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El albino maldecía a todo el mundo, estaba que entraba a la preparatoria para sacar a su amada piña, pero fue detenido por su fiel mejor amigo cuatro ojos.

-Byakuran-san... -llamó alguien detrás de él-. No haga una locura.

Frunció el ceño ante eso y se relajó, de verdad que odiaba cuando el pelirrojo se las daba de sabiondo, suspiró. Sabía que debía hacerle caso o todo se iría a la misma mierda.

-Sho-chan, por favor -suspiró cansado e Irie le miró seriamente-, muy bien seguiremos tu plan para conseguir a mi Mukuro-kun.

Shoichi asintió dándole una sonrisa ligera, se lamentaba internamente de ayudar a su mejor amigo en esto.

Se apiadaba de los Rokudo, tanto la Omega como el beta, y es que sabía que esos dos tendrían que verse atrapados en el plan. Después de todo sabía que si no lograba su objetivo sería mutilado por el albino y eso le causaba un gran dolor de estómago.

Situaciones desesperadas, requerirían sacrificios desesperados...

-Todo saldrá bien, Byakuran-san -sonrió tenso-. Confíe en mí y sea paciente.

Y así, Irie Shoichi se declaró muerto. Había pactado su propio sacrificio... Era él o la piña y Mukuro era más astuto.

°

En la institución, más específico en la sala de espera del director, Sawada y Bovino esperaban a sus tutores.

-¿Por qué estamos aquí? -meditó Lambo mirando el techo-. ¿Para qué nacimos, Tsuna?

-Tú, no lo sé -recitó mirándose las uñas-. Yo nací para joderle la vida a las personas que me rodean y ser feliz.

-Diva.

-Con respeto, bitch.

-Jesús.

-Aquí no se práctica el cristianismo -rodó los ojos-. En Japón nos va el budismo, el confucionismo y no me acuerdo qué otra religión.

-Ya, no me importa.

-Pues eso, sólo lo decía.

-¿Le vas al budismo?

-Confucio inventó la confusión -sonrió-. Siempre estoy confundido así que le voy a eso.

El azabache abrió la boca para decir algo sobre eso cuando las puertas fueron abiertas y el mismo demonio acompañado de una mujer preciosa entraron. Maldijeron.

-Dame-Tsuna, espero que valga la pena estaba ocupado -observó al acompañante de su hijo y sonrió-. Si no hay sangre esto no vale la pena, para aue lo sepan.

Sí, definitivamente algo malo va a pasar, pensaban ambos chicos.

-Joven Bovino, esto será reportado a sus padres -informó la mujer y Lambo tuvo miedo-, y lo más probable es que le pidan ayuda a Reborn-san.

El joven pelinegro se tensó mientras sus mejillas tomaban un tono rojizo, es que sus padres no veían que su trasero literalmente corría peligro.

¡Necesitaba nuevos padres, ahora! El asesino sonrió más aún.

Terminando esa conversación, ambos tutores entraron a la oficina del director y a los Omegas no les quedó más que rezar por un futuro mejor.

-¿Crees que pueda volverme al budismo?

-No lo sé, le iba al confucionismo -suspiró-. ¿El Vaticano no estará carente de feligreses?

-Lo dudo.

Caminos entrelazados. (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora