Es simple decir adiós, pero decirlo cuando dejas ir a una persona de verdad duele tanto que se siente en cada pedazo de si.
Kagetora Aida camina asi su oficina con toda la confianza del mundo pronto el sería dueño del territorio de los Aomine y como disfrutaría cerlo. Su jugada ya estaba en movimiento, su hija era la mejor en su campo y ella sería la encargada de que el consiguiera el poder sobre ese territorio. Río entrando a su oficina, que bien se sentía tener poder y ser poderoso.
Kuroko salió de su habitación necesitaba encontrar la forma de volver al juego, idearia un plan para deshacerse del abuelo de Daiki este lo quería muerto, si él no moría sabía que su hora estaría cerca, por eso necesitaba matarlo aunque lo hiciera con sus propias manos de nuevo, nada más que esta vez no fallaria. Necesitaba contactar con haizaki, ocupaba que el volviera, porque el haría las cosas más fáciles para él, necesitaba al perro de caza. Su mente se aclaró un plan se formó ahora si volvería al juego y el sería el vencedor.
Aomine se acercó a su abuelo aún tenía las cenizas de su mamá en los brazos cargando las como un recién nacido, el no quería creer que ella ya no estaba pero era difícil demasiado difícil hacerlo, sentía que toda su vida estaba mal como si todo mundo lo estuviera dejando, por eso no quería creer que su madre estaba en una hurna, si lo hacía su cordura la poca que tenía para mantenerlo lo dejaría y se rompería, nadie quería ver lo que él realmente era, menos su abuelo y su padre. Al pensar en su padre se dio cuenta que no lo había visto no había venido a despedir a su madre, lo odio más por eso el nunca se mereció a su madre, ella era luz mientras él era oscuridad, cuando lo viera le haría pagar esta falta, ahora con más ganas lo quería muerto. Ahora con más necesidad necesitaba a kise, con él, era el único que podría controlarlo, la maldita escoria de haizaki se estaba escondiendo y lo encontraría por ese pequeño error era hora que él se hiciera cargo de la búsqueda de su rubio novio. Una sonrisa siniestras se extendió por su cara. Era hora de volver al juego y deshacerse de algunas piezas, como por ejemplo de kuroko se había dado cuenta de la pequeña traición de este querer acabar con la vida de su joya eso era imperdonable y era hora de desaparecerlo. Miró una vez más a su abuelo, el hombre era joven parecía que los años no pasaban por él, era hermoso, pero él dolor que irradiaba lo hacía ver pequeño y solitario, no quería dejarlo solo pero ocupaba quitarse a kuroko de encima. Fue hacia él y acercó su mano tocando con delicadeza su brazo. El mayor lo miró, lágrimas aún bajaban de sus ojos
- Tengo que salir un rato - lo miró - siento dejarte solo un rato pero necesito hacer algo importante, volveré lo más pronto posible.
- A donde vas Daiki- pregunto tadashi- eso es más importante que tu madre - cuestionó.
Daiki apartó la mano, bajo la mirada.
-Perdoname pero aún no puedo aceptar que ya no está, no puedo hacerlo, ella es todo para mi y lo único que me mantiene, así que lo siento, pero no puedo decirle adiós todavía. - sin decir una palabra más se fue.
Tadashi miró salir a su nieto, el sentía lo mismo pero él, sí necesitaba dejarla ir, decirle adiós para luego comenzar con su jugada para hacer pagar a las personas que la mataron no sólo había sido Aomine Yuichi si no también Kagetora Aida y su hija Aida Riko. El territorio de su esposo era suyo y siempre lo sería hasta que Ren volviera al juego y ambos habían acordado que todavía no, pero sabían que Kagetora ahora iría por él, si se diera cuanta de la muerte de Yuichi, pero de eso se daría cuenta pronto por ahora solo ese día lloraría hasta dormir por su bebé. Era hora que dijera adiós.
Ren miró a su nieto salir, estar en las sombras era mejor así podía hacer sus jugadas, era hora que le diera un aviso a los Aida que no sería fácil hacerse de su territorio, se dirigió hacia la salida trasera dos de sus guardaespaldas con él, dejaría por el momento a su esposo, pero volvería pronto, primero disfrutaría de quemar algunas cosas. Se subió a su Cadillac Escalade, se acomodó en el asiento trasero a la par de él una caja con sus armas de uso personal y sus guantes de cuero disfrutaría de esto por su bebé.
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Un hogar
FanfictionÉl había perdido todo, lo creyó ser no era, su amor fue destruido por la persona menos esperada y sufrimiento, la traición y el daño que lo destruyo solo hizo que su ira se convirtiera en venganza ,y la venganza puede hacer de una persona la peor.