Entrenamiento de genjutsu

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Narrador yo

Otro día amanecía en Konoha, la aldea oculta entre las hojas.

Uzumaki Naruto, se levantaba con pereza. El cuerpo le dolía demasiado tras la última sesión de entrenamiento dada por la ANBU de pelo violeta en kenjutsu. El entrenamiento en si, no era muy difícil ni muy cansado, pero cuando estás acompañado de una chica sádica, que trabaja torturando a la gente, el entrenamiento se vuelve mucho más entretenido y doloroso, por así decirlo.

Desde que Anko llegó a la casa de su alumno, la que pertenecía a la mujer que tanto admiraba, parecía no querer irse de ella. Siempre llegaba a primera hora, y se iba en la noche, como si de una ladrona se tratara.

Kurenai, durante uno de los entrenamientos que realizaba el chico con Yugao, le pregunto si le molestaba que Anko pasará tanto tiempo ahí, a lo que el joven negó con la cabeza. En realidad no le molestaba, solo temía por su vida.

La domadora de serpientes, era dada a lanzar kunais cada dos por tres para poner a prueba los reflejos del rubio, lo cual no pareció defraudar a su sensei; pero esa práctica se volvió pesada y cansada. Naruto ya no podía encontrar algún minuto de paz, salvo cuando entrenaba con Yugao, que era a diario dado las órdenes del Sandaime, y cuando estaba con sus compañeros de equipo.

Por alguna razón, Ryū, el cual era como un hermano para el, le termino llamando sempai, haciendo más creíble su actitud infantil, lo que aveces provocaba la furia de cierta azabache del grupo, que terminaba machacando al pelirrojo. Este, por alguna razón, nunca destapaba su ojo derecho, como hacia el Hatake. Eso, y que se tapaba el rostro, hacia que parecieran hermanos o un dúo.

Cuando Naruto le pregunto por qué escondía su ojo, este le dijo “El ojo que tengo, es de un dios, Naruto-sempai”. Al principio, cuando terminó la frase con el sempai, pensó que bromeaba, pero tras ver la seriedad en su otro ojo, decidió no decir nada.

Por otro lado, Akeno se había vuelto algo así como una segunda Sakura, aunque más bien con su genio. Si la hacías cabrear, podías ganarte una plaza en el hospital por unos días o meses. Ese era el motivo por el que el rubio, intentaba cabrear lo menos posible a la azabache. Pero para su mala suerte, cuando Naruto la hacia enojar, terminaba peor que el resto, y si no fuera por Kurama, que lo curaba, estaría por años en la cama del hospital. Para buena suerte del rubio, y mala del pelirrojo, este último era el que más golpes se llevaba.

Por el otro lado de la moneda, Akeno era una chica impresionante a los ojos del rubio. La chica, tenía un talento nato a la hora de aprender jutsus, y no precisaba del Sharingan de su clan para copiarlos y aprenderlos. A parte de eso, su doujutsu ya había madurado, obtenido los tres tomoes en cada ojo.

Cuando las tres Jounin le preguntaron a la chica cuando despertó dicho doujutsu, está dijo que a los cinco años, cosa impensable, ya que el prodigio del clan, Uchiha Itachi, lo despertó a los ocho años.

En definitiva, para el rubio cada uno de sus compañeros, era una caja de sorpresas, lo que hacía que sus ansias por desbloquear ciertos sellos que había en su cuerpo, creciera más y más a cada día, pero para eso aún faltaba tiempo, por lo que se concentro en la creación de varios jutsus nuevos y la perfección de ese jutsu semejante al de su ex sensei, lo que le llevaba a regañinas continúas por parte de Yugao, dado que su mano derecha, la cual usaba para ejecutar dicho jutsu, estaba muy lastimada; pero esto solo se debía a que no usaba el chakra de Kurama para curarse a si mismo. Por el momento, estaba decidido a usar sus propias fuerzas para completar todos los entrenamientos de Anko y Yugao antes de la llegada de los exámenes chuunin.

El Jinchuriki no sabía porque, pero tenía muchas ganas de que llegarán dichos exámenes, para poder demostrar al resto de genins de su generación, que no era aquel perdedor de la academia. Ahora, tras abandonar al equipo 7, era un Naruto algo distinto, según Kurenai.

Uzumaki Naruto: El Jinchuriki PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora