Perdida

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Sentía dolor, mucho dolor, le costaba respirar y algo se deslizaba por sus muslos y glúteos, su vista era borrosa, el sabor de su sangre en su boca, nauseas llegaron a él, al recordar la noche pasada porque a pesar de su vista borrosa, lograba ver la claridad del día en la habitación, se sentía débil no podía moverse, su mente viejo al rededor de las últimas horas, desde que el moreno lo había arrastrado del pelo y cerrado la puerta de la habitación para así iniciar su peor pesadilla.

Su respiración era irregular y su corazón pareció que dejo de latir, le dolía el cuero cabelludo, lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Un golpe impacto de lleno en su estómago, lo hizo doblarse del dolor, el terror corría por sus venas, su bebé era ahora lo único que pensaba y el terror de que el amor de su vida terminará con su pequeño milagro.

- Te estoy hablando Ryota contesta - le gritó.

Kise trato de levantar su vista hacia el moreno, el mareo vino a el tratando de levantarse con su brazo bueno, volvió a caer sobre su espalda, trató de nuevo pero sin tener resultados, levantó su vista así su ahora peor pesadilla y este lo veía con lujuria, la mirada del moreno recorrió todo su cuerpo, un escalofrío recorrió su espalda al sentir pasar esa mirada sobre su cuerpo. Jamás daiki, jamás lo tocaría en contra de su voluntad. Qué equivocado estaba.

Sin tener respuesta, solo una mirada suplicante de parte del rubio siguió su cometido destruirlo, su deseo era que le obedeciera solo a él y que dejará de modelar gracias a los daños que iba infligir al cuerpo del modelo y está sería su primera lección de modales para que le obedeciera. Se acercó y lo tomo del cuello mirando esos miedosos ojos dorados.

- Ryota, Ryota cuando te digo que me contestes lo aras, no me desafíes, porque se podría poner peor, mi querido Ryota- le susurró al oído con furia.

- Por favor suéltame Aomine- le suplico entre sollozos.

-Ahora no es Aominecchi? Ryota- le dijo con una sonrisa macabra.

Sin aviso lo levanto y lo aventó con fuerza hacia el filo de la cama. Un crujido se escuchó en el cuarto, los gritos de dolor del modelo se escucharon por todo el apartamento, le había fractura alguna costilla. Y se deleitó por ello eso le enseñaría que no debía hablarle así.

Sus gritos le lastimaban la garganta y por instinto trato de proteger a su bebé con su brazos, su hermoso regalo estaba en peligro, aunque solo pudo mover uno, el otro no quería responderle por el dolor agudo que tenía, su respiración se volvió laboriosa tenía que escapar, tenía que evitar que el padre de su hijo matara a su pequeño milagro. Sus gritos iban disminuyendo.

Daiki se fue quitando su ropa mientras se acercaba al rubio, dejándola tirada a su pasó. Kise no quería que lo tocará, necesitaba escapar, un sollozo salió de él por la impotencia, su dolor le nublaba su vista queriendo llevarlo a la inconsciencia. Tirado a la orilla de su cama sin poderse mover. El moreno tomo el fracturado cuerpo de su novio y lo tiró a la cama sin contemplación, kise rebotó y un grito salió de él.

- Cállate Kise - le ordenó.

Kise sin querer y por el terror, ahogo sus gritos con su mano, su mano derecha había quedado mal acomodada debajo de el por el rebote y eso le causaba más dolor, por ello de sus gritos, la inconsciencia lo reclamaba. Su garganta ya no aguantaba y sus quejidos eran más. Sin contemplaciones el moreno jalo ambas manos y le dio vuelta al modelo, la cara de este chocó contra el colchón ahogando sus quejidos, daiki sujeto con una mano ambos brazos de modelo e hizo que este levantara su cadera , le empezó a quitar con fuerza el pantalón y el bóxer, dejándolo completamente desnudo, su camisa ya hacia destruida en la sala. El moreno ya no tenía ninguna prenda sobre si, su pene ya se encontraba despierto totalmente desde que su amigo le había tocado en el carro, y ya no soportaba necesitaba meterlo en ese respingado trasero níveo. Se bombeo dos veces y alcanzó a ver el rostro lloroso de kise y eso le excito más, jamás había hecho eso, pero le gustaba ver el rostro lloroso de kise y tratando de alejarse de él, sabiendo que no podía.

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