Capítulo 7

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Intimidad

Las respiraciones de ambos se sincronizaban de vez en cuando. Frank seguía con su cabeza recargada en el pecho ajeno. Le encantaba escuchar los latidos del corazón del pelirrojo. Estaba seguro que de haber podido, hubiese grabado el sonido y lo pondría en cada oportunidad que tuviera.
La mano de Gerard paró en el cabello del menor, proporcionándole caricias.

No hablaron más, no tenían nada más por decir. Era como si ya supieran lo que diría el otro, sentían que se comunicaban a través del tacto. No había prisa.

Frank se apartó, estaba dispuesto a irse a casa, se sentía mal al estar en la apuesta, Gerard no merecía aquello. Hizo el ademán de besar la mejilla del pelirrojo, pero éste lo tomó del mentón, deteniéndolo. Se acercó de forma lenta, pausada, tortuosa.

Sin apartar la mirada, unió sus labios con los ajenos en un beso suave, casto. Sus manos viajaron hasta la cintura del tatuado, mientras que éste tomó el cuello del pelirrojo.

Sus labios encajaban a la perfección, como si hubiesen sido esculpidos por el mejor escultor que haya existido. Eran como dos piezas que debían estar juntas. Pronto las respiraciones comenzaron a acelerarse, sin perder la sincronía.

Se levantaron de forma casi automática del sofá. Frank caminó hacia atrás, siendo seguido por el pelirrojo que se aferraba a su cintura, a sus labios, a su cuerpo y a su esencia. Su espalda chocó contra la pared, cerca de la cocina.
Se separaron por la falta de aire, sintiéndose una vez más y volviendo a unir sus labios y sentimientos a flote en un beso un poco más intenso, pero aún con una ternura inimaginable.

Los brazos de Gerard pasaron rápidamente hacia los muslos del castaño. Lo cargó y Frank abrazó la cintura del actor al instante. Encorvó un poco su espalda y abrazó aún más el cuello del otro.

Gerard caminó hacia su habitación lentamente, cuando estuvo frente a su cama, bajó a Frank de sus brazos y lo recostó con mucho cuidado, como si fuese la escultura más valiosa en la Tierra.

El tatuado recargó sus codos en el colchón, de esta manera ayudándose a levantar la cabeza. Gerard se subió arriba de él, apoyándose para no aplastarlo completamente. Después de una sonrisa que comunicaba todo, se despojaron de sus prendas. Las camisas volaron a alguna parte de la habitación.

El pelirrojo atacó los labios del menor nuevamente, esta vez la pasión se daba lugar entre ambos. Las manos tatuadas acariciaban la espalda del mayor, pasándose después en el borde de los pantalones. Zafó el botón de éstos y los bajó junto a la ropa interior, sus dedos en todo momento rozando la piel pálida el pelirrojo.

Gerard sonrió y se separó de Frank unos segundos, en los que desprendió la ropa que cubría la parte baja del cuerpo del menor.

Volvieron a besarse, cerrando los ojos en ocasiones, como si de esta manera se concentraran al sentir la piel ajena. Sus manos exploraban cada rincón de piel.

Luego de unos pocos minutos más así, el mayor se recorrió hacia la izquierda levemente, colocando su pierna derecha en las piernas ajenas. El dedo índice y medio fueron a parar en la boca del menor, donde comenzó a lamer perfectamente.

Estos dedos llegaron a la entrada de Frank, provocando que leves jadeos se escaparan de sus labios. Los introdujo y dilató durante varios segundo. Las erecciones crecientes de ambos se frotaban, creando una excitación pura.

Pronto el éxtasis comenzó a aumentar, el sudor impregnado en ambos era cada vez más. Frank abrió las piernas, Gerard se colocó en medio de éstas y lo miró, esperando una aprobación. Cuando el castaño se la dio, con ayuda de sus manos puso su pene ya erecto en posición, para después introducirlo lentamente.
Una vez quedó completamente dentro de Frank, comenzó un vaivén suave. Se acercó a besar al menor, donde sus jadeos y gemidos se unían.

— M-más mhm r-rápido a-ah...

Las estocadas aumentaron su velocidad poco a poco, al igual que los besos empezaron a ser más salvajes, necesitados.
Las caricias no se alejaron en ningún momento. Espalda, piernas, pecho, rostro... Todo siendo explorado por las manos ajenas.

— Mhm F-Fra-ank...

El éxtasis les impedía hablar, aunque realmente, no lo necesitaban.
La mano de Gerard se posó en el miembro de Frank, acariciándolo y bombeándolo con el mismo ritmo de las embestidas.

Minutos más tarde, el abdomen de ambos quedó manchado del semen del castaño. Unas cuántas estocadas más, el pelirrojo se corrió dentro del menor. Salió lentamente de él y se recostó, recargando su nuca en la almohada cerca de la cabecera de la cama. El menor no desaprovechó la oportunidad y se sentó a horcajadas sobre el pelirrojo, pasando sus manos sobre el pecho ajeno.

Gerard puso sus manos en la cintura de Frank, dando un masaje a la piel que lograba tocar.

Se acercaron un poco más y volvieron a besarse por última vez, antes de que el castaño recargara su cabeza cerca del hombro ajeno y cerrara los ojos, delineando con su dedo la clavícula del pelirrojo, oyendo atentamente los latidos del corazón, sincronizados con los propios.

Gerard sonrió, viendo con ternura al hombresito arriba de él, acariciando la espalda y cabello de éste. Y de igual manera, cerró los ojos.

— Te quiero... —susurró, sin abrir los ojos.

— Te quiero también... —recibió como respuesta.

Cuando abrió los ojos otra vez, el peso extra encima suyo le recordó lo que pasó la noche anterior. En ese instante estuvo a punto de arrepentirse, porque sabía perfectamente que algo saldría mal si las cosas continuaban, pero cuando sus dedos fueron a parar a sus labios, ese arrepentimiento se esfumó.

Incluso después de unas horas podía sentir el cosquilleo en sus labios.
Sonrió y removió poco a poco al tatuado, quien despertó mirándolo sin comprender del todo. Sin embargo, cuando cayó en cuenta de todo lo ocurrido, se sonrojó y sonrió, agachando la mirada, a lo que el pelirrojo lo tomó del mentón y lo acercó hacia sí, besándolo.

— Buenos días, lindo. —Susurró, lo que hizo que el sonrojo aumentara en el castaño—, vamos, desayunamos y te llevo a tu casa.

El tatuado asintió, levantándose de su lugar. Llamó a su madre con el teléfono del actor y avisó que se había quedado con Gerard.

Luego de desayunar, se vistieron y subieron al auto. Durante el camino, no hubo palabra alguna, excepto miradas discretas por parte de ambos.
Una vez afuera del hogar Iero, Frank se giró hacia Gerard, besándolo como señal de despedida.

Bajó del vehículo y caminó hacia su casa.

Esa noche unió sus labios con los del actor, su cuerpo... ¿Los sentimientos quedaron unidos de igual manera?

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Antes de que termine asesinada, les dejo esto. Disfrútenlo ggg.

Actor |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora