Actor |Frerard|

Capítulo 15

Sorpresa

La respiración era errática, suspiros entrecortados salían de sí; la habitación oscura no ayudaba en nada.

Avanzó cortos pasos, adentrándose un poco más en busca del interruptor, siendo detenido por manos suaves y pálidas que tanto conocía. Se permitió relajarse, intentando girar y ver al actor, pero éste no lo dejó. Las manos pasaban por todo el pecho del tatuado, sus cuerpos se apegaron entre sí, y por inercia, la cabeza de Frank fue a parar en el hombro de Gerard.

Respiraba su aroma, era increíble todo lo que le provocaba el sólo tacto de él.

— Te eché tanto de menos... —susurró.

El pelirrojo soltó una pequeña risa y en un rápido movimiento, sentó al tatuado en la silla que estaba cerca de la pared. Le quitó la camisa al instante y ató sus extremidades. Frank ni siquiera pudo reaccionar.

Desconcertado, intentó zafarse, ver al actor, pero él ya no estaba cerca.

— No es divertido, Gerard —gruñó.

Se tragó sus palabras cuando una diminuta luz se encendió frente a él, era lo que creía la puerta del baño o algo así.
La silueta de su hombre apareció, y aunque aún no veía sus facciones, una emoción y sonrisa crecía en su rostro.

La luz del centro de la habitación se encendió, no era una luz fuerte, sino leve, como si el foco estuviese por fundirse.

Tragó saliva y abrió más los ojos cuando notó las condiciones en las que Gerard se encontraba. Un pantalón negro de cuero, pegado totalmente a su cuerpo, dejando ver el gran trasero que poseía.
Piernas algo largas, con las proporciones ideales, como piernas de mujer.
Su pecho estaba al descubierto, y el cabello rojo tapando parte de su rostro sólo le hacía lucir más sensual.

— Oh, Frankie... Disfrútalo, bebé. —murmuró con la voz más sexual que salió de sí.

Y entonces, como si todo estuviera perfectamente coordinado, se empezó a escuchar una melodía lenta, mientras el actor comenzaba a bailar para Frank.

Los ojos del menor se abrieron de par en par, como primer instinto al ver los movimientos del pelirrojo. Caminaba pausadamente hacia la silla en la que se encontraba, movía las caderas al caminar, pasaba sus manos por su cuerpo, delineando cada facción.
Enseguida, se subió a la cama y asegurándose de que la mirada del tatuado seguía en su persona, sonrió malicioso y comenzó a quitarse los pantalones. Todo era lento, pausado y sensual, quería que Frank notara cada detalle de lo que hacía.

Al estar bajando los pantalones, el menor tragó saliva al ver aquellas bragas rojas que trazaban sus nalgas y dejaban en libertad a la hombría del actor.

Bajó de la cama y se acercó a Frank, dio la media vuelta y comenzó a agacharse, con el fin de que su trasero quedase a la altura de la cara del menor.

— Carajo. —Gruñó el tatuado.

Su erección estaba despertando, tener a Gerard de esa manera delante de sí, y no poder tocarlo siquiera le estaba torturando en demasía.

El pelirrojo soltó una pequeña risa al ver a Frank así, su mirada reflejaba deseo, y sus ojos avellanas parecían no parpadear. Le encantaba, lo amaba...

No pasó más tiempo y el mayor se sentó sobre Frank, sus brazos pasaron a los hombros del menor y entrelazó sus manos detrás de la cabeza de éste.
Se acercó peligrosamente a sus labios y se apartó de inmediato, antes de besarlo. Río burlón al ver la mueca de Frank que esperaba el beso.
Hizo aquello de nuevo, pero esta vez sí unieron sus labios. El beso era lento pero lleno de pasión y deseo, las manos del actor llegaron a la cabellera castaña y jugaron enredándose en él.

Se separaron por la falta de aire y se miraron fijamente, sonriendo después.

El actor comenzó un vaivén de caderas en donde su erección rozaba con el prominente bulto de Frank por sobre la tela de las prendas.

El tatuado jadeaba y gruñía. Le desesperaba y sobretodo le dolía demasiado. Sentía que explotaría. Su hombría necesitaba espacio, necesitaba ser atendida, necesitaba estar dentro de Gerard.

Los jadeos aumentaron cuando la lengua del actor exploró el rostro de Frank más a profundidad, llegó hasta la oreja y lamió el lóbulo suavemente.

Pasó hasta la clavícula y su lengua pasó por toda esta. De fondo sólo se escuchaban los jadeos de ambos, ni siquiera sabían si la melodía seguía o qué demonios sucedía alrededor.

Su atención era la que estaba frente a ellos, su mundo era ese solamente, uno en donde estaban ellos y el resto del mundo podía irse a la mierda.

— Mhm... Gee —gimió.

Ahora la boca del mayor se concentraba en los pezones ajenos, lamiendo y apretando en ocasiones. Los movimientos de sus caderas no cesaron en ningún momento, sólo cuando pasó a desabrochar los pantalones de Frank y dejar libre el gran pene hinchado, el vaivén se detuvo.

Tomó el miembro del tatuado, provocando gemidos de dolor y placer por parte del castaño.

— Oh, Frankie... Estás tan duro, nene —ronroneó cerca del oído ajeno.

— Ya t-te necesito ah mhm —fue lo único que pudo decir.

El actor rió y negó con la cabeza, sin embargo se apresuró a desatar a Frank. Cuando la primer mano estuvo libre, ésta fue a explorar el cuerpo del pelirrojo, siendo seguida por la otra. Y entonces una vez totalmente sin ataduras, tomó con desesperación las caderas del mayor y caminó a paso apresurado hacia la cama. Empujó al pelirrojo y se subió sobre él, besándolo con deseo, pasión. Sus lenguas tomaron lugar y comenzó una batalla entre ellas; al mismo tiempo sus manos viajaban por todo el pecho del mayor, mientras que las de él tocaban la espalda de Frank.

— Has soltado a la fiera, bebé —susurró el castaño entre el beso, haciendo énfasis en esta última palabra.

Se apartaron por cortos segundos en los que cambiaron de lugares y ahora el mayor se encontraba arriba.
El sudor y calor en la habitación aumentó aún más, sobretodo cuando el beso fue retomado y por la cercanía de sus cuerpos, las erecciones de ambos se rozaron, creando gemidos entre los dos.

— Hazme tu-yo hmn —dijo el mayor.

Frank lo miró de forma profunda y no esperó más tiempo; giró nuevamente y comenzó el proceso...