× Trece ×

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—T-tengo f-frio..— Comentó indirectamente el más alto, a lo que el contrario seguía sin saber qué hacer
—¿Me calentarías? — Preguntó, como antes, indirectamente.

[...]

Miguel no entendió sus indirectas, por lo que no sabía qué hacer, a causa de su inocencia.

—D-deja, tran-quilo... — Juan lo besó y lo bajó de encima suyo.

—¿Quieres una pastilla por la resaca?— Preguntó Miguel una vez se separaron del beso.

—N-no, d-eja.

—¿Seguro?— Quiso asegurarse el mayor.

—E-so c-creo...— Respondió el más alto.

— Bueno, mejor te paso una pastilla...

—P-pesa'o.— Replicó Juan.

— Sólo quiero cuidarte...

—L-lo sé, M..Migue...

Miguel tomó una pastilla y un vaso de agua, para luego acercarle todo a Juan. Este último tragó la pastilla y lo miró.

—¿F-feliz?— Preguntó el menor.

— Claro, con que estés sano sí.— Respondió con una sonrisa Miguel.

—V-vale.. Dor-miré un rato, ¿s-si?— Avisó Juan.

— Vale, te dejaré dormir en paz.— Dijo para irse.

—D-deja, yo iré a la habitación, n-no quiero m-molestarte.— Juan se paró y fue a acostarse a su cama, mientras tropezaba un poco o chocaba contra las paredes, ya que aún estaba algo ebrio.

— Vale...— Miguel se sentó en el sofá nuevamente, aunque luego se acostó en el mismo, para comenzar a cerrar sus ojos, al igual que Juan, quien conectó su móvil, se tapó y cayó en un profundo sueño.

Unas horas después.

Juan se encontraba aún durmiendo, sólo que esta vez, se había destapado. Miguel, en cambio, se hallaba casi tirado en el suelo, desparramado por todo el sofá.

El menor, al despertarse, lo primero que encontró a su vista fue el techo, el cual se quedó mirando por algunos minutos. Luego, se paró lentamente. Al caminar comenzó a marearse, por lo que se sentó en el suelo. Cubrió su rostro y se quedó allí.

Miguel abrió sus ojos lentamente y se acomodó en el sofá para seguir durmiendo.

Juan se quedó en el suelo por el mareo. Minutos después, como pudo, caminó al sofá y se sentó a los pies de Miguel.

El mayor de la dupla, después de un rato cuando despertó y abrió sus ojos lentamente, mientras bostezaba, dando su señal de que ya había despertado. Minutos más tarde, sus ojos se abrieron totalmente.

Juan, al notar la mirada de Miguel, llevó la suya hacia la del más bajo y sonrió.

—¡Has despertado, bella durmiente!— Comentó divertido.

Miguel rió un poco ante su forma de llamarle y, el otro, acarició una de sus piernas, por lo que se sonrojó un poco ante su acción.

Juan quería follarse a Miguel ya mismo, pero el mayor era tan inocente que no sabía qué hacer. Tampoco sabía si debía recurrir al primo de su amado, Pedro, no quería parecer tan pesado hablándole todos los jodidos días.

En la cabeza de Miguel rondaba la pregunta de que estaría pasando en ese momento, pero al ser obvia su inocencia, no se le ocurría nada. Comenzó a sentarse mientras fregaba sus ojos aún despertándose. De él, un adorable y algo suave bostezo se mostró entre sus labios, al no haber pasado mucho desde su despertar. Fue adaptando sus ojos a la luz que había en el lugar.

Cruzados - Rompiendo el Zarcronno || Zarcronno & más ShippsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora