Capítulo: 13.

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La pequeña niña iba caminando por la cera de la mano de su madre, jugando con sus pequeños piecitos mientras oía a su madre hablar por teléfono, parecía una conversación importante, pero Amelia ya estaba cansada y quería sentarse, así que jalo del pantalón de su mamá para tener su atención.

—Mami, estoy cansada—hizo un puchero.

La castaña detuvo su conversación para mirar a la pequeña, pidió un momento a la persona de la conversación y se agacho para estar a la altura de su hija.

—Busquemos una banca para que puedas descansar, ¿De acuerdo?

Amelia asintió, estando de acuerdo con su idea, dejo que la castaña la guiara unos cuantos pasos más hasta encontrar una banca donde sentarse. Su madre le indicó que se quedará sentada y tranquila y ella estaba dispuesta a obedecer, ya que además estaba demasiado cansada para volver a levantarse. Simplemente logro distraerse con los hilos que sobresalían de su abrigo cuando escucho un ruido.

Un maullido fue lo que llamo su atención, cuando giro buscando el lugar donde provenía, el maullido volvió hacerse presente y sintió mucha más curiosidad. Miró a su madre, y la castaña le devolvió la mirada con ojos acusadores cuando decidió levantarse, sin embargo, eso no la detuvo, y camino detrás de la banca, donde había un callejón solo y lleno de basura.

El maullido se hizo presente nuevamente, sonando cada vez más cerca, el corazón de la niña latió de ternura cuando un gatito salió de la oscuridad y camino hacia ella con pasos temblorosos. El animalito era naranja, y sus ojos eran grandes y azules, estaba sucio y muy delgado, pero era completamente adorable, acerco su mano al animal, acariciando su cabeza suavemente obteniendo un ronroneo de su parte. La niña sonrió, sintiéndose completamente enamorada, lo tomo con cuidado y lo llevo con ella a la banca.

—Eres muy lindo—el gatito maullo en respuesta—. Seguro tienes hambre, no te preocupes, yo te cuidaré bien.

—¿Qué tienes ahí?—Jade se acercó a la niña.

—Un gatito—lo levanto para mostrárselo.

Jade miró al animal e hizo una mueca al sentir su olor, podía darse cuenta que estaba llena de bacterias y su pequeña lo sostenía con la manos expuestas.

—¿Pero de dónde ha salido?

—Estaba en la basura.

En ese momento, la castaña casi sufre un infarto.

—¡Amelia, por Dios! No debiste tocarlo, está lleno de bacterias—la castaña agarro el animal, colocándolo en el suelo.

—Por favor mami, quiero quedarmelo.

—Ni de broma.

La niña la miro con ojos triste, hizo un puchero y se colocó de cuclillas para acariciar el pelaje de su nuevo amigo, el cual estaba algo pegajoso, le dolía profundamente en el alma dejar a su nuevo amigo abandonado en ese lugar, mojandose con la lluvia, sin comida y viviendo en la basura.

—Te prometo que voy a cuidarlo bien—hablo con voz tierna—. Y seré una niña buena.

Jade rodó los ojos, y se cruzo de brazos, negando con la cabeza.

—Despidete.

-¡No por favor, mami! Va sufrir mucho.

Jade miro el cielo y pidió paciencia, lo único que consiguió fue que las gotas de aguas empezaran a caer sobre ellos, la castaña suspiro y apretó los puños.

—No puedes ser tan caprichosa, Amelia-su voz sonó molesta—. Lo que te digo es un bien para ti.

La niña soltó un pequeño sollozo, el pequeño animal se acercó y la miro confundido, lamió su mano y busco refugio en ellas de la lluvia. Se movió cariñosamente como si también pudiera sentir lo triste que ella estaba y de alguna manera, el también lo estuviera.

Amelia. |JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora