× Veintitrés ×

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Miguel desvió su mirada y se mantuvo totalmente callado.

—¿Sabéis? Creo que les dejaré... A solas— Habló Pedro al notar a su primo tan nervioso y le susurró— Suerte con Juan— Luego de aquello se fue caminando.

[...]

—Espera, espera, ¿Qué acaba de pasar?— Preguntó Juan confundido, a lo que Miguel alzó sus brazos sin saber qué responder—. ¿Seguro que no sabes?— El mayor negó con su cabeza y se abrazó a él como un niño a su madre—. Aww, ¡Qué cosita tan mona! Eres tan... Distinto— El más alto sonrió—. Eres el chaval más bellezo de todos.

Miguel se sonrojó más que una manzana ante aquellas palabras, y más aún cuando notó la vista de la gente sobre ellos, ante la alborotada risa –sin razón– de Juan.

—¡Pringa'os dejad de mirarnos!— Continuó riendo el moreno, sin si quiera saber porqué lo hacía.

—¡Maricas, iros a follar a otra parte!— Gritó una mujer, la cual caminaba por allí.

—¡Les dais una mala lección a los niños, iros a buscaros unas tías con quienes estar y sed normales!— Exclamó otra persona desde la lejanía.

—¡Meteros las opiniones en el culo y dejad de molestar! — Respondió el menor, agresivo y harto de todos los comentarios destructivos.

— Llama a la policía, deben ser denunciados— Habló la mujer que había gritado, dirigida al otro hombre que había hecho lo mismo.

—Llegáis a llamar y os juro que no veis la luz del día nunca más— Amenazó el de blancos ojos.

— No nos das miedo, niñato— Habló la fémina indicando al hombre que marcase.

—¡Cerrad la puta bocaza y dejaros de tonterías!— Luego se acercarse, Juan lanzó el móvil del hombre –sin tocarle las manos para que no puedan denunciarlo como agresor– al suelo.

—¡Gilipollas, vosotros deberíais tener vergüenza! Esta ciudad merece menos maricones— Susurró el dueño del roto móvil.

—Repítelo y verás una sorpresa— El de lentillas sonrió ampliamente.

—¿Qué? ¿Me golpearás?— Rió.

—Si así lo pides— Juan dio un golpe seco en su cara.

El hombre le devolvió un codazo en el estómago, con el propósito de que no respire.

— Ahora espero que tú y tu amigo maricón se vayan a follar a otra parte.— Y luego él y la mujer se fueron riendo.

Aunque no lograron alejarse mucho cuando Juan le obsequió al buen hombre un golpe en la nuca, haciéndolo caer al suelo, desmayado.

— Oh niño, ya te verá tu amiguito en la cárcel por violencia— La mujer tomó su propio móvil y marcó nuevamente a la policía.

El moreno no se resistió y regaló otro golpe, esta vez a la mujer. Luego, se colocó la capucha y se fue del lugar, sin dejar ver su rostro.

Una niña corrió donde su madre, la cual era la mujer que estaba en el suelo.

—¿Madre?— Preguntó con sus grandes ojos.

Y no ganó respuesta alguna.

Juan escapó del lugar sin decir una palabra y le mandó un texto a Miguel; “Nos vemos en casa”.

Y la niña anteriormente vista le tiró un montón de piedras a Juan al darse cuenta de que había lastimado a su madre, pero el receptor de aquello ya se estaba yendo.

Cruzados - Rompiendo el Zarcronno || Zarcronno & más ShippsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora