Un hogar

Presente

El presente como el pasado pueden ser dolorosos? Pero que tan malo se puede convertir el presente? El dolor predominante en cada día de su vida, será que el presente puede destruir lo que ya está en cenizas y que nadie puede arreglar.

- Lo encontré- le comunicó al moreno- estuvo internado en un hospital por unas semanas, me dirigió al lugar en este momento jefe.- le informó.

- Es él realmente ?- preguntó Daiki.- Es realmente Ryota? - volvió a preguntarle.

Si realmente era Ryota, muy pronto lo recuperaría. Volvería a estar completo. Le podría contar sobre su madre, que la perdió, haría cualquier cosa para tenerlo con él. Hasta matar a Kuroko para que su rubia estuviera seguro.

- Aomine bastardo te estoy hablando, no lo sé todavía, por eso voy a verificarlo - gruño en respuesta el peli plata, por la falta de atención del moreno.

- Esperó que está sea la última vez que me dices así Haizaki o tú muerte puede estar en un presente.- su voz era peligrosa, una amenaza estaba pendiendo de un hilo.- cuando lo verifiques, me informas para nuestro próximo movimiento.- una sonrisa se dibujó en su cara.- espero una afirmación y ningún fallo.

Terminó la llamada sin darle chance de replicar al peli plata. Ahora al saber que cerca estaba por obtener a kise, su humor había cambiado, si todo era afirmativo, pronto se movería, él mismo quería cazar a su presa. Todo su cuerpo vibraba por la excitacion de la caza, más cuando la presa era su objeto de obsesión. Su sonrisa se ensanchó, que dulce se iba sentir cuando tomara de nuevo. Dulce y excitante. Sin piedad.

Midorima se había adormecido, su único pensamiento era su esposo, su huida. Una que prometió no hacer, seguía en la puerta de su casa, se había arrastrado por ella al cerrarla, su cabello estaba alborotado y sus lentes los arrojó contra el piso, por la impotencia de no poder correr hacía su esposo y envolverlo en sus brazos. Darle la seguridad que había perdido. Un hogar, solo, el silencio reinaba.
Las horas pasaron su teléfono sonaba en alguna parte de la sala, pero no quería moverse, no quería hacer nada hasta volver a tener a su esposo en sus brazos, sentirlo cómodo entre ellos. Acariciar su cara hasta oírlo casi ronronear. El era otro con Takao, había encontrado todo con él, el amor, seguridad, aceptación. Lo más importante ya no se sentía solo y le había dado una familia propia, un hogar al cual regresar. Un hogar que ahora se encontraba fracturado y no sabía que hacer para tenerlos de vuelta. Su bebé. Todo se le estaba escapando de sus manos.
Un gritó desesperado salió de su boca, lágrimas surcaron su mejillas.  Necesitaba a su otra mitad. A su esposo. A Kazunari.
El tono de su celular volvió a inundar la estancia, alejándolo de sus pensamientos, se escuchaba tan cerca, decidió responderlo, enfocó su vista, ya nublada hacia algún lugar de la estancia pero no logró ver nada. Espero a que sonara de nuevo. Este volvió a sonar. Venía del sofá donde se había sentado con Takao, trato de levantarse, lográndolo, sus manos se apoyaron en la pared, su vista realmente era mala. Camino a duras penas hacia el sofá y tomó el celular cuando este dejó de sonar nuevamente. Trato de desbloquearlo pero no podía ver los números, gruño con frustración. Necesitaba sus lentes de repuesto, iba ser toda una odisea llegar hasta la habitación que compartía con su esposo. Entre tropiezos logró llegar a su destino y a su objetivo, al colocarse los lentes, nuevamente miró su celular. Había más de 15 llamadas de su padre y cinco de Kagami. Pensó en lo peor, su esposo lastimado o su hija. Entre temblores logró llamar a su padre.

- Kazunari y Tsuyume están bien?- preguntó con desesperó a penas su padre respondió.

- Mi nieta está internada, Kazu está con ella.- le respondió.- Donde has estado?- preguntó.- he tratado de comunicarme contigo hijo, y no he podido. Tu esposo te necesita, y no estás con él.- le gritó enojado.- deja todo la pelea con Kazu y ven.- le ordenó. Colgó sin darle tiempo para responder.