Tsuna suspiró aburrido mirando por la ventana, estaba en clase de matemáticas y Nezu balbuceaba cosas sobre sus años de oro durante su época de la academia.
¿Ese hombre no se cansaba nunca? Que aburrido.
Sawada estaba preocupado, no tenía tiempo ni siquiera para hacerle el menor caso a las indirectas para nada discretas que el adulto le dedicaba, a veces achacaba eso a que ese beta había puesto los ojos en su madre al tiempo en que Reborn empezó a cortejarla.
Como decía.
Aquello era lo de menos, había escuchado murmullos por los pasillos, ya toda la escuela conocía lo de Skull y el suegro de su muy inteligente hermano.
Además, escuchó rumores sobre la llegada de un nuevo alfa al instituto, ¡¿por qué la vida le jodía tanto?!
Como si no fuera suficiente el ser intimidado y acosado por los que ya conocía, que molestos.
Suspiró nuevamente y notó a través del cristal una melena azulina que se le hizo irremediablemente conocida, sonrió.
—Dame-Tsuna, ¿estás escuchando? —viejos hábitos no se van por más que se defienda—. ¿Puedes responder el ejercicio?
Le miró por un momento, notando una ecuación de nivel universitario que realmente no valía la pena resolver –su padre bien decía que si aquello no era de nivel Reborn ni lo intentará–, sin embargo asintió y se levantó para realizarlo cuando la puerta se abrió.
—¡Llego tarde!
Lambo jadeo intentando recuperar el aliento y le dirigió una mirada de disculpa al docente, Nezu hizo una mueca y volvió su atención a la pizarra.
—Sientese y cierre la puerta —ordenó disgustado—. No puedo creer cuanta irresponsabilidad tiene la juventud de ahora, en mis tiempos...
Bovino lo ignoró y se dirigió hasta donde Tsuna volvía a sentarse, se sentó a su lado con pesadez, apoyando la cabeza en la mesa y mirándole con cansancio.
—¿Reborn?
—Las preguntas sobran —suspiró cerrando los ojos—. A veces no sé si te cuida a ti o me tortura a mí.
—¿Quieres decirme que sucedió? —ante el sonrojo de su amigo el castaño dudó—. ¿Acaso ustedes...?
—¡No, no! —chilló avergonzado—. ¡No existe un...!
—¡Sawada, Bovino! —y ahí estaba el límite de su paciencia—. ¡Esperenme en la oficina del director y llamen a sus padres!
Los omegas suspiraron pesadamente y se levantaron.
Era por cosas como esas que Tsuna había fingido estar enfermo antes de la llegada de Skull.
°
Pasaba los canales distraídamente, no importaba lo que pusiera la noticia de su compromiso parecía ser el boom del año.
«Ese Giotto, me las pagará».
Escuchó la puerta de la habitación abrirse y le dedicó una mirada curiosa al chino, Fon sostenía entre sus manos una bandeja con comida y Skull se preguntó si debería o no comerlo.
Aún no estaba acostumbrado a eso del embarazo.
—No sabía qué querrías así que pedí un poco de todo —informó colocando la comida en la mesa de noche junto al menor—. Sé que debes sentirse incómodo y quiero que llegues a acostumbrarte a mí, así que pensé...
—¿Estás nervioso?
El azabache miró confundido a motorista, no entendía a qué se refería.
Es decir, Fon estaba calmado... No, ¡estaba calmadísimo! ¡Era la personificación de la tranquilidad! ¡¿Por qué debería estar alterado?! ¡¿Sólo porque de un momento a otro estaba comprometido con el hermano de la mujer de su vida y medio mundo ya lo sabía?!
¡Eso no era para preocuparse! ¡El alfa estaba tan calmado como tocaría!
—No estoy nervioso.
—Tardaste media hora en responder —Skull le miraba curioso mientras degustaba los postres de cereza en la bandeja—. De nada te sirve mentirme si vas a pensarlo tanto, ¿no crees?
—Vale, quizás estoy un poco alterado —cedió recostándose junto al motorista—. ¿No te pasa lo mismo? Estabas enamorado de Verde y esperas a su hijo...
El adolescente se atragantó con un trozo de pastel de chocolate y miró nervioso al alfa.
—¡¿C-Cómo sabes eso?!
—No soy ciego ni tonto —sonrió divertido—. Además, sólo estaba probando suerte así que realmente no lo sabía.
—¡Eres un...!
—No se lo diré a nadie —rió tomando una galleta de chocolate de la bandeja de dulces—. No te preocupes tanto. En primera le hará daño al bebé, ya te lo había dicho; y además se supone que eres mi pareja.
—Pero nosotros no...
—Exacto, pero eso lo sabemos sólo los Sawada y nosotros.
—Eso me preocupa.
Fon suspiró sabiendo a lo que se refería, sin embargo esperaba que Alaude se llevará a Giotto lo más pronto posible.
Ese rubio era un cotilla.
•
Mukuro sonrió ligeramente, divertido hasta lo más profundo de su alma mientras era sostenido del cuello de la camisa.
—Oya, oya, Ave-kun~ no necesitas ser tan rudo —rió alegremente—. Sólo vengó de...
—No se aceptan visitas.
—Venga, no voy a quitarte a Tsunayoshi —rodó los ojos hastiado—. Ni aunque quisiera podría, en primera debería avanzar del estatus de "acosador" y pasar a ser un "conocido".
El azabache torció el gesto con molestia y lo soltó bruscamente, Mukuro se arregló la camisa y le dedicó al otro una mirada aburrida.
—No hables de mí como si me conocieras, herbívoro —gruñó irritado—. No creo que vayas a quitarme nada, es sólo que...
—Ya, ya. Lo sé —rodó nuevamente los ojos—. No quieres que provoque peleas o arruine la paz de Nami-chū.
Hibari lo miró mal durante unos segundos antes de notar otra molestia en la entrada del plantel, en los pocos momentos de distracción y entre los informes de Kusakabe se había hecho una idea de porque Rokudo estaba en Japón.
—Está bien, puedes pasar —cedió volviendo a ver el perplejo rostro de la piña—. Sin embargo tendrás que esperar en mi oficina hasta que llegue el descanso, buscaré a Sawada Tsunayoshi para ti.
Aunque no quería y lo usaba como excusa para acercarse al castaño, así como también evitarle un mal momento a Mukuro.
Hibari tenía un lugar preparado en el cielo, único y exclusivo para tsunderes de su tipo.
La italiano le miró incrédulo momentos antes de reír alegremente y seguir a su amigo de la infancia al interior del edificio.
Ignorante del albino que les miraba con una mueca.
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Me wa morir xdxd
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Caminos entrelazados. (Cancelada)
AlteleMalas decisiones y sus consecuencias. Cuando haces algo mal lo más común es hacerte cargo y asumir tu responsabilidad -a menos claro que seas como la mayoría y le cedas la culpa a otro-. Skull tendrá que vivir con ello. Tsuna nunca esperó ver a su a...