Tiempo de Traiciones

CAPÍTULO 5

Los personajes de INUYASHA no me pertenecen sino a RUMIKO TAKAHASHI Esta obra pertenece a ROGERS ROSEMARY, ha sido adaptada y modificada por mí

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(LOS PERSONAJES DE KOGA Y AYAME PUEDEN TENER OoC)

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CAPÍTULO 5

Kagome POV

Carrick Park¸ Devonshire, Inglaterra

Kagome se había marchado de Londres rumbo a la aislada propiedad que Sesshomaru poseía en Devonshire sin saber muy bien qué esperar.

Lo cierto era que apenas había pensado en el lugar al que se dirigía mientras el carruaje había avanzado bajo la primera luz del día. ¿Cómo habría podido hacerlo si su mente estaba completamente invadida por Sesshomaru y por las horas que había pasado en sus brazos?

Había sido todo tan... increíble.

Desde el momento en que había entrado a sus aposentos como un loco hasta que había desaparecido sin apenas decir una palabra poco antes del amanecer, todo había sido como un sueño del que Kagome tenía la impresión de ir a despertarse en cualquier momento.

Se había mostrado tan frío después de la ceremonia de boda, que jamás habría pensado que podría volver con la idea de compartir el lecho nupcial. Y desde luego jamás habría imaginado que mostrara tanta pasión hacia ella y ese deseo que la había arrastrado en un torbellino de placer.

¿Por qué habría vuelto?

¿Realmente temería que su padre pudiera exigir una prueba de que el matrimonio se había consumado, como habría hecho un personaje cruel de la Edad Media? Parecía absurdo. Además, no había tenido la impresión de que estuviera seduciéndola por obligación.

Incluso ahora, un mes después de llegar a su nuevo hogar, seguía pasando muchas horas en vela, recordando todos sus besos y todas sus caricias.

Se dijo una vez más que no importaba el motivo por el que lo hubiera hecho y meneó la cabeza mientras paseaba por el sendero polvoriento que separaba la casita de techo de paja de Carrick Park.

Después de las horas que había pasado dándole placer, Sesshomaru se había levantado de su cama sin decir nada y ni siquiera se había molestado en aparecer para despedirse de ella antes de que se marchara de Londres.

El mensaje estaba muy claro.

Seguía siendo la mujer pavisosa y no deseada a la que quería mantener lo más alejada posible.

Esa idea podría haber acabado de una vez por todas con su frágil espíritu, sin embargo su llegada a Devonshire le había hecho pensar que aquel traslado podría ser una bendición más que un castigo.

Desde el momento en que había puesto un pie en Carrick Park, se había sentido más tranquila y el miedo al futuro había desaparecido misteriosamente de su corazón.

Quizá había sido la belleza de la gran mansión.

Construida cerca de un acantilado sobre el Canal de la Mancha, la residencia había sido en otro tiempo un monasterio de piedra al que se le habían añadido algunas dependencias con grandes ventanas de estilo isabelino que encajaban a la perfección con la construcción original. La fachada principal estaba cubierta de hiedra, lo que hacía que el edificio se fundiera visualmente con la vegetación silvestre que rodeaba la casa. Esa misma hiedra podía verse también en las caballerizas y en otros edificios que había desperdigados por la propiedad.