Capítulo 1

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Noche de porno

Los gemidos y jadeos se escuchaban levemente. La oscuridad reinaba en la habitación, sólo alumbraba la pequeña lámpara que estaba al centro, frente a la pantalla del computador.

Los tres adolescentes yacían alrededor de la lámpara, con sus vistas fijas en la pantalla, la cual reproducía unos cuántos vídeos de las muchas páginas pornográficas que veían los tres amigos.

Una de sus manos bombeaba sus miembros, mientras que la otra se encargaba de tapar su boca, evitando dejar en libertad todos los gemidos.

— M-me v-vengo hmm... —el castaño susurró entre gemidos, tomando el papel que yacía a su lado, para después correrse en él.

Volteó hacia sus amigos, quienes se mordían los labios, cerraban los ojos en ocasiones y sus cabezas se hacían para atrás.

El siguiente en venirse dentro del papel higiénico, fue el rubio. Aunque terminó por manchar una pequeña parte del suelo.

— Mierda... —bufó.

Ahora el rubio también veía al que quedaba. Con una sonrisa burlona, miraban atentos al pequeño amigo, quien después de varios minutos, se corrió.

Se limpió ambas manos, para luego levantar su vista, dándose cuenta que sus amigos lo veían atentamente.

— ¿Qué? —levantó una ceja, sonriendo.

— ¡Pinche enano! —rió el rubio, dándole un golpe en el hombro a puño limpio— Durarías en varias sesiones de sexo en un sólo día.

— Lo he hecho —aclaró el tatuado.

— ¡Has tenido varias sesiones de sexo en un día! —gritó Matt, a lo que Bob y Frank le golpearon la cabeza, susurrando que se callara.

Esa noche era una de las muchas otras en las que se reunían en una casa, se quedaban a dormir ahí y antes de hacerlo, ponían vídeos que encontraban en alguna página, o alguna película.

Éstas últimas eran las favoritas del menor, más cuando era una donde salía su actor favorito: Gerard Way.

Ese hombre de cabello extravagante lo podía volver loco con sólo mirarlo.

— Ya, limpiemos todo; quiero dormir —el tatuado salió de su trance, caminando hacia el baño.

Mientras lo hacía, Matt y Bob no desaprovecharon la oportunidad de ver esas nalgas de Iero en movimiento, sin ninguna prenda cubriéndolas. Así que golpearon con la palma de la mano en cada una de éstas.

— Idiotas —Frank se giró, sacándoles el dedo medio a los otros dos, mientras que ellos sólo reían.

Una vez regresó a donde se encontraban sus amigos, los tres se acomodaron para dormir. Matt y Bob quedaban a las orillas de la cama, dejando a Frank al centro, porque, según ellos "los bebés deben ir en medio para que no les pase nada; te cuidamos, Frank".
Al castaño no le hacía nada de gracia, y la verdad es que no le agradaba del todo su lugar, puesto que mientras Matt y Bob quedaban con la mirada al mismo lado, él estaba al revés, por lo que sus pies quedaban en la vista de sus amigos, y ellos se aprovechaban de eso para molestarlo.
Sin embargo, tenía la virtud de que, mientras ellos peleaban por cobija, jalándola de un lado a otro, él nunca estaba al descubierto.

— ¿Mañana iremos a algún lado? —el rubio llamó la atención.

— Escuché de una fiesta por la plaza —fue turno de Matt—, ¿vamos?

El rubio al instante dijo que sí, por lo que después hubo un silencio en el que se esperaba la respuesta de Iero.

— No sé —el tatuado frunció el ceño—, como que no me dan ganas.

— ¿Qué? —espetó Matt—. ¡Vamos, Frank! Estarán las chicas del colegio.

— ¡Cierto! —el rubio dio la razón—, y sabes que eso lo hará magnífico. Ya, no te hagas del rogar y vamos.

— Bien —Iero cedió. Después de todo, no pasaría nada.

Luego de eso, durmieron.

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Frank sentía caliente y mojado su dedo medio del pie, le hacía cosquillas. Levantó un poco su cabeza, pues le era difícil estando entre las cobijas. En ese momento notó que Matt estaba lamiéndole el dedo, faltaba poco para que le encajara los dientes, por lo que rápidamente quitó su pie, aunque Matt ni se inmutó. Parecían troncos durmiendo.

Comenzó a moverse, intentando salir de su lugar sin tener mucho éxito. Sus amigos tenían la cobija muy sujetada, así que él estaba atrapado.
Luego de varios intentos, logró salir poco a poco. Se dirigió hacia el baño, luego de lavarse la cara se encaminó al primer piso, donde yacían sus padres. Mientras bajaba las escaleras, se rascaba las bolas, con los ojos aún cerrados.

— Lávate esa mano y come tarta —su madre llamó su atención, por lo que abrió sus ojos abruptamente.

Asintió y sacó su mano de su pantalón, para luego restregarla en éste y lavarse la mano en la cocina.

Con café y tarta en manos, se sentó junto a su padre, quien estaba en la sala de estar, frente al televisor. Éste levantó la mirada, saludándole a su hijo con un leve "hola".

— Tengo un nuevo proyecto —el señor dijo de pronto.

— ¿En serio? —Frank puso toda su atención en su padre—, ¿de qué trata?

— Una película porno —dijo Iero padre, para luego reír—. Será nuevo para mí, jamás he dirigido algo así.

— Eso está muy bien, papá. —Frank sonrió, estaba feliz por su padre—, ¿cuándo comienzan?

— Lo antes posible. Ya voy a buscar a los actores.

— ¿Has pensado en algunos?

— No —suspiró Cheech—, pero sé que tú puedes ayudarme.

— ¿Yo? —Frank abrió más los ojos, señalándose a sí mismo.

— Sí, tú —corroboró Cheech—, sé que conoces algunos.

El tatuado bajó la mirada, riendo con un sonrojo en sus mejillas. Y asintió, ¿qué más podía hacer?

En su cabeza el nombre Gerard reinaba. Él podría estar disponible. Él podría actuar. Y entonces Frank podría conocerlo, quizás.

— Justo ahora pienso en Gerard Way —volvió a hablar Frank—, es muy buen actor, uno de los mejores a mi parecer.

No pudo evitar decirlo.

— Investigaré —fue todo lo que dijo Cheech.

Minutos más tarde, Matt y Bob aparecieron al pie de las escaleras, saludaron a todos, y caminaron hacia la cocina, pidiendo café a la señora Iero.

Ella se los dio, al igual que un pedazo de tarta a cada uno. Después de que ambos terminaran se despidieron de la familia.

— Nos vemos en la noche, Frank —dijo Bryar.

— ¿A qué hora?

— 8:30 pasamos por ti —respondió Matt.

Se despidieron nuevamente y Frank cerró la puerta.

Sería una larga, larga noche, de eso estaba seguro.

Actor |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora