|| HADES || RM & TÚ || [Segunda Temporada] || TERMINADA ||

Capítulo 1

*Narra (tn)_____*

Odiaba octubre. Las hojas cambian de una tonalidad rojiza y se separaban de las ramas. El aire soplaba fuertemente, anunciando que pronto terminaría el otoño para darle la bienvenida al invierno. No me gustaba Suecia. 

Ya habían pasado dos año desde que me fui de (tu país)____ y mis demonios siguen atormentando. No dejo de pensar en mi padre, en Charles, en Namjoon. Los extrañaba. Todos los días salía a la iglesia y rezaba por el alma de mi primer amor y de mi padre. Dios los juzgó, y conmigo será igual. Tal vez nos veamos en el infierno.

Nada ha cambiado. Sigo en el mundo de la mafia, sólo que... ahora soy yo quien se mancha las manos de sangre.

- Señorita Min.- Viktor toca la puerta de mi despacho y entra.- Por fin encontramos al bocón.

- ¿Dónde lo tienen?

- Sigue en su casa.- carraspeó.- Estamos vigilando el perímetro.

- Llévame.- ordeno.

Tomo mi abrigo y salgo al gran jardín. Saludo a mis tres Rottweiler y entro al auto. Viktor acelera y nos adentramos a la carretera. No puedo perdonar al idiota que hizo que perdiéramos millones de dólares al tratar de exportar marihuana a España.

Viktor cambia de dirección y entramos a un suburbio de bajo nivel social. Niños y niñas jugaban entre sí, en las esquinas habían adolescentes comprando sus primero paquetes de droga. Aparcó el auto frente a un edificio con varios departamentos. Me abre la puerta y me ayuda a bajar.

Dos hombres se acercan a mí pidiendo limosna. Viktor los separa de mí de un golpe y nos adentramos al pequeño edificio. Se notaba el poco mantenimiento que le daban al lugar.

Subimos las escaleras, hasta llegar al segundo piso. Recorrimos el estrecho pasillo y llegamos a una puerta con el número 26. Detrás de nosotros llegaron cinco hombres más. Viktor tocó la puerta y unos apresurados pasos se escucharon del otro lado.

Nadie abre. Enarco una ceja y ordeno que vuelvan a tocar. Silencio. Bueno, quería ser una chica civilizada, pero con ellos no se puede. Uno de mis hombres saca su arma y apunta hacia la cerradura disparando varias veces, hasta que el seguro vota.

Viktor abre la puerta y deja que el resto de mis hombres entren y vigilen el perímetro antes de que yo lo haga.

Varios disparos se escuchan en la habitación. Gritos de una dama hacen eco en las paredes de esta. Viktor me indica que podemos pasar y lo hago. La humedad se hacía presente en las cuatro paredes de la habitación y un mal olor penetra mis fosas nasales.

- Los tenemos.- me confirma uno de mis hombres. Entro a lo que suele ser la sala principal y veo a una chica embarazada, de unos siete meses y a su lado se encuentra el bocón.

- ¿A quién tenemos aquí?- digo paseándome por el pequeño cuarto.- Pero si es Noah.

Noah me miraba asustado, sabía a lo que había venido.- ¡Máteme a mí, pero deje que ella se vaya!- gritó.

- ¿Me estas dando órdenes Noah?- la dulzura en mi voz hace que la chica tiemble.- ¿Cuál es tu nombre cariño?- me dirijo a la chica.

- A... Anita.- dice.

- Veo que tienes una bendición dentro de tí.- asiente. Sonrío.- Ven cariño.- le ayudo a levantarse. Miro a Viktor quien sostiene una caja. Me dirijo hacia él y saco mi filoso cuchillo.- Sabes Noah, por tu culpa perdimos millones de dólares.- suspiré.- ¿Por qué lo hiciste?

- Me prometieron una buena suma de dinero.- dijo agitado.

- ¿Quién?- dije.

- No lo sé.- tragó saliva.- Un hombre de unos cincuenta años me contactó y yo acepté.- las lágrimas corrían por sus mejillas.- Yo lo hice para pagar el ginecólogo y los medicamentos para mi esposa.

- Te creo.- dije. El hombre parecía aliviado.- Pero no perdono que me hayas traicionado.- tomo el cuchillo y atravieso el vientre de la chica. Ella chilla en cuestión de segundos. La sangre escurre y eso me excita. Vuelvo a apuñalarla. El hombre grita maldiciones, trata de zafarse, pero es imposible. Viktor me entrega mi arma y finalizo con un tiro en la pequeña cabeza de la chica.

Noah tenía los ojos inyectados en sangre. Se revolcaba en su asiento.- ¡ERES UNA PUTA ZORRA!- gritó.

Sonreí.- Lo sé cariño.- acerqué la boca del cañón a su sien y apreté el gatillo.- Limpien cualquier evidencia.- ordené y salí de aquel edificio.

El sol se estaba ocultando y un hermoso atardecer iluminaba el cielo. Había sido un día muy ajetreado, pero al fin podré descansar.