× Doce ×

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Juan se fue a su casa con la cabeza baja, mientras seguía a la vista de Pedro, pero luego sonrió, había conseguido algo de parte de su ex-pareja.

[...]

Una vez Juan llegó a su destino, se encontró a Miguel dormido en el sofá, por lo que se acercó y lo saludó.

—Hola pequeño— Habló alegre mientras lo zamarreaba lentamente.

Miguel despertó.

— Hola...— Fue interrumpido por un bostezo.

—¿Cómo has dormido?— El más alto
le dio un beso en la frente.

— Bien...— Respondió adormilado.

—Me alegro— Acarició su cabello con una sonrisa en su rostro, a lo que Miguel le devolvió una sonrisa con una mirada cansada.

—Linda mirada— Dijo algo tierno.

—G-gracias...— Respondió únicamente el mayor.

—A ti por haberte quedado conmigo— La mano de Juan fue hacia la mejilla de Miguel.

Aquella acción logró un adorable tono rojo en las mejillas del de menor altura, que se complementaba con sus tiernos ojos cansados.

—Ay, no me mires así..— Juan desvió su mirada algo... ¿Sonrojado? Era raro verlo así, casi nunca pasaba.

Miguel sonrió leve y lo abrazó.

—Eres tan lindo... — Pronunció feliz el menor, mientras correspondía el abrazo.—No merezco estar con alguien de tal belleza.— Dijo con una agradable sonrisa en su rostro.

— Yo no merezco a alguien con una personalidad tan especial y única como tú...— Le respondió Miguel.

—No digas eso, soy un asco de persona.

— No, Juan... No lo eres...

—Sí que lo soy, piensa un poco, estuve con Jose y ahora con el primo de mi ex-pareja.— Le explicó.

— Porque tú has tomado dicha decisión.

—Eso implica que sea un asco.

Miguel suspiró.

— No, Juan...

—Admitelo Migue, no me molestaré porque digas la verdad.

— Es que para mi eres único... Especial e importante...— Habló Miguel besando la mejilla del contrario.

—¡Joder que monada de chaval! — Exclamó Juan.

— Para ti únicamente, Zomber.— Sonrió.

—Y pensar que antes eras más seco que un desierto...— Comentó riendo el más alto.

— Eso ya quedó atrás.— Sonrió un poco.

—Oye, ¿Quieres beber una cerveza?— Cambió de tema Juan.

— No, muchas gracias.— Respondió en tono amable.

—Yo iré por una, Migue.— Se levantó del sofá, para luego volver con una cerveza en sus manos.

Miguel se sentó en el sofá mirando al techo.

Lo mismo hizo Juan, y pasó uno de sus brazos por los hombros de Miguel, haciendo que el otro se apoyara en su hombro.

—¿Ocurre algo?— Preguntó Juan al ver a Miguel mirando a la nada, mientras bebía de su cerveza.

— No, para nada...— Respondió.

Cruzados - Rompiendo el Zarcronno || Zarcronno & más ShippsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora