Capítulo 8.- Arrepentimiento

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"El arrepentimiento es ese sentimiento enfermizo que todos alguna vez han sentido. Saca aquello que en verdad está en tu corazón, en cierta forma te dice la verdad, aunque lo hace demasiado tarde. A mi humilde parecer el arrepentimiento es tan inútil, muy pocas veces se les da segundas oportunidades a los arrepentidos".

           

¿Qué puede ser peor que ver a tu jefe enemigo casi morir y que te sacara en cara tus errores del pasado? La respuesta es, estar en la disyuntiva de acompañarlo a la clínica o irte a tu casa. ¿Han visto la película de los Simpson? En la película cuando viene esa gran bola de cristal a taparlos hay un hombre que no se decide entre irse o quedarse, finalmente no tiene que decidir más porque la cosa esa, lo aplasta. Mi Haydee vivió algo parecido. Era obvio que McKengsly insistiría en que lo dejara solo, pero "¿está bien dejarlo solo?" bajó junto con los paramédicos y estaba a punto de comerse las uñas ahí enfrente de aquella ambulancia "me voy o no me voy, me voy o no me voy" las palabras revoloteaban en su cabeza.  

—¿Viene señorita? —nos decía aquel paramédico, que ¡Oh mi Dios! Y está mal que yo hable de él, pero qué más da. Este hombre está para comérselo. La propia Haydee no había notado a aquella maravilla masculina, por su cara y su sonrisa supe que apenas lo había descubierto.

—Claro cómo no.

            Mandada a hacer tomaba la mano de aquel hombre y se subía a la ambulancia. McKengsly la miraba como diciéndole "bájate de aquí" pero ella decidió no verlo.

 Ahora estamos aquí, nunca nos habíamos subido a una ambulancia. McKengsly está con su camisa abierta y estoy llegando a pensar que alguno de estos paramédicos es gay ¿de verdad había tanta necesidad de abrirle la camisa? Aunque gracias al que sea que lo hizo, porque magnifico panorama, no sabía que McKengsly entrenara tanto ¡Hello Mr. Chocolates! Ese catirito frente a nosotras se ve con cara de travieso, como que disfruta del baile A GoGo, tú fuiste el que le abrió la camisa, ya lo vi todo.

—¿Cómo está? —le dice a aquel sexy chico sonriendo, aunque con un tono de voz que denota preocupación.

—Estoy consciente y estoy bien —exhala McKengsly molesto —no sé qué haces aquí secretaria.   

—Creí que usted era su novia o esposa —el sexy paramédico comienza a revisar el pulso de McKengsly, aunque eso no es necesario, el tipo está que se levanta para bailar polska.

—Oh no —se apresura a decir —soy su secretaria.

—De ser así me presento soy Adam Cameron —que sonrisa tan blanca, qué dientes tan perfectos, con él a la cama ¡Ya! —Tu nombre tiene que ser tan bonito como tú —aw nos derretimos, aunque puedo ver como McKengsly exhala un bufido y voltea los ojos, un "esto es típico" debe estar pasando por su mente.

—No sé si sea lindo, pero es el nombre que mi madre me dio. Me llamo Haydee Estefanía Ramírez Olivares —a la muy condenada siempre le ha gustado tanto su nombre, creo que a veces es como esos niños de dos años que aprenden sus nombres completos y los repiten a cada rato.

—Un placer Haydee Estefanía Ramírez Olivares. Yo tenía razón tu nombre es lindo —ahí está ella con esa sonrisa tonta.

—¡Oh ya basta! ¿Es esto un lugar de citas? —McKengsly se sienta jalándose aquella aguja que pusieron en su muñeca. La ambulancia está aún andando y a gran velocidad he de decir —deténganse porque me voy.

—Señor acuéstese —el catiriro que ha estado callado se levanta de inmediato y sostiene a McKengsly de su desnudo pecho para volverlo a la camilla. Ésta mariposa ya hizo su sueño realidad.

En Horario Laboral. Maldita Competencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora