Capítulo 14.- Solidaridad (parte 2)

295 29 5
                                    

—Ok, cara de coyote ¿Qué pasa entre tu hermano y tú? O mejor dicho ¿por qué no quieres que yo me le acerque?

            —Mi hermano no es mi persona favorita en el mundo, pero nunca querría que se involucrara con una lacra como tú —respuesta clara, sencilla y concisa, pero no es cierta. Aquí hay gato encerrado. No vengas tú Placer a decirme que sabes lo que yo desconozco. No sé por qué hablan si no van a terminar de echar el cuento como es.

            —Podría creerte si no supiera cómo eres, pero tú no sientes amor por nada. Tal vez por tu perro Thor, pero eso lo pongo en duda porque apenas y lo ves —Haydee no, suelta eso, eso no es tuyo ¡no vayas a ...! Sí, se lo tomó.

            —Creo que eso estaba en la mesa antes de sentarnos —McKengsly señala el ahora vacío vaso en las manos de Haydee, ella pone cara de asco y hace señas de querer vomitar. Él se ríe y yo claro que también.

            —¡Ves lo que me haces hacer! Ahora qué sé yo si eso tenía droga o algo peor —asqueada comienza a limpiarse la boca.

            —Yo no te obligué a tomarte eso. Ahora pide los dichosos tragos que quieres tomar —cansado saca su celular. De verdad ¿con quién habla?

            —No quiero tomar contigo, dije que quiero encontrarme a alguien que me pague unos tragos y me lleve a mi casa, tú me comprarás tragos y me dejaras dormida de borracha en alguna de estas mesas. No es que quiera tomar, quisiera poder dormir, pero no tengo como irme de aquí —con cara de sueño afinca su cara en su mano —¡Ya por un demonio deja el maldito celular! —sin preguntar se lo arranca de las manos. A veces creo que puedo impulsar a Haydee a hacer lo que tengo en mi mente. Ahora lee lo que está escribiendo... ¡Leelo! A ver Haydee lee, investiga ¿qué haces? ¡No se lo devuelvas!!!!! Ésta chica es idiota, he dicho —Disculpa, disculpa, es que el sueño me pone de mal humor. ¡Christopher de nuevo! ¡Escóndeme! —con su cabello se cubre y hunde más la cara en la mesa. No sé a dónde va a parar esta niña.  

            —Esto es divertido —McKengsly ríe observándola como a bicho raro —. Hagamos un trato, yo te compro las bebidas y te llevo a tu casa, pero tú prometes no acercarte nunca, nunca a mi hermano.

            —No sé, me suena a aquella historia bíblica, del hombre que vendió su primogenitura a cambio de un guisado de lentejas —dudosa ve hacia el lado donde divisamos un poco de la cabeza del sexy hermano de McKengsly.

            —Ahora resulta que sabes de la biblia.

            —Sé de todo un poco. Tal vez tu hermano sea el amor de mi vida, mi hombre perfecto y lo cambie por unos tragos y un viaje a casa. No creo que sea un buen trato.

            —Es tres años menor que tú —resalta.

            —Ok, sí está bien. Pide los malditos trago, pero tú debes prometer no enredarte con Christina.

            —¿Con quién?

            —Con mi amiga, la belleza que no debería trabajar —señala irónica.

            —Acepto, tampoco me enloquece.

xxx

            Los tragos no tardan en llegar y Haydee ha insistido en que le dejen una botella de tequila ¿Acaso no sabe que tomar en exceso siempre la pone melancólica?  Y así es como estamos seis cocteles y tragos después.

            —Es que McKengsly mi vida es tan ¡horrible!!!! —El maquillaje se le ha corrido y ya está llorando —y para rematar le estoy contando mis penurias a mi mayor enemigo, al ser que me ha odiado desde que me conoció.

En Horario Laboral. Maldita Competencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora