambia su mirada, pero a la final se rinde ante tantos ojos de cachorros en veterinaria.

            —Agradezcan que no soy rencorosa. Andando o McKengsly nos bota a todas.

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            ¡Awwww! Allá está Eric con su traje y ¡Awww! Me derrito. Nos sonríe y le falta la rosa en la mano para que el momento sea perfecto, también aquella boba morena no debería estar ahí babeándose por él, con sus silicones brotándole de la camisa, ni ese borracho debería estar mirando a Haydee de esa forma, pero bueno, la vida no es perfecta.

En Horario Laboral. Maldita Competencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora