Capítulo: 15.

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Amelia y Leyna se volvieron mejores amigas más rápido de lo que sus padres crían, tanto que incluso compartían cada actividad del día juntas y habían insistido constantemente a sus respectivos padres para reunirse nuevamente, y cuando no podían verse en persona, lo hacían por videollamada.

Amelia había catalogado a la otra niña como su mejor amiga de toda la vida, y habían hecho un pacto que juraron nunca romper, estaban tan unidas que los padres de Leyna habían invitado a Jade, Perrie y Amelia a su fiesta de bodas. Claramente Leyna era la más feliz con su presencia, nunca se despegó de la niña castaña en la noche.

Amelia tampoco se había despegado ni un segundo, la niña pelinegra llevaba un lindo vestido blanco con un poco de violeta en la parte de la falda, su cabello rizado en grandes ondas sobre su espalda, con un lindo peinado de trenzas al frente. Estaba absolutamente encantada con su apariencia de princesa, y se sentía la más afortunada por tener una amiga tan linda.

—¿Quieres ir a jugar, Leyna?—pregunto Amelia por segunda vez en la noche.

—No tengo ganas de jugar—respondió con desánimo la otra niña, balanceando sus pies en la silla.

Amelia hizo un puchero y miro hacia donde su amiga tenía la vista fija con expresión triste, encontrando a la pareja recién casada bailando.

—¿Estás bien?—le preguntó de manera dulce.

—¿Crees qué ellos se olviden de mi?—la miro expectante—. Después del matrimonio, las parejas tienen otros hijos y se que ellos quieren tener más.

Amelia hizo una mueca y miro nuevamente a los padres de su amiga, a unos pasos de distancia, sus dos mamás se divertían mientras compartían un plato con dulces, ella sabía en lo profundo de su corazón que su mamá nunca podría olvidarse de ella ni aunque tuviera otros hijos, lo cual no era una preocupación para la pequeña, ya que deseaba tener hermanos. Pero deseo ayudar a su amiga de alguna manera, así que le compartió lo único que sabía.

—Ellos nunca se olvidarían de ti, Leynnie—aseguro—. Te aman, son tus padres, y si llegaran a tener otros niños te aseguro que encontrarán la manera de amarlos a todos por igual.

—Eso lo dices porque eres mi amiga.

—No, pero no creo que tus papás se olviden de ti, son buenos papás, ¿Cierto?

—Claro que sí, los mejores—la niña asintió con una sonrisa.

—¿Y no te gustaría tener hermanos? Mi mami dice que un hermano es otra parte de ti con la que puedes compartir todo. Aunque un hermano no siempre es de sangre, puede nacer de una amistad, como mi tía Jesy.

—¿Entonces tú y yo podríamos ser hermanas?—dijo sorprendida.

—Si tu quieres—Amelia sonrió.

—Creo que me hiciste cambiar de opinión, es divertido tener un hermano.

—¡Sí, lo sé! Podemos hacer muchas travesuras juntas y compartir muchos secretos.

Leyna soltó una risa, cambiando su expresión por una feliz e instaneamen algo en el pecho de Amelia se calentó. Estiró su pequeña mano para tomar la de su pequeña amiga -recién proclamada su hermana-, y las dirigió a la pista de baile.

Ambas se situaron en la pista de baile y empezaron a bailar de manera loca cada una de las canciones que sonaban. Una canción lenta empezó a sonar y antes de que Amelia rodeara con sus brazos a su amiga, otra niña se acerco a ellas.

—Hola, Leyna—saludo tímidamente, jugando con un mechón de su pelo rubio y brillante—. ¿Quieres bailar?

Dos pares de ojos verdes la miraron esperando por un movimiento suyo, y por alguna razón, ese gesto hizo que se sintiera incomoda y fuera de lugar, por lo que decidió alejarse, sintiéndose triste al ver a Leyna bailar con esa niña que no conocía.

Amelia. |JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora