-¿Una fiesta?-la morena arqueo una ceja hacia la invitación.
-Una verdadera fiesta-la rubia asintió-. No una con niños corriendo por ahí.
Jesy se río desde el otro sofá, tomo una lata de coca-cola y colocó sus pies sobre la mesa, tomo un sorbo para luego hablar.
-Jade nunca ha ido a una fiesta-rueda la ojos-. Lo he intentado desde que la conocí.
-Vamos, no puedes ser tan amargada-Perrie insistió haciendo un puchero.
-¿Y Amelia?-pregunto con preocupación.
-Tus padres podrían cuidarlo, o Sol-suplico.
-Hasta yo podría hacerlo-Jesy se encogió de hombros.
Perrie observo a la castaña con una sonrisa traviesa y posteriormente, ella miro a su amiga con una mirada asesina. Jesy bajo los pies y se acomodo en el sofá incómoda.
-No hay excusas, debes venir-mostró una sonrisa de victoria.
-¿Y sí no quiero?-pregunto con cierto enojo, después de todo, lo que ella piense no parecía importar.
-Pero yo estaré ahí, y no voy a dejarte-se sentó a su lado y tomo su mano para luego apretarla-. Lo prometo.
-Vamos, ¿Crees qué no conozco ese tipo de amigas que siempre dicen lo mismo, y al final te dejan tiradas?-se cruzo de brazos.
-Yo no soy tu amiga-la chica acarició su pierna, acerco a su oído y susurro-. Vamos a divertirnos.
Jade trago saliva fuertemente, sintió la mano de Perrie acariciar su muslo de manera provocativa. La castaña colocó la mano sobre la suya, deteniéndola.
-De acuerdo-se rindió-. Iré.
Perrie soltó un grito de felicidad, beso su mejilla y tomo la mano de Jesy para posteriormente, subir a su habitación y elegir algún vestido, estaba jodida.
Jade sonrió cuando la pequeña entro a la sala, lucia su pijama de hello kitty, llevaba el muñeco que Perrie le regalo en una mano, y la otra restregaba su ojo. Se acercó. Su mamá y se subió sobre sus piernas, Jade se lo permitió y ka recostó sobre su pecho.
-¿Tuviste una pesadilla?-la morena empieza a mecerla mientras la observa, la niña niega.
-Fue un sueño bonito-hablo con voz dulce-. Eramos una familia, tú, Perrie y yo.
La niña sonrió y se refugio en el calor de su madre, aferrándose a su cintura, Jade la miro con dulzura, mientras acercaba su muñeco para que pudiera abrazarlo.
-Y había niños-sus ojos se iluminaron-. Muchos niños, creo que eran mis hermanos.
Jade se río por los locos sueños de la pequeña, sin embargo, no arruino sus esperanzas y continuó meciendola hasta que se volvió a dormir sobre sus brazos.